18 de febrero de 2008

¿Medio lleno o medio vacío?

vasomedio Con gran sabiduría alguien ha dicho que la vida es del color del cristal con que la miras. Pero, de hecho, hay que recordar que somos nosotros los que inventamos el color del cristal. Todos los días, frente a cualquier situación, somos nosotros los que decidimos si veremos oportunidades o problemas, si avanzaremos con valor o nos estancaremos en el camino, si pagaremos el elevado precio de alcanzar un sueño o simplemente renunciaremos.

Reconozco que a veces es difícil aceptar esto, porque, para ser realistas, hay muchas situaciones que sobrepasan nuestras capacidades. Además, existe el hecho, si se trata de trabajar con otras personas, de que no todas se motivan por lo mismo y de la misma manera, así que cuando se proponen tareas grupales (en la universidad, en el trabajo) el estrés aumenta considerablemente, porque cada uno seguirá viendo las cosas a su propia manera, dificultando el avance del grupo. ¿Acaso eso no es razón suficiente para entender que no todo es del cristal con que se mira? Yo pienso que no es razón suficiente, porque aunque otros piensen de forma diferente o vean la vida de forma diferente de la nuestra, nadie puede imponernos una manera de ver la vida, pero nosotros sólo tenemos dos alternativas: 1) Forjamos nuestra propia percepción de la vida, o, 2) Aceptamos la percepción que tienen de la vida los demás.

No estoy diciendo que otras personas tengan una manera sombría de ver las cosas, sin embargo, por muy buena que sea la forma en que otro ve su propia vida, no podemos adoptar sus “técnicas” para nosotros mismos, porque nuestra vida es singular, así como nuestra manera de influir sobre el mundo lo es. Claro que podemos aprender de esas grandes personas que suelen sobreponerse a todo obstáculo, claro que ellos y ellas pueden enseñarnos grandes lecciones de vida, mas será hasta que reconozcamos que somos los únicos responsables de nuestra vida, que comenzaremos a vivir en verdad.

Vemos lo que queremos ver.

La realidad que debemos asumir es que cada uno ve lo que quiere ver. Si el vaso de agua está por la mitad, yo puedo decir que está medio lleno, pero tú, mi querido lector o lectora, puedes decir que está medio vacío. ¿Quién tiene la razón? Sería inútil entablar una controversia al respecto, porque ambos estamos en lo cierto, sólo que lo vemos desde perspectivas diferentes. ¿Cuál de las dos perspectivas es más saludable? Tal vez esta sí sea una pregunta que valga la pena, pero de nuevo, lo que importa más es que al ver la vida, veamos la gran misión que hemos venido a cumplir a este mundo.

Hace algún tiempo escuche la siguiente historia, la comparto para que saques tus propias conclusiones y que esas conclusiones te ayuden a seguir por la senda de la excelencia:

Una compañía especializada en la manufactura y comercialización de zapatos quería expandirse, había escogido como nuevo nicho de mercado a África, pero como no conocían el lugar enviaron a dos representantes de ventas (los que consideraban los dos mejores), uno al norte y el otro al sur de África. Las instrucciones eran sencillas, vivir seis meses en el lugar, indagar sobre las posibilidades económicas, entrevistarse con posibles asociados locales, entre otras, y finalmente presentar un informe sobre la viabilidad de llevar zapatos a aquel lugar.

La compañía invertiría en todos los gastos de sus delegados con la esperanza de recibir buenas noticas. Seis meses después, en una junta programada especialmente para recibir los informes, los altos directivos de la compañía se reunieron. El delegado que había viajado al sur de África estaba en el país desde hacía tres días, pero su compañero no había vuelto del viaje, sin embargo sabían que llegaba ese mismo día, así iniciaron la reunión hablando de las proyecciones futuras y se le dio la oportunidad al delegado que estaba presente para que diera su informe.

