24 de enero de 2011

Preocupaciones: Una Carga Innecesaria.

Para ser honesto, el título de nuestro artículo de hoy es un poco chocante, hasta para mí, pero creo necesario abordar este tema de esta manera, porque a menudo nuestras preocupaciones parecen tan indispensables que, podríamos decir, nos hemos acostumbrado a ellas y las echamos en falta cuando no las tenemos.

Por definición preocuparse significa “ocuparse… anticipadamente de algo[1], pero no debemos confundir esto con la previsión. De hecho, se me ocurre que la previsión es el medio equilibrado entre la preocupación y la indolencia (cualidad propia del negligente). Y me ha parecido importante explorar las connotaciones de estas palabras en nuestra vida y nuestro desarrollo de la excelencia.

Comencemos, pues, con la previsión. Como lo he dicho antes, ser previsor es la actitud equilibrada con la que enfrentamos la vida. Esta actitud nos permite “disponer o preparar medios para futuras contingencias[2], al paso que mantenemos el enfoque en el presente, es decir, en lo que en verdad está pasando ahora en nuestras vidas. Prever el precio que debemos pagar para hacer realidad nuestro propósito, es fundamental para no crear falsas expectativas, y para saber qué debemos hacer ahora a fin de tener los medios que nos van a garantizar alcanzar nuestras metas.

En un extremo de la previsión se encuentra la indolencia, que no es otra cosa que flojera, insensibilidad, y esta es la actitud de una persona negligente que tiene muy buenos deseos, sin duda, para su vida, pero que no está dispuesta a ser constante en el trabajo de hacer realidad lo que desea. Bien podemos decir que se aferra a los diez mandamientos del haragán, uno de los cuales dice: “si el trabajo es salud, que trabajen los enfermos”.

Y en el otro extremo se encuentra la preocupación. El problema de preocuparse es que hacemos de los problemas de mañana una carga para el día de hoy, y eso es así porque terminamos enfocando nuestra energía en ocuparnos de algo que no ha sucedido aún. Como alguien ha dicho: “Las preocupaciones no nos quitan los pesares del mañana, sino las fuerzas del hoy[3]. Realmente, son una carga que no necesitamos llevar, porque todo lo que hacen las preocupaciones en nuestra vida, es sumar afanes de los que todavía no sabemos si hemos de ocuparnos en verdad.

Ahora sería bueno preguntarnos: ¿Hemos estado preocupándonos demasiado? ¿Cómo saber si soy previsor o si soy alguien que se preocupa? Propongo que una manera fiable de saber en qué posición estamos es, sencillamente, fijarnos en qué nos estamos ocupando ahora. Piensa por un momento ¿estoy ocupándome de lo que debo hacer hoy, de los desafíos de este día, o por el contrario me estoy ocupando de lo que creo que pasará mañana?

felicidad776183-729851 Y para que tengas algo con lo cual sonreír un momento déjame contarte la siguiente historia: Un hombre que ha estado muy preocupado decide visitar al psiquiatra. “Usted se está preocupando por muchas cosas que no tienen importancia” – le dice el psiquiatra –. “Cuando una de esas preocupaciones se presente, haga como cuando arroja un papel en el cesto de la basura”. Mirándolo fijamente el paciente le responde: “Muy bien, lo tendré muy en cuenta cuando me llegue el cobro por esta consulta”[4].

Mi deseo es que vivamos este día, y que lo disfrutemos con sus altos y bajos, con sus propios problemas, sin más y sin menos, pero también con sus propias oportunidades de hacer la diferencia en este mundo.


[1] http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=preocupar

[2] http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=prever

[3] Corrie Ten Boom

[4] Ilustración aparecida en Revista Prioridades, pp. 22

6 de enero de 2011

Excelencia: El Propósito Dominante.

Horizonte En el artículo anterior dijimos que el propósito es diferente del deseo en que va más allá de la expresión emocional, define un plan de acción claro y mantiene la disposición a pagar el precio por alcanzar el objetivo propuesto. Nuestros propósitos sin duda son muy variados, respondiendo a nuestras condiciones, aspiraciones personales y profesionales y asegurando que podamos avanzar más allá del lugar en donde nos encontramos ahora mismo.

Pero junto a la pregunta del artículo anterior, habría que cuestionarnos un poco más: ¿Tenemos el propósito o solo tenemos propósitos? ¿Cuál es la diferencia? ¿Importa acaso si tenemos el propósito o tenemos propósitos? Tal vez parezca trivial (hasta confuso), pero propongo que hay una diferencia entre el propósito y los propósitos y comprender esa diferencia puede darnos una dimensión más elevada de sentido de misión y realización.

¿De dónde surgen los propósitos?

Unos breves y concisos diagramas mostrarán la diferencia a la que me refiero más arriba y nos harán notar por qué muchas veces nos quedamos en el intento de alcanzar nuestros objetivos.

La manera habitual en que planeamos y establecemos metas es más o menos así:Figura 1-Vivir la Excelencia Al medio se encuentra el trabajo, la priorización de objetivos, la lucha por hacer que nuestros propósitos nos lleven hacia el propósito mayor de nuestra vida; pero, ¿cuál es ese propósito que domina nuestra existencia? ¿Lo tenemos claro? ¿O es solo que estamos tan ocupados estableciendo metas de nuevo año que no hemos pensado en verdad hacia dónde estamos yendo? Entonces nuestro diagrama podría verse más o menos así:

Figura 2-Vivir la Excelencia Como puedes ver, hay demasiadas cosas entre lo que en verdad queremos ser y hacer y lo que hacemos. Esto se debe a que hemos invertido el proceso. Así que antes de seguir estableciendo metas y teniendo buenos deseos para este año, sería mejor pensar en esto:

Figura 3-Vivir la Excelencia  De esta manera el propósito da sentido y dirección a los diferentes propósitos que escogemos para nuestras distintas facetas de vida. Sin embargo, ¿qué es el propósito, qué queremos significar? Sencillamente: el legado de nuestra existencia, ser excelentes. La búsqueda continua de la excelencia (no perfeccionismo, que es la ilusión de tener el control de todo) es la fuerza impulsora que debiera regir el establecimiento de metas, sueños, y objetivos, es decir: los propósitos. Mas, como lo muestran los dos primeros diagramas, por lo general esperamos que todos esos objetivos que nos proponemos para el nuevo año (o para la vida en general) y que derivamos en tantas tareas, despierten en nosotros el deseo de ser excelentes o al menos nos hagan parecer excelentes, cuando en realidad (como vemos en el tercer diagrama), con lo que deberíamos comenzar es con el anhelo de la excelencia y permitir que de ese anhelo surjan nuestras metas que se integrarán en cada área de nuestro desarrollo.

Figura 4-Vivir la Excelencia Dicho de otra manera, no establecemos sueños, metas y objetivos para parecer excelentes, sino que lo hacemos como resultado de que la chispa de la excelencia ya habita en nosotros. Así que si tienes entusiasmo por tus propósitos, los has aclarado y estás dispuesto a pagar el precio para hacerlos realidad, solo resta hacer una pregunta: ¿A dónde te conducen? ¿Surgen de la chispa de la excelencia que hay en ti? ¿Del profundo sentido de servicio, del anhelo de dejar un legado?

Mi deseo es que tengas un gran día, una gran semana, un gran mes y un gran año. Hasta la próxima entrega.

horizonte21

1 de enero de 2011

¡Propósitos, propósitos, propósitos!

PROPOSITOS PERSONALES ¿Sirve de algo establecer propósitos de año nuevo, solo para mirarnos tres o cuatro meses después intentando explicarnos por qué no hemos podido mantenerlos tan firmes, como cuando nos prometimos que esta vez sí comenzaríamos esa siempre postergada rutina de ejercicios, o la lectura de esos libros que constantemente dejamos para luego, o el fortalecimiento de esa relación que se va deteriorando mientras nos absorben tantas cosas a nuestro alrededor?

Superando la confusión.

Quizás el verdadero problema es que no son propósitos los que nos forjamos, sino a penas deseos de lo que quisiéramos que fuera nuestra vida durante el nuevo año. La diferencia es que los deseos son expresiones emocionales que, si no son alimentadas hasta convertirse en propósitos, pronto serán desplazados por otras manifestaciones de nuestros sentimientos (positivos o negativos) y eso generará una sensación de culpabilidad e inestabilidad, porque nos veremos como personas de poca seriedad incluso con nuestros compromisos personales.

No está mal tener deseos. Pero tampoco está bien confundirlos con propósitos. Nuestros deseos pueden ser aspiraciones legítimas, de crecimiento; pero suelen ser nebulosos, sin un rumbo claro a seguir. Y el resultado es que cuando se enfrenta el primer escollo, el deseo mengua y la motivación comienza a desaparecer.

Por otro lado, aunque el propósito conlleva la emoción del deseo, se distingue de este en su calidad, pues el propósito marca un rumbo definido de acción, flexible, sí, pero lo suficientemente firme para enfrentar los desafíos que se interponen entre la meta escrita y la realización de ella. Que quede claro: no se trata de un cronograma rígido en el que cada minuto del día de cada día de la semana está programado inexorablemente para el resto del año. Se trata de poner en primer lugar lo que es en verdad importante, y que resultará en una vida efectiva y llena de significado.

felicidad1 Así que…

¿Hemos establecidos nuestros “propósitos” o tan solo tenemos “buenos deseos”? ¿Hemos decidido poner en primer lugar solo lo que es verdaderamente importante (esto puede variar de persona a persona, sin duda)? ¿Estamos dispuestos a pagar el precio de llevar nuestro propósito hasta su cumplimiento, enfrentando los desafíos que sin duda vendrán?

Esta es la primera entrega del 2011 aquí en Vivir la Excelencia, y mi propósito mayor es seguir sirviéndote con estos artículos que espero sean de utilidad para ti. Y tengo la esperanza de que este año sea un gran año para ti, siempre y cuando tengas propósitos claros, definidos. Recuerda: Si deseas que tus deseos de año nuevo se conviertan en propósitos, es necesario acompañarlos de un plan de acción y de la disposición a pagar el precio para verlos convertirse en realidad.

¡Que tengas un 2011 excelente!

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