29 de diciembre de 2009

Esto También Pasará…

Un año más que se va y un nuevo año que se viene. Sí, axiomático diríamos; obvio, es un ciclo. Pero, al dejar este año ¿qué nos llevamos? Y cuando el nuevo año empiece ¿con qué nuevos proyectos y resoluciones lo saludaremos? ¿Cómo nos encontrará? Seguro que hemos tenido momentos felices y no tan felices, y seguro que esperamos otro año intenso, lleno de nuevos desafíos. Por esa razón quiero contarte una historia. Quizás ya la oíste (o leíste) antes, quizás no; pero lo importante es sacar la valiosa lección de este relato.

El anillo del rey.

 Anillo (1) Un poderoso rey había mandado hacer un añillo de oro que quería legar a su hijo, para que éste a su vez lo legara al suyo y se convirtiera en la reliquia familiar más preciada. Para ello reunió a los sabios de su consejo y les pidió que elaboraran un mensaje lo suficientemente pequeño como para que cupiera en el anillo, pero lo suficientemente profundo como para que les sirviera de inspiración a él y su prole. Los sabios deliberaron por semanas, buscando entre sus libros y sus estudios el mensaje perfecto para el monarca; sin embargo, no lograban dar con esa máxima breve y profunda que se les demandaba.

En el palacio había un servidor ya muy viejo. Éste había servido al padre del ahora gobernante y siempre había sido fiel, por lo cual era muy apreciado por la familia real. Viendo que sus sabios no avanzaban, el monarca le contó a este anciano servidor lo que había pensado hacer con su anillo y le preguntó si él podría ayudarlo. “Con mucho gusto, – respondió el anciano – creo que tengo el mensaje justo para su majestad”. A la tarde le llevó escrito un pequeño papel que cabía justo en el anillo del rey y le recomendó que no leyese el mensaje hasta que estuviera en una situación en la que realmente lo necesitara.

A los pocos meses una invasión enemiga diezmó sus ejércitos y lo obligo a huir, angustiado por haber perdido su reino. Desesperado, entró por un bosque en el que sintió que sus enemigos lo asediaban, y cabalgó a todo galope hasta que de pronto se encontró frente a un gran precipicio. El fin había llegado. Retroceder implicaba caer en manos enemigas y avanzar… era suicidarse porque no había a donde ir. Un rayo de luz iluminó su mente, con presteza sacó de su anillo el papel que su siervo le había escrito y leyó: “Esto también pasará”. De pronto una oleada de paz lo inundó. Dejó de sentir la ansiedad de ser perseguido, recobró su energía, hizo volver las riendas de su caballo y se dirigió a su disperso ejército. Los arengo, les infundió ánimo y al cabo de un poco de tiempo más había reconquistado su reino.

anillo Mientras entraba por su fortaleza, aclamado por la multitud y acompañado de su fiel y anciano servidor, éste se acercó al monarca y al verlo tan feliz por la victoria alcanzada le dijo: “Su majestad, me parece que este es un buen momento para volver a leer el mensaje”. “Pero si todo está marchando bien – replicó el rey – y no veo el motivo para lo que me pides”. Sin embargo, aunque el siervo no dijo más, el soberano saco el mensaje de su anillo y volvió a leer: “Esto también pasará”. Una nueva ola de paz lo inundó. Miró a su anciano criado y le dijo: “Ahora entiendo bien el mensaje”.

Para enfrentar el futuro.

Tal vez lo que estamos enfrentando ahora mismo no sea nada halagüeño, o por el contrario, quizás estemos disfrutando de nuestra mejor época. Sin embargo, ¡cuán oportuno es el mensaje para nosotros! “Esto también pasará”. De lo que trata este mensaje es de poner en perspectiva la vida. Ningún triunfo o fracaso es definitivo, porque la vida no es algo estático y definido; la vida es dinámica, tiene altos y bajos.