Sus palabras fueron escuetas y al punto: “No debemos ir a África, es simplemente un riesgo que no debemos tomar. Allí todo el mundo anda descalzo y no veo la forma de venderles zapatos; sencillamente, no les interesan los zapatos”.

Los directivos se vieron unos a otros, considerando seriamente lo que habían escuchado, porque claro está que no enviarían a la compañía a una situación desestabilizante. En ese momento irrumpió en la reunión el hombre que había sido delegado para ir al norte de África. El presidente de la junta preguntó si estaba listo para rendir su informe. Con gran entusiasmo, aquel hombre, que aún llevaba sus maletas de viaje, se dirigió a los asistentes de la junta y dijo: “¡Debemos llevar nuestra compañía a África! Sin duda alguna haremos una gran fortuna. Allí nadie lleva zapatos, así que eso nos hace más fácil la tarea de vender. Es más, propongo que se monte una fábrica en ese lugar, con eso bajaremos ciertos costos y recibiremos mayores utilidades... Vine tarde, porque justo ayer, antes de subir al avión, cerré uno de los tres convenios con los que vamos a comenzar a trabajar en África”.

ojo-mariposa Por demás está decir que la compañía llevó sus zapatos a África. La visión de un hombre, más concretamente, la forma de ver las cosas que tenía un solo hombre, hizo una gran diferencia entre el éxito y el fracaso. Así sucede en todas las áreas de nuestra vida.

Ahora, al salir y enfrentar lo que el mundo trae, la pregunta que debemos respondernos a nosotros mismos es: ¿Qué es lo que veo para mi futuro?

4 de febrero de 2008

Más que buenos deseos – parte 2.

Triunfar En la primera parte de este artículo, hablamos sobre la importancia de mantenernos interesados en las metas que nos trazamos; además, comenzamos por apuntar los tres lugares en los que propongo que podemos desarrollar y fortalecer ese interés enfocado con el cual seguir avanzando, pase lo que pase.

Hoy, vamos a continuar con los dos lugares restantes, así que sean bienvenidos a una nueva entrega de este Blog, Vivir la Excelencia, es un placer servirles por medio de estas líneas. Comencemos.

Nº 2: Fortalecemos nuestro interés, aclarando nuestro sueño.

La mayoría de los motivadores/conferencistas repiten con frecuencia una máxima muy valiosa (reconozco que también me gusta repetirla como ellos) y es esta: “El que no tiene un puerto al cual llegar, ya llegó”. Claro, hay variantes de esta frase, pero el mensaje es el mismo: Sólo al tener claro el lugar al que queremos llegar, podemos mantenernos interesados en llegar. De allí que sea tan necesario aclarar todos los días nuestro sueño, ese destino que queremos para nosotros a corto, mediano o largo plazo.

A veces, al comenzar un trabajo o una carrera en la Universidad, o al iniciar un negocio, ya sea individual o en sociedad, aventuras sin duda muy valiosas para nuestro crecimiento, solemos olvidar cuán importante es dibujar en nuestra imaginación qué queremos para nosotros en los próximos cinco años, o en los próximos diez, o hasta dentro de veinte años. Por eso, “de repente”, comenzamos a olvidar la razón por la que estamos allí, con tareas hasta el cuello, con cuentas por pagar, con papeleo cada vez más abundante (y asfixiante), en fin, sintiéndonos más y más estresados porque las cosas no van como esperábamos, todo es más difícil, y ya no nos sentimos tan convencidos de haber hecho la elección correcta; estamos desmotivados, desinteresados.

La única cura preventiva y re-generativa para este problema, está en el valioso ejercicio de mantener vivo nuestro sueño, viendo con los ojos de la mente cómo queremos ser en algunos años.

