15 de diciembre de 2010

¿Tienes un “Por Qué”?

metas-a-largo-plazo Aunque no suscribiría todas las ideas del filósofo Friedrich Nietzsche, debo reconocer que hay una frase que siempre me ha gustado; de hecho, me gustan mucho las versiones de dicha frase que dice: “Quien tiene un por qué para vivir, encontrará casi siempre el cómo” o “Quien tiene un por qué para vivir, soportará cualquier cómo”. Ambas me parecen plausibles, hasta complementarias, si atendemos al hecho que el primer requisito es tener un Por Qué.

Haciendo un balance.

Nuestros objetivos, metas o sueños (o como deseemos llamarlos) son siempre el horizonte que nos muestra hacia dónde queremos ir. Pero, ¿hemos podido mantener estos objetivos delante de nosotros durante este año? ¿Nos hemos sentido agotados bajo el peso de los problemas hasta el punto de olvidar, por un momento, que tenemos un por qué? Siendo honestos, es necesario reconocer que hay muchos distractores a nuestro alrededor; sin embargo, opino que el problema no son los distractores, sino la falta de un plan de vuelo. Es decir, no podemos evitar que haya turbulencias en nuestro viaje y que estas inclemencias nos saquen de nuestra trayectoria, mas cuando tenemos un claro objetivo es mucho más fácil volver a la ruta.

Por eso, lo mejor que podemos hacer durante estas fechas es realizar un balance de nuestro camino, en lugar de someternos mansamente a los mensajes consumistas que pululan por todos lados. Es necesario que miremos dónde estamos, que decidamos si es lo que queríamos y pensar en lo que debemos mejorar de cara al futuro. Cada día, cada semana, cada mes, cada año es una nueva oportunidad para dejar nuestra huella en forma de una vida entusiasta, inspiradora.

Y ahora, para esta última entrega de Vivir la Excelencia en 2010, quiero dejarte algunas sentencias y frases para pensar:

“Vivir sin amar no es, propiamente, vivir” - Molière

“Tú puedes dar sin amar, pero no puedes amar sin dar” - Robert Louis Stevenson

“La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad” - Francis Bacon

“Tengo pocos amigos, ¡pero cuánta amistad tengo!” - José Narosky

“Quien tiene un sueño conoce a lo que tiene que renunciar con el propósito de avanzar” - John Maxwell

“Las personas necesitan un propósito que tenga significado, Esa es nuestra razón de vivir. Con un propósito compartido, somos capaces de conseguir cualquier cosa” - Warren Bennis

“¿Qué es la fuerza sin una doble porción de sabiduría?” - John Milton

“La prueba más clara de sabiduría es una alegría continua” - Michel De Montaigne

“La primera riqueza es la salud” - Ralph Waldo Emerson

“No cambies la salud por la riqueza, ni la libertad por el poder” - Benjamin Franklin

“Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro” - Albert Einstein

“La única manera de vivir es aceptar cada minuto como un milagro irrepetible, que es exactamente lo que es: un milagro irrepetible” - Storm Jameson

“El miedo es natural en el prudente, y el vencerlo es lo valiente” - Alonso De Ercilla851226autoayuda-como-utilizar-favor-deseo-poder-460x345-la

“No progresas mejorando lo que ya está hecho, sino esforzándote por lograr lo que aún queda por hacer” - Khalil Gibran

“Las personas debemos el progreso a los insatisfechos” - José Ingenieros

“Se necesitan virtudes más grandes para soportar la prosperidad que la suerte adversa” - François De La Rochefoucauld

“Sin ideales sería inconcebible el progreso” - José Ingenieros

“El desvanecimiento de los ideales es triste prueba de la derrota del esfuerzo humano” - Alfred North Whitehead

“Sólo debemos sacrificarnos por los ideales” - Karl Popper

Es mi deseo que disfrutes de estas frases y que si quieres compartir algunas no dudes en hacerlo en la sección de comentarios.

Nos vemos en 2011.

