27 de noviembre de 2012

Un paso más.


 Cuando enfrentamos los desafíos que salen a nuestro paso mientras nos encaminamos a nuestros sueños, resulta tentador preguntarnos si vale la pena el precio que estamos pagando. A veces son las personas más cercanas a nosotros, aquellos en quienes confiamos, los primeros en invitarnos a ser más sensatos y no arriesgarnos por algo que parece una quimera. No podemos negar que sea una ilusión, no hay datos, hechos, cosas concretas… tan solo la intuición de que, si trabajamos con amor, con entusiasmo y devoción por eso que creemos como nuestro llamado, los resultados llegaran.


Los desafíos vendrán de todos lados. Nos asaltará la duda y la falta de confianza propia. La sociedad nos cerrará el paso con sus prejuicios y sus normas estandarizadas. La ansiedad comenzará a hacer presa de nosotros. Pero, en lugar de retroceder atemorizados, en lugar de capitular y firmar convenios en contra de nuestros ideales, podemos elegir dar un paso más.

Como el guerrero que, cansado y herido, casi abatido por la batalla, vislumbra aún la victoria como el desenlace de un instante de valor, y avanza por ello un paso a la vez, blandiendo su espada, respirando profundamente entre estocada, deteniéndose por momentos para contemplar el campo y escoger su próximo movimiento, sabiendo que puede ser el último, pero sin darle a la muerte la ventaja de sorprenderlo, porque si ha de morir será cumpliendo su propósito; así nuestra vida ha de enfrentarse a los sueños que nos harán ser todo lo que podamos ser.

Con todo, no siempre estarás en la batalla, pues habrá momentos de tregua, hasta de paz. No dejes entonces de cuidar de tu armadura, no permitas que el filo de tu espada se embote. Disfruta de esos instantes felices y atesóralos sin convertirlos en un fin en sí mismo, porque en la lucha ni la victoria ni la derrota son definitivos, son tan solo medios para que tú crezcas y para que quienes te rodean también crezcan. Por lo tanto, si las mieles del triunfo te seducen y te sientes tentado a abandonarte al ocio, vuelve a recordar que sigues vivo y mientras vivas deberás dar un paso más, pues solo deben detenerse tus pies cuando la muerte te obstruya el paso, y aun entonces cree que tu legado perdurará.

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