18 de noviembre de 2010

Tiempo para Todo…

agobiado por el tiempo Cuando reflexionamos en el artículo ¡Si quieres, tienes tiempo!, sobre cómo podemos hacer para ocupar nuestras horas en las cosas que realmente queremos, hemos puesto las bases para apuntar a lo realmente importante. Es decir: Cuando nos sentimos agobiados y sin tiempo, y parece que las horas se vuelven minutos por la velocidad con la que avanza todo a nuestro alrededor, necesitamos (debemos) hacer una pausa para examinar si realmente estamos poniendo en primer lugar lo que vale la pena.

Un examen: Satisfacción inmediata vs Resultados duraderos.

No podemos negar las grandes ventajas que el mundo en que nos ha tocado vivir nos da, pero tampoco podemos obviar algunos problemas que deben ser tratados: me refiero específicamente en este escrito, a la satisfacción inmediata. Todo se quiere aquí y ahora. Al fin y al cabo, tenemos comida congelada que en un minuto está lista; programas de acondicionamiento que perfeccionarán nuestro cuerpo con solo 10 minutos al día (y hay que decir que algunos de esos programas son mucho más ambiciosos)…

La satisfacción inmediata está instala, y nos parece natural, porque según nos lo han dicho los científicos, nuestros cerebros responden a la gratificación. Y esto es tan cierto, que puede hacernos perder de vista los resultados duraderos que vienen de cultivar el hábito de hacer lo importante antes de dedicarnos a la gratificación instantánea.

Hace poco leí una historia muy curiosa que puede ilustrar nuestra reflexión: Unos científicos pusieron unos electrodos en el cerebro de un chimpancé justo en su “centro del placer”. Luego pusieron al animal frente a dos palancas. Una de ellas, al ser accionada, le proveía un plátano para que se alimentara; mientras que la otra, estimulaba su “centro del placer”. El resultado: El pequeño chimpancé solo accionaba la palanca que le daba placer, aunque esto significara morirse de hambre.

Lo que debemos buscar es un equilibrio óptimo, y para lograrlo, poner lo verdaderamente importante en primer lugar será el mejor método. Siempre tendremos tiempo para esas actividades que nos dan satisfacciónreloj de arena inmediata, pero ocuparemos nuestras mejores destrezas para aquello que se convertirá en una gratificación mayor, pues, al alcanzar nuestros objetivos creceremos, nos volveremos más fuertes y vislumbraremos nuevos desafíos.

A continuación te presentó un video con el que quedará mejor explicado el objetivo de esta entrega. Dispón de 10 minutos: serán una inversión.

9 de noviembre de 2010

La Fortuna y la Excelencia a la puerta… Del Epílogo de “En la Búsqueda de la Excelencia”

puerta … Cuando la Fortuna tocó a su puerta, el hombre estaba ocupado con su existencia, intentando hacerse rico, intentando ser feliz, intentando gozar de todos los placeres que podía. La Fortuna se dio cuenta que no había sido oída, así que volvió a tocar un poco más fuerte, pero nadie salió a abrirle la puerta. Viendo a través de una ventana, la Fortuna fue testigo de algo insólito: El hombre, que creía tenerlo todo, estaba viendo una pared con una fogata a su espalda y se reía y se exaltaba con las sombras que en aquella pared eran proyectadas por sus propias manos. Al verlo con mayor atención, la Fortuna se dio cuenta que el hombre estaba desnudo, con el cabello enmarañado y con su cuerpo sucio.desnudo-viejo-pastel Entonces llamó a la puerta más fuerte aún, para ver si lograba sacarlo de su trance. Pero no pudo. El hombre seguía absorto en sus sombras, aunque no parecía ser realmente feliz.

La Fortuna pidió ayuda a la Excelencia, para ver si entre ambas lograban despertar de una buena vez al hombre.   Volvieron a tocar la puerta, con fuerza, con insistencia, pero el hombre no se distraía de su juego de sombras. Así visitaron la casa durante días, sin resultados, pero muy intrigadas porque siempre veían el mismo espectáculo, hasta un día, cuando el hombre se puso en pie, caminó desorientado, gritó y dirigiéndose a la pared la golpeó con ambas fortunamanos mientras decía entre sollozos: “¡¿Cuándo vendrá la fortuna?! ¡¿Hasta cuándo voy seguir siendo un miserable?!” Luego pareció calmarse, volvió a su asiento y, en un simple ademán, quedó de nuevo extasiado por sus proyecciones en la pared. Frente a ese cuadro desolador la Fortuna tocó una vez más, pero nadie se acercó a abrir la puerta.

Entonces la Fortuna decidió marcharse dejando a la Excelencia como custodia, por si el hombre algún día decidía salir. La Excelencia aceptó la misión, pues cuando el hombre por fin abriera, ella misma podría llevarlo hasta la Fortuna. Y allí quedó, esperando, a la puerta del hombre, bajo el frío indiferente de la indolencia y la ignorancia. Pero el hombre nunca salió. Ahora nos toca a nosotros escuchar que la Excelencia llama a nuestra puerta, ¿vamos a abrir?