El hecho es que al nutrir nuestra visión, seremos capaces de enfrentar las tormentas que la vida trae consigo; entonces nos mantendremos positivamente interesados en las actividades que debamos realizar, a fin de alcanzar esas metas tan anheladas, ese sueño que hemos apreciado de lejos, porque queremos hacerlo realidad. Por tanto, no desestimemos el valor de tener muy claro lo queremos ser y hacer en la vida.[1]

Nº 3: Examinar nuestros motivos.

recursoshumanos998 Este es el tercer y último lugar en el que propongo que podemos hacer crecer nuestro interés enfocado, pero parece un poco extraño. ¿Qué tienen que ver nuestros motivos con mantenernos interesados en lograr un sueño, una meta?

Una muy buena respuesta a esa pregunta la da Arthur Gordon, quien escribió, “En un relámpago de certidumbre vi que si los motivos que uno tiene son erróneos, nada puede ser correcto. No importa que uno sea cartero, peluquero, agente de seguros, ama de casa o cualquiera otra cosa. Mientras uno siente que está sirviendo a los otros, es que la tarea está bien hecha. Cuando a uno sólo le preocupa ayudarse a sí mismo, el trabajo es menos bueno: una ley tan inexorable como la gravedad”.[2]

Lo que quiero recalcar es sencillo: Bien podemos hacer las cosas que debemos apelando sólo a nuestra propia satisfacción, y por algún tiempo podemos sentir que todo va de maravilla, pero poco a poco, si no dejamos ese mundo de soledad, nos volveremos menos apreciados, no tanto por lo que hacemos, sino por lo que somos. De allí que al ver con claridad cuáles son nuestros verdaderos motivos, estemos listos para alimentar nuestro interés por alcanzar nuestros sueños.

Pensemos en Pasteur, por ejemplo, el hombre que revolucionó al mundo con su teoría de los gérmenes, y que además inventó la vacuna contra la rabia. El vio con claridad que su principal misión en la vida era servir a la humanidad. Se cuenta de él, que a veces ni si quiera almorzaba o cenaba, porque pasaba muchas horas trabajando en su laboratorio, ¿tratando de alcanzar fama mundial? No, sólo tratando de servir. Pascal llegó a escribir una sentencia que bien podría ayudarnos a entrever el motivo que ha guiado a muchos hombres y mujeres de la historia a hacer grandes cosas: “El corazón tiene sus razones que la razón no comprende”[3].

Claro que podemos buscar tener éxito en la vida, eso es deseable, y claro que también podemos buscar el reconocimiento para nuestros talentos, pero siempre estará presente el hecho de que es vital saber por qué hacemos lo que hacemos, o transitamos esa ruta especifica, o tomamos esa decisión en particular. El motivo subyace a toda actividad, seamos o no conscientes de ello, mas cuando somos conscientes, estamos mejor preparados para mantenernos firmes en el desarrollo de nuestros sueño.

No estoy diciendo que cada acto, específico y particular, esté determinado por un x motivo, lo que quiero enfatizar es que en su totalidad, la forma en que decidimos vivir nuestra vida, generalmente está regida por uno o varios motivos que nos impulsan.

¿Cuál o cuáles son nuestros motivos para cumplir nuestros sueños? Eso sólo le corresponde a cada uno. Sin embargo, no debemos olvidar que no somos islas, influimos sobre los demás, para bien o para mal; nosotros decidimos al fin y al cabo.

Es mi deseo que juntos podamos mantenernos interesados en alcanzar nuestros sueños, y si se presentan problemas, recordemos que una tensión, aunque pueda retrasar un poco nuestro avance, al final sólo sirve para hacernos más fuertes, sí, cada día más fuertes.


[1] El sueño se forma en la medida que desarrollamos nuestras habilidades o dones personales. Revisa los siguientes artículos para que puedas aprender o reforzar más este tema de tener un sueño: Más que buenos deseos – parte 1; En la cima del mundo – parte 1; ¿Opción o Vocación?; Se supone que sea difícil…

[2] Citado en S. R. Covey, Los siete hábitos de la gente altamente efectiva. Capítulo: Afilar la sierra. El énfasis en la cita es mío.

[3] Blaise Pascal, Pensamientos.

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