9 de diciembre de 2010

El Sentido de la Vida (Relato para Reflexionar)

2759902856_218c47c1ee Cierto día, un joven filósofo que andaba por las calles pensando en el significado de la vida, decidió interrogar a algunas personas para saber qué podían enseñarle sobre su inquietud. Se dirigió primero a un hombre rico que se paseaba en un suntuoso carruaje y le preguntó: “¿Qué significa la vida para usted?” El hombre rico lo miró y dijo: “Francamente, nunca me lo he preguntado, pero creo que puedo decir que la vida significa amasar fortunas, crear negocios, tener mucho tiempo libre, tener fama… – hizo una breve pausa mientras suspiraba para murmurar las últimas palabras de su definición – ser feliz…” El filósofo vio en los ojos de este hombre el vacío, pero aun así preguntó: “¿Y es feliz?” El rico se limitó a responder: “Se me hace tarde para llegar una cita muy importante, creo que podemos seguir con esta conversación, algún día de estos”.

El filósofo reflexionó para sí que si un hombre rico no podía decirle con claridad el sentido de la vida, entonces le preguntaría a un pobre para que lo ayudara a comprender. Buscó por las calles y encontró a un hombre muy pobre que luchaba todos los días para alimentar a su numerosa familia. Se acercó a él y lo interrogó: “Amigo, ¿qué significa la vida para usted?” La respuesta que recibió fue: “No tengo tiempo, debo trabajar, tengo una familia que alimentar”. El filósofo insistió: “Solo tomará un par de minutos de su tiempo, y me gustaría saber lo que usted piensa sobre el sentido de la vida”. Con un gesto de fastidio, y luego de resignación el hombre pobre respondió: “No lo sé… supongo que amasar fortunas, crear negocios prósperos, tener tiempo libre para responder preguntas que nunca me había planteado, tener fama… – y murmurando entre suspiros terminó – ser feliz…” – “Y ¿es usted feliz?” – preguntó el filósofo, aunque había notado el mismo vacío que en los ojos del hombre rico. El hombre pobre salió como de un sueño: “Ya le dije que no tengo tiempo, debo sobrevivir como puedo; pero algún día tendré suficiente como para que volvamos a conversar”. Y siguió su camino con paso más apresurado.

Chasqueado por las respuestas, el filósofo comenzó a preguntar a cuantos pudo: Un joven universitario respondió que tener un título, trabajar y hacerse rico, era todo el sentido de la vida que necesitaba. Un ama de casa le dijo que esa pregunta era ociosa, y que ella tenía más de qué ocuparse con tantos quehaceres en su hogar. De alguna manera, todos cuantos eran preguntados estaban muy ocupados y nunca se habían planteado pensar sobre el sentido de la vida. Incluso hubo alguno que aseguró el sin sentido de la vida con una elaborada proposición dialéctica. Y algún otro, con la impostura de un aire místico, aseguró que el sentido de la vida era unirse al ser impersonal del universo, en una nebulosa sentimental de vacío.

Cansado e insatisfecho por todas aquellas respuestas, el filósofo se sentó en la banca de un parque. Por un momento pensó que era inútil seguir con la faena. “Amar” – le dijo un hombre anciano vestido de blanco que estaba en la banca donde se había sentado y alimentaba unas avecillas con un trozo de pan. – “El verdadero sentido de la vida está en amar. Es eso lo que has andado preguntando ¿cierto?” Debido a su decepción el filósofo no había notado la presencia de este anciano, y un poco desorientado preguntó: “¿Amar? ¿Cómo puede ser ese el sentido de la vida?”

anciano “Muy sencillo” – respondió el anciano. – “Cuando amas un sueño, cuando amas lo que haces, cuando amas a tu pareja, a tus hijos, y a la vida misma, entonces puedes enfrentar los capítulos amargos que sin duda vendrán. Es que amar es un principio y un verbo. Requiere decisión, la decisión de ser verdaderamente libres y responsables de nuestra propia y singular existencia. Yo descubrí esto tarde en mi vida. Cuando era joven buscaba títulos, fortuna y fama, y lo conseguí solo para darme cuenta de que no era realmente feliz. Así que seguí amasando fortuna, frecuentando chicas hermosas, dándome mucho tiempo libre para no caer en la rutina; pero seguía sin ser feliz. Pasaron los años y un día mis médicos me dijeron que me daban solo seis meses de vida. Mi mundo se derrumbó. Durante una semana no supe qué hacer. Seis meses son tan poco. Entonces me pregunté: ¿Qué es lo que realmente he querido hacer de mi vida? ¿Amo lo que hago? Desde entonces han pasado treinta años. Ahora tengo ochenta y mantengo aún la ilusión de saber que cada día es una nueva oportunidad para vivir de verdad”.

5 de diciembre de 2010

Cuando Nadie te Critique… ¡Preocúpate!

En mi trato con las personas, a menudo me toca oír cosas como: “Los demás solo saben criticar”; “en vez de ayudarme, solo me critican”; “deberían fijarse en ellos mismos antes de andar criticándome”, y un largo etcétera. Y no podemos negar que las más de las veces, este tipo de declaraciones son reales, tanto que me he quedado con una sentencia que escuché hace algunos años y que he ido desarrollando en mi mente: “No existe tal cosa como la crítica constructiva”.

Pero la crítica sí que existe, y aun cuando se nos expresa bajo el disfraz de ser “constructiva” su sabor amargo no desaparece; sin embargo, quiero proponer en este artículo que no es por la crítica que deberíamos preocuparnos, sino por la ausencia de esta, porque al faltar ella podría suceder que hayamos comenzado a convertirnos en meras sombras, y la mediocridad (el unirnos con la masa) haya hecho que pasemos desapercibidos.

Para derribar…

La crítica tiene por objeto señalar, de allí que sea más fácil extraer los defectos de los demás, y olvidarnos que somos tan humanos como el que señalamos. Así que cuando somos criticados es porque alguien nos ha señalado, o ha puesto bajo la lupa algo que considera inadecuado en nosotros. Y como la crítica sólo sirve para derribar, al ser señalados lo que nos toca es evaluar si en verdad nuestra conducta, nuestras palabras (o lo que sea que haya sido señalado) están recibiendo un trato justo.

Esta evaluación sirve, en mi opinión, para dos cosas: 1) Considerar quién es el que está haciendo la crítica. Si es una persona constantemente negativa, con tendencia a la murmuración, que no soporta que otros hagan lo que ella no puede, o dejen de hacer lo que a ella le ha tocado, entonces, ¿vale la pena prestarle tanta atención a esa crítica? No es que debamos descartar sólo porque sí una crítica desde ese tipo de fuente, pero considerar quién es el crítico puede ayudarnos a no tomar muy a pecho las cosas. De hecho, si el que critica es una persona que admiramos y apreciamos ¿qué hacemos con sus observaciones? En general, las valoramos, aunque las recibamos siempre con un poco de dolor, porque creemos que el crítico quiere lo mejor para nosotros.

2) Poner en perspectiva nuestro estilo de vida. Es decir, sin importar la fuente de la crítica (y aunque esta no sea la mejor clase de retroalimentación), nos sirve para hacer una pausa y pensar qué tan efectiva, próspera y excelente es nuestra vida, nuestro ejemplo. Es fácil descartar al crítico que no tiene autoridad moral, pero lo que no deberíamos hacer es dejar pasar la oportunidad para crecer y mejorar, incluso a pesar de la lluvia recia de criticones a nuestro alrededor.

Una especie próspera.

Es más, para dejarlo bien claro: los criticones son una especie muy próspera y que se reproduce muy rápido. A veces, también he criticado, y muy duro además. Sin embargo, el poder de una crítica no está en el que la esboza, sino en el que la recibe. El que señala, él mismo se hace daño al incapacitarse para apreciar el potencial. Pero si el que la recibe toma demasiado a pecho cada crítica que recibe, pronto estará a merced del qué dirán. Más bien deberíamos aprovechar esos señalamientos de nuestras faltas para mejorar, para demostrar por qué somos personas de excelencia.

Recuerda: Ser una persona excelente no significa que eres perfecto, sino que sueñas con algo mejor, y en la medida que te mueves hacia la excelencia (que es como el horizonte) siempre encontrarás críticos. Lo extraño sería que nadie te critique, y si eso llegará a pasar, entonces preocúpate, porque lo más seguro es que has dejado de vivir.

Hasta pronto, y ojalá, juntos podamos aprender a sobrellevar las críticas y a sacarles provecho, para que aquellos que nos critiquen pronto puedan darse cuenta del calibre que tiene nuestro carácter, de la fuerza que nos motiva a mejorar, y de que nadie ni nada nos hará desistir de cumplir nuestros sueños.

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