31 de octubre de 2011

Seguir, ese es el secreto.

pasos Cuando el camino se pone cuesta arriba

y tus fuerzas comienzan a flaquear;

cuando parece que el viento te derriba

y ya sin ánimo, comienzas a dudar

que tienes un lugar en este mundo,

que puedes hacer tú la diferencia

y en un grito desgarrador, iracundo,

te enfrentas a la inclemencia

de una existencia que te sabe injusta,

llena de dolor, tristeza y miseria,

en la que una vida que se alza augusta

es solo una lejana y vana quimera,

no te desanimes, pues cree solamente

en las posibilidades que ante ti se alzan,

bajo el disfraz de un fracaso impertinente

que tal vez a tus sueños descalzan,

solo para enseñarte por suerte

que de la excelencia este es el secreto:

seguir tras tu sueño hasta la muerte,

seguir y enfrentarse a cada reto.

perseverar1

4 de octubre de 2011

Morir con gloria.

destino «Morir es el destino común de los hombres; morir con gloria es el privilegio del hombre virtuoso»

Isócrates

Si de algo podemos estar seguros en esta vida es que todos vamos a morir. Pero nuestra atención no debería estar en la clase de velorio que tendremos, ni si asistirán sólo nuestros seres queridos. Más bien, sería bueno que pensáramos en el legado que vamos a dejar cuando muramos y, para ello, sólo hay un camino: la virtud.

Dejar un legado (morir con gloria, según Isócrates) es un privilegio, mas está vedado para quienes carecen de sueños e ideales. Aquellos que se conforman con lo poco, que creen que son lo suficientemente buenos, que no necesitan crecer ni un centímetro más, morirán la muerte común de los de su estirpe. Pero quienes no se conforman a la moral común, sino que buscan los Principios elevados de vida, y tienen sueños por los que luchan e ideales que son su horizonte, ellos morirán privilegiados, porque habrán tocado aunque sea una vida.

Pero la virtud no es dogma, no es imposición, es el desarrollo del carácter. No es virtud la que se hereda, ni la que se enseña en las escuelas o universidades, por mucha ética que se pretenda inculcar. La virtud va más allá de eso, busca la perfección. Que no existe en nuestra condición humana algo perfecto (ni persona, ni familia, ni organización) es cierto, pero el hombre y la mujer de virtud no busca para encontrar algo perfecto, sino lo que puede ser perfectible.

Todo es perfectible en esta vida, y así el santo, el virtuoso, el genio, busca en sus sendas esa perfección. La excelencia de su vida no está en que crean ser la cúspide, más bien está en que siguen caminando para poder atisbarla aunque sea de lejos. Esta es la gloria del hombre virtuoso: seguir mirando hacia el cielo aunque su vida sea la más alta. No se conforma con ser bueno o muy bueno, quiere ser excelente.

Tomado de mi e-book “En la Búsqueda de la Excelencia” pág. 172, 173.

11 de agosto de 2011

El Núcleo de la Motivación.

motivacion-escritor En el artículo de hoy quiero abordar, brevemente, este tema que es muy usual en la literatura sobre desarrollo personal, dirección de equipos, gerencia, entre otros tópicos. Me refiero al tema de la motivación. Con franqueza, nadie puede discutir la necesidad de ser personas muy motivadas, o de estar rodeados con otras personas muy motivadas, o de saber las técnicas necesarias para motivar a otros a la productividad. Hay libros enteros cubriendo alguno de esos aspectos. Y entre los libros de autoayuda, por lo general encontramos algún capítulo dedicado a ese apartado de la motivación.

Pero, ¿será posible que entre tantos conceptos y muy buenas ideas para mantenernos entusiasmados por una tarea, hayamos perdido el rumbo? ¿Es posible estar tan entusiasmados con algo, solo para darnos cuenta, al final, de que eso no era lo que realmente queríamos? ¿Es posible trabar duro, hacer renuncias, hacer la tarea con alegría, y sin embargo, hacerlo todo eso por una razón artificial?

No me quiero meter en problemas con estas preguntas. Y tampoco pretendo desvelar alguna novedad al respecto de la motivación. Pero me parece que son preguntas que vale la pena tener en cuenta para reflexionar en algún momento, en especial si un día nos levantamos de nuestras camas para notar una veta de desánimo que asoma en nuestros ojos, mientras nos miramos al espejo.

Explorando el núcleo.

En mi opinión, para entender y desarrollar una vida motivada, hay que comenzar por lo básico del significado de la palabra motivación, que es simplemente actuar impulsados por un motivo. En el arte la motivación, el motivo es lo fundamental.

Motivation icon Rick Warren, en su libro Liderazgo con Propósito, nos dice que “los motivadores externos solo funcionan con los niños”, pero ¿has notado cómo en las empresas, en las iglesias, en las familias, en los equipos deportivos, etc., seguimos tratando de motivar a las personas por medio de recompensas o castigos externos? Esto lo han llamado algunos la técnica de “la zanahoria y el palo”: lo cual significa que te doy una zanahoria si haces las cosas bien y te doy palos si no. Sin embargo, ¿cuánto tiempo duran estos motivadores externos? Con esto no estoy diciendo que no deba haber recompensas y castigos, sino que esas cosas no debería constituir la base de la motivación.

Por otro lado, el motivo es algo interno, es algo que consciente o inconscientemente nos impulsa hacia la acción. Con todo, no basta que el motivo sea algo interno, pues en una de las preguntas que nos planteamos antes nos cuestionamos si era posible hacer renuncias, trabajar duro y con alegría, y sin embargo hacerlo todo por una razón artificial. Además de tener un motivo es necesario que sepamos que es correcto.

Entiendo que a mucha gente la idea de lo correcto o incorrecto le causa escalofrío, por el mundo tan distorsionado en que vivimos, por las tantas corrientes ideológicas que hay, porque cada quien cree que puede decidir si algo está bien o no, porque al final (según ese tipo de pensar) no hay nada malo ni bueno.

Sin embargo, la realidad es algo diferente. Debe existir un claro contraste a fin de saber que caminamos por la senda mejor para construir una vida de excelencia. Así que, además de tener un motivo personal, interno, con el cual nos identificamos, debemos saber si nuestro motivo es eterno. Es decir, ¿qué clase de legado dejaremos al mundo? Y por mucho que nos esforcemos en creer que a nadie le importa cómo vivimos, la verdad es esta: vivimos en un mundo interdependiente en el que lo bueno o lo malo que hacemos, influye directa o indirectamente sobre los demás.

El núcleo de la motivación está allí, en el motivo que te levanta cada mañana para enfrentar los desafíos del nuevo día; que te hace enfrentar cualquier circunstancia; que te impulsa cuando la voluntad y la razón dicen que ya no puedes más.

Sin el motivo correcto, es posible tener mucho entusiasmo y mucha pasión, y sin embargo seguir sumergidos en la mediocridad. Nos pareceríamos mucho al hombre que queriendo hacer