27 de noviembre de 2009

Los 10 Mandamientos de la Excelencia.

pergamino-10mandamientos-VE

I

Descubre y abraza tu Ideal.

II

Vive a la altura de los Principios.

III

No comprometas tus sueños e integridad con algo menor que la excelencia.

IV

Acuérdate de tomarte un tiempo a fin de aclarar tus motivos, recuperar el equilibrio y renovar tus fuerzas espirituales, mentales, físicas y socio-emocionales, para seguir hacia adelante.

V

No te quejes, ni critiques, ni murmures.

VI

Desarrollo relaciones fuertes y constructivas.

VII

Vigila tus pensamientos y hábitos más constantes.

VIII

Acepta tu libertad.

IX

Acepta tu responsabilidad.

X

Acepta que la vida es abundante.

Nota: Luego de pensar bastante en esto de la excelencia, he querido presentar lo que considero sus diez mandamientos. Sin embargo, una vez que terminé de escribir el borrador en uno de mis cuadernos de apuntes, acudí a google para buscar si alguien ya había escrito algo así. Me tope con un libro: “El decálogo de la excelencia”, de Jesús Mondría. Sólo he visto el índice del mismo, y me parece interesante. Pero, mi concepción de lapergamino_1bb_VE excelencia me impulsa a dar, lo que voy a llamar hoy, mi versión de los diez mandamientos de la excelencia. ¡Qué disfruten de esta entrega! Recuerden dejar sus comentarios.

18 de noviembre de 2009

¿Cómo Dejar de Ser Mediocres?

Cain Creo que llegar a esta pregunta e intentar contestarla es la consecuencia lógica de los tres artículos anteriores de Vivir la Excelencia. Debo reconocer que, tanto el artículo “¿Por qué Dejar de Ser Mediocres?” como éste artículo, tienen títulos que podrían ser mal entendidos o tomados muy a pecho. Sin embargo, los presento porque considero que de vez en cuando no cae mal hacernos algunas preguntas, aunque sean un poco dolorosas, aunque no consideremos que se apliquen nuestra condición. Estas preguntas podrían incluir reflexiones como: ¿Soy mediocre o me comporto como una persona mediocre? Y si en alguna área de mi vida encuentro mediocridad, ¿por qué tendría que dejar esa condición? Y más aún: ¿Cómo puedo dejar de ser mediocre?, en caso de haberme dado cuenta de que lo soy.

La receta mágica es…

A ninguno de nosotros nos gusta la idea de pensar que somos mediocres, pero ya hemos dicho antes que la mediocridad es destructiva sólo cuando persistimos en ella, porque es entonces que iniciamos un inevitable descenso. Y persistimos en la mediocridad, cuando creemos que ya hemos alcanzado todo lo que podríamos haber alcanzado, es decir, cuando pensamos que no somos mediocres.

De alguna manera es paradójico que las personas de excelencia sientan que aún pueden dar más de sí (y de hecho, dan más de sí), mientras los mediocres creen que ya lo han dado todo, y mientras los fracasados lloran porque ellos nunca tuvieron mejores oportunidades de superarse. Con este panorama pintado en breves palabras, resulta interesante pensar que cuanto más me esfuerzo por demostrar que no soy mediocre, más me enredo en la mediocridad; pero cuando decidimos seguir la senda de la excelencia, lo que inevitablemente sucede es que dejamos de compararnos con los demás y comenzamos a crecer, a nuestro propio ritmo, es verdad, pero seguimos creciendo. Y entonces cabe preguntarnos: ¿Cómo puedo dejar de enredarme con la mediocridad para vivir la excelencia? ¿Hay alguna receta mágica? Y la receta mágica es… que no hay recetas mágicas para ser personas de excelencia, con calidad de vida y felices.

autoayuda-como-analizar-situaciones-tomar-decisiones-460x345-la1 Aunque vivimos en una época de velocidad, lamento no poder unirme a las voces que oigo por aquí y por allá, dentro y fuera del internet, prometiendo una vida feliz y abundante después de 10 ó 15 pasos. No puedo unirme a los gurús que prometen que con sus cursos (algunos bastante costosos, por cierto) develarán los secretos del éxito, porque sus cursos son los definitivos, los que tienen las fórmulas mágicas para una vida de riqueza y prosperidad. Y no puedo unirme a esas voces que son tan abundantes, sencillamente porque la vida es todo un proceso para el que no existen los atajos. Con esto no estoy queriendo desacreditar la labor que hacen quienes intentan ayudar a los demás a mejorar, sólo quiero poner en perspectiva que una vida de excelencia es mucho más exigente que aplicar una fórmula, porque el ser excelente vive su vida en base a principios.