20060405022601-ante-mi-reto Así que, para enfrentar el nuevo año, mantengamos cerca de nosotros este mensaje, para que en el momento de mayor necesidad podamos recordarlo siempre. Ya sea que enfrentemos nuestra peor tormenta, o que pasemos por el valle de la paz y la tranquilidad. Después de todo “esto también pasará”…

¡Que tengas un próspero año nuevo! ¡Nos vemos en 2010!!!

8 de diciembre de 2009

Lo esencial es invisible.

principito-z Quiero comenzar este artículo con la siguiente frase de Antoine de Saint-Exupery: “Lo esencial es invisible a los ojos”.

He leído por la red, reacciones muy variadas e interesantes a esta frase, que van desde el humor hasta la más solemne espiritualidad, pasando por alguna gama de sentimentalismos, o refutaciones, etc.

Pero la traigo aquí, a Vivir la Excelencia, porque considero que la excelencia personal pasa por aceptar este hecho fundamental: Lo esencial no se ve siempre, y sin embargo existe. Por esa razón me atrevo a afirmar que la excelencia no se alcanza mediante una serie de técnicas, que aunque muy buenas, sólo pueden trabajar superficialmente; mientras que para llegar a ser excelente se requiere de cambios profundos, se requiere de moldear nuestra vida con la guía de los Principios, lo que no todas las veces resulta fácil.

Dicho lo anterior, quiero esbozar una advertencia: No debemos confundir lo esencial con lo que se siente. Una de las explicaciones más comunes que he encontrado en la red para la frase de Saint-Exupery es esta: “lo que se siente es lo importante” con las siguientes variaciones: “Lo que verdaderamente importa no se ve, se siente”; “uno es siempre lo que siente en el alma”, entre otras. Pero la dificultad de estas explicaciones es que ponen el énfasis no en lo esencial, sino en algo que en nosotros es muy variable: los sentimientos.

Sin querer negar la naturaleza altamente emocional que compartimos todos los seres humanos, la verdad es que hacer de nuestros sentimientos la guía, la norma, el nivel sobre el cual se mide lo esencial, es poner un fundamente demasiado débil y tambaleante. Claro que nuestros sentimientos son importantes, pero no son lo esencial, ni tampoco pueden decirnos fielmente qué es lo esencial. De hecho, la frase misma es una refutación para una explicación basada en los sentimientos o las sensaciones, debido a que asegura que ni los ojos (un órgano sensible) pueden ver lo que en verdad importa.

Y ¿entonces?

Entonces debemos buscar lo esencial en otro lugar, en un lugar que rete tanto a nuestra racionalidad como a nuestros sentimientos; y propongo que ese lugar es el terreno de los ideales y los principios. Avanzar hacia aquellos y vivir por estos es un verdadero ejercicio de confianza que reta tanto nuestros cálculos más precisos, así como nuestros sentimientos.

Me explico un poco más: Cuando tú tienes un ideal, estás dispuesto a correr todos los riesgos, aunque sientas miedo, aunque a todas luces parezca una locura; sin embargo, estás dispuesto a lanzarte a la aventura de alcanzar aquello que sueñas. A medida que avanzas hacia tu horizonte vas aprendiendo a vivir, y muchas cosas que antes veías natural, de repente resulta que no funcionan y debes abandonarlas si quieres mantenerte en la senda. Y no sólo debes abandonar viejos patrones, sino que debes aprender nuevos para poder asegurar que tu viaje sea uno feliz a pesar de las tormentas que vengan. Los principios son justamente esas cosas nuevas que debes aprender, porque aunque la sociedad los ha convertido en valores de elección personal o meramente social, ellos existen, queramos o no vivir en armonía con ellos.

powerofless2 De esta manera, lo esencial, lo importante, es invisible a los ojos, pues se trata de un viaje hacia el mérito, por el camino de la excelencia. Se trata de ése espíritu invencible que te mantiene andando, aun cuando crees que ya no puedes más. Se trata de tu lucha, de ser mejor cada día por aquellos a los que amas. Se trata de las decisiones que tomas al enfrentar un revés, de tu integridad y tu responsabilidad. Se trata, finalmente, de tu vida.

Hasta la próxima entrega.

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