Y la Excelencia sige sentada, esperando que la puerta se abra...

(Tomado de mi E-Book “En la Búsqueda de la Excelencia”, del Epílogo, pág. 268-270)

4 de noviembre de 2010

¡Si Quieres, Tienes Tiempo!

Una vez escuché una entrevista que me dejó perplejo, por la facilidad con la que nos excusamos para no cumplir con nuestras obligaciones. Y generalmente la excusa que usamos comienza con: “No tengo tiempo”; “se me agotó el tiempo”; “lo olvidé porque estaba tan ocupado en otras cosas”… y otras similares.

La persona que estaba siendo entrevistada era Alejandro Bullón, conferencista internacional y pastor. Y la pregunta que me dejó perplejo fue: ¿Cómo hace para viajar tanto y dictar sus conferencias, y grabar para la televisión, para la radio, para programas especiales, y luego escribir los libros que escribe, y pasar tiempo con su familia? ¿Cómo hace el tiempo para todo eso? En su respuesta, Alejandro Bullón contó lo siguiente:

Cuando él era chico, su padre debía viajar lejos a trabajar para traer el sustento a la familia. Antes de partir, el padre consideraba el tiempo que iba a estar fuera y asignaba las tareas para cada uno de sus hijos según sus capacidades, a fin de que todo estuviera en orden cuando volviera. Así que cada chico recibía su encargo, pero cuando el padre se iba lo primero que hacían era comenzar a divertirse. La madre les recordaba constantemente sus obligaciones, pero siempre hallaban la manera de posponerlas hasta última hora. Ellos sabían cuándo volvía su padre, así que un par de días antes comenzaban a hacer todas las tareas, a fin de que cuando él llegará no encontrara nada fuera de lugar. Su padre los felicitaba y les aseguraba que estaba muy orgulloso de unos hijos tan dedicados.

bullon En uno de esos viajes al trabajo, con las respectivas tareas asignadas y el respectivo relajamiento de parte de los chicos, el padre volvió antes de lo previsto y se encontró con la realidad: Sus maravillosos hijos eran un fraude que dejaban todo para última hora. Los muchachos se sintieron aterrorizados, pensando en el castigo que recibirían. El padre esperó a la hora de la cena y allí les dijo: “Me siento muy decepcionados de ustedes. Yo pensaba que ustedes cumplían con las tareas que les asignaba porque me amaban, pero ahora entiendo que sólo lo hacen para no ser castigados a mi vuelta”.

Hubo un momento de silencio. Uno de los muchachos se atrevió a decir: “Lo que pasa es que no nos queda tiempo, se nos va muy rápido”. El padre los vio a todos y les dijo: “Hijos, nunca olviden esto que voy a decirles: Si quieren hacer algo, siempre hay tiempo”.

La trampa del “No tengo tiempo”.

Quizás en alguna ocasión hemos usado esta frase, y es muy posible que hasta sintamos que tenemos la justificación necesaria: Mucho trabajo, mucho estudio, mucho tráfico, mucho de todo. Pero, ¿qué estamos diciendo realmente cuando decimos que no tenemos tiempo? Quiero proponer algunos mensajes que damos con esa frase, pero atendiendo al hecho de que no son absolutismos los que presento, pues todo esto debe verse con equilibrio:

1. Con “no tengo tiempo” estamos diciendo que no controlamos nuestra vida. No podemos decidir sobre cómo utilizar nuestro valioso tiempo y estamos a merced de las circunstancias, o de las agendas de otros.

2. … estamos diciendo que somos inefectivos. Porque hemos permitido acumulación de actividades y no hemos cumplido con ninguna aún.

3. … estamos diciendo que no sabemos delegar aquellas tareas que, sabemos, serán mejor realizadas por otras personas.

4. … si se las decimos a nuestros seres queridos, les estamos diciendo que no valen tanto como para que hagamos una pausa por ellos.

5. … estamos diciendo que la culpa es de otros, pues si no fuera por el tráfico, el jefe, los empleados, la economía, etc., entonces tendríamos tiempo.

Tal vez el “no tengo tiempo” tenga su lugar, en especial cuando decimos: “No tengo tiempo para rebajar mis sueños”; “no tengo tiempo para holgazanear y dejar de hacer ejercicios”; “no tengo tiempo para ocuparlo en críticas, chismes, frustraciones, etc.” Pero, aparte de estos usos, creo que valdría la pena revisar bien nuestras prioridades cuando usamos esa frase. Es verdad que vivimos en un mundo muy exigente, pero somos nosotros los que elegimos en qué ocuparnos más cada día, así que recuerda que “si quieres hacer algo, tienes tiempo para hacerlo”.

¿Qué quieres hacer hoy?

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