Así que, la manera que conozco para responder a la pregunta de nuestro artículo de hoy, es la siguiente:

viaje 1. Tener un ideal. Cuando tenemos ideales reconocemos que puede haber personas mejores y peores que nosotros, pero no importa, porque lo que nos ocupa es seguir avanzando en pos de nuestros sueños.

2. Cuidar nuestros hábitos. La creación y perfeccionamiento de un hábito es todo un proceso de preparación y crecimiento. Romper con hábitos nocivos requiere mucho valor. El punto es que nuestros hábitos decidirán nuestro destino.

3. Aprender e internalizar Principios de Vida. El amor, la integridad, la gratitud, la fidelidad, la virtud, entre otros, deben dejar de ser meros valores sociales y deben volver a su justo sitio de Principios guiadores (regidores). Y para que vuelvan a su justo sitio, los Principios deben ser estudiados, meditados, pensados e internalizados, sólo así permearan nuestra vida.

4. Desarrollar relaciones fuertes. Siempre hay personas con las que se puede crecer, porque uno es mejor estando junto a ellas. Y para andar la senda de la excelencia, ¿qué mejor que ir acompañado de alguien excelente?

5. Dejar un legado. Viktor Frankl dijo: “Cada hombre debe decidir, para bien o para mal, cuál será el monumento de su existencia”. Y la manera de dejar un legado duradero en aquellos que nos rodean es integrando los cuatro puntos anteriores. Eso nos impulsará a dejar nuestra huella y nos impedirá acomodarnos en el punto medio donde yacen los sueños de muchos que decidieron que ya habían hecho suficiente. Dejar un legado, es estar dispuestos a vivir todo el proceso de una vida significativa, con sus luchas, caídas y equivocaciones, con sus victorias, avances y aciertos.

No ha sido mi intención escribir los títulos de este artículo y del anterior para herir la sensibilidad de ninguno de mis lectores. Quizás sirva de disculpa decir que, como todos mis escritos anteriores, la primera persona para la que escribo es para mí. Mi deseo es que ésta serie de cuatro artículo haya servido para profundizar (o al menos intentar hacerlo) en este tema que nos puede afectar de una o de otra forma y que al pensar en ello hayamos podido encontrar nuevas ideas, tal vez nuevas fuerzas, para seguir avanzando hacia la cumbre que hemos vislumbrado para nuestra vida.

gersonlogo-new Una recomendación final: Tal vez sería muy bueno que leyeras desde el artículo “¿Qué es Ser Mediocre?” hasta el artículo de hoy en forma corrida. Así tendrías todo el cuadro completo en una sola leída. La razón por la que escribí 4 artículos sobre el tema de la mediocridad es porque me permitiría explayarme en unas pocas ideas en cada entrega.

Hasta la próxima entrega de Vivir la Excelencia.

16 de noviembre de 2009

¿Por qué Dejar de Ser Mediocres?

derecho_laboral Para abordar la pregunta que da título a nuestro artículo de hoy es necesario recapitular un poco. En la entrega “¿Qué es Ser Mediocre?”, hemos dicho que podemos definir la mediocridad como conformismo: conformarnos con lo de media calidad, con lo normal, con llegar al menos a la mitad de la montaña. Y en el escrito “El Problema Real de la Mediocridad” hemos enfatizado que tomar esa actitud conformista es condenarnos inevitablemente a entrar en una espiral descendente de conformismo, fatalismo, negatividad y quejas, y he allí el problema real de ser mediocres.

¿Por qué?

Seamos francos, el mediocre tiene sus ventajas. De nuevo, no intento defender lo indefendible, sólo trato de poner en perspectiva la razón por la que hay que dejar de ser mediocres, y para ello, qué mejor forma que sondear las ventajas que tiene la mediocridad, luego sus desventajas y luego nuestras conclusiones.

¿Qué ventajas puede ofrecer la mediocridad? Si lo pensamos bien, el mediocre ha logrado cosas que el fracasado e indolente nunca ha intentado o soñado si quiera con hacer. Nadie podría acusar a una persona mediocre de no haber intentado algo, porque aunque llegan sólo a la mitad de la montaña, encuentran bastante seguridad psicológica para decirse a sí mismos que al menos lo intentaron. Además, el mediocre no siente sobre sí la presión de tener que avanzar hacia la excelencia, porque al medirse con los fracasados, se ve a sí mismo en una mejor posición, por lo que se siente conforme y en paz consigo mismo. El mediocre tiene buenos empleos, generalmente fijos, con buenos salarios. Seguro que tiene ahorrado algo en el banco y aunque trabaja horas extras, le queda algo de tiempo para salir con su familia o amigos. También es muy educado, tiene una o dos carreras, una maestría y sabe hablar dos o tres idiomas.

autoayuda-como-destrabar-problemas-tomar-decisiones-460x345-la Lo curioso es que las desventajas de la mediocridad surgen de las mismas ventajas que tiene, y esto es mucho más evidente si lo comparamos con los seres de excelencia. En esencia el ser excelente lo es por su constante ansia de crecimiento; no se preocupa por medirse con los demás, porque se mide con los ideales y estos siempre sobrepasan cualquier altura a la que creamos haber llegado. El ser excelente también estudia, pero tener un doctorado no es un prerrequisito para la excelencia, pues hay personas de excelencia que nunca han pisado una universidad. Mientras que el mediocre se contenta con al menos haber intentado algo, el ser excelente sabe que no está aquí sólo para pasar por la vida, sino para dejar un legado constructivo, un legado que inspire a las nuevas generaciones a dar lo mejor de sí. Tal vez la persona de excelencia no tenga un empleo fijo o buenos salarios, puede ser que incluso le toque padecer un poco de hambre, pero no por eso renuncia a sus sueños, pues esos sueños son su fuerza para seguir avanzando sin importar los obstáculos. Lo que hace a una persona un ser excelente son sus cualidades, sus ideales, su compromiso con sus sueños, entre otras cosas. Si tiene dinero, bien; y si no, bien también…

En conclusión.

Seguro que hay muchos huecos en la entrega de hoy, pero lo que he intentado es contrastar aquello que parecen ventajas de la mediocridad con la vida de constante búsqueda de la excelencia, para que respondamos personalmente a esa pregunta “¿por qué dejar de ser mediocres?”

Pero si me permiten un par de ideas, me gustaría sugerir que hay que dejar de ser mediocres porque…

3FA8FC1E02CA1D6B2B4A96D0CD16 … sólo así podremos ver alturas que antes no veíamos.

… dejaremos de compararnos con los demás para medirnos con los ideales de una vida con sentido.

… seremos felices al reconocer nuestra responsabilidad sobre lo que nos sucede.

… seguiremos avanzando por la senda de la excelencia, mientras el mediocre comienza su inevitable descenso.

Por eso, y por muchas razones que seguro ya has pensado, mi querido lector y mi querida lectora, hay que avanzar más allá de la mediocridad.

Hasta pronto y recuerda dejar tus comentarios a continuación…

3 de noviembre de 2009

El Problema Real de la Mediocridad.

preguntas Frecuentes En el artículo anterior hemos igualado a la mediocridad con el conformismo. La justificación para hacer tal cosa nos ha venido de analizar detenidamente la composición de la palabra en sí. Como hemos dicho, ser mediocres es conformarnos con lo normal, con lo bueno solamente y con llegar (al menos) a la mitad de la montaña. Pero dicha definición no pretende en ninguna manera ser absoluta, sino propiciar una reflexión personal sobre eso de ser mediocres o conformistas.

¿Es mala en sí misma la mediocridad?

El objetivo de este artículo es aventurarnos a preguntar: ¿Cuál es el problema de la mediocridad? ¿Es realmente importante hablar sobre esto? No podemos evitar tener juicios a priori respecto a estas preguntas, pero considero saludable suspender brevemente el juicio hasta haber reflexionado un poco. Lo más seguro es que lleguemos a las conclusiones que teníamos antes de iniciar nuestra reflexión, es sólo que ahora las reforzaremos con nuestro compromiso al habernos permitido pensar sobre esto.

En primer lugar, ¿es mala la mediocridad en sí misma? Sin pretender defender lo indefendible, en mi opinión, la mediocridad en sí misma no es mala (o negativa o perjudicial), al menos, en el corto instante en que es un punto. De hecho, parafraseando a José Ingenieros, la mediocridad sirve para que el genio (el ser excelente) apunte hacia la altura a la que el mediocre no puede llegar. La normalidad, lo de media calidad, sólo sirve para mostrarle al ser de excelencia que ya no es posible seguir a ése nivel, sino que hay que avanzar un paso más. De esta manera, el mediocre le sirve al ser excelente como alarma contra una actitud acomodaticia; aunque luego (y a veces a pesar del mediocre) el excelente termine sirviendo con sus ideas y progresos al otro.

En segundo lugar, ¿cuál es el problema real de la mediocridad? Enfatizo la idea de que la mediocridad no es negativa en sí misma, en el corto instante que es un punto en el que se hace necesario tomar una decisión. Vivir la excelencia es un viaje, una escalada si se quiere, en la que no siempre resulta sencillo mantener el ritmo. A veces nos cansamos, o incluso nos desanimamos; también tropezamos y hasta caemos. Entonces llegamos al punto en que hay que decidir. Y la decisión puede ser: seguir avanzando a pesar de todo (lo que hace el ser excelente) o contentarnos con haber llegado a la mitad de la montaña (lo que hace el mediocre). Pero cuidado, aquí es donde comienza el peligro real de la mediocridad y para ilustrarlo usaremos dos ejemplos: 1) Cuando tomamos un recipiente y lo llenamos de agua, el primer día el agua está limpia; pero, ¿qué sucede a la semana siguiente o al mes siguiente? El agua se ha descompuesto, pues es el resultado natural del estancamiento. 2) 016 Monte Elbrus Rusia Imaginemos que vamos subiendo por una montaña y a la mitad nos falta el aliento. Nos detenemos, por un momento, para tomar una decisión. En ese momento en que nos detenemos somos mediocres, pero no hay problema, hacer esa pausa no está mal en sí. Lo que hace la diferencia es la decisión que tomamos: Si decidimos avanzar, obviamente dejaremos el punto medio en el que nos detuvimos y llegaremos a nuevas alturas. En cambio, si decidimos que no podemos seguir porque el camino es demasiado difícil, lo que inevitablemente sucederá no es que nos quedaremos a la mitad del camino para siempre, sino que comenzaremos a descender por la montaña. De esta manera, la mediocridad no es un estado permanente, sino el momento en que se debe decidir.

Ahora, si es importante o no reflexionar sobre esto, es una cuestión personal que debemos enfrentar tarde o temprano. Ojalá sea temprano, porque entonces podremos ver más allá de las limitaciones personales o ambientales con las que debemos lidiar todos los días.

En resumen.

idea_bulb Me gustaría terminar este artículo haciendo un breve resumen de cuatro puntos: 1) La mediocridad tiene su lugar en el mundo, pero eso no significa que debamos acomodarnos (o contentarnos) en la mitad del camino. 2) La mediocridad es un punto en el que se debe tomar una decisión (por eso tiene su lugar en el mundo), y de la decisión depende el futuro de nuestras vidas. 3) Decidir seguir avanzando bajo la luz de nuestros ideales, aunque sea difícil, es vivir la excelencia y eso nos permite aspirar a nuevas alturas. Pero recuerda, aunque esto de las nuevas alturas puede ser diferente para cada uno; sin embargo, el estilo de vida será el mismo. 4) Decidir no seguir avanzando es condenarnos a un inevitable descenso.

Así, la mediocridad es caer en una espiral descendente de conformismo, fatalismo, negatividad y quejas, entre otras cosas, y es en el constante descenso donde se encuentra el verdadero problema del mediocre y de la mediocridad. Por tanto, debemos tener cuidado con contentarnos por haber llegado a la mitad del camino, porque podríamos estar propensos a descender si no elevamos la vista hacia la altura que nos espera.

Hasta la siguiente entrega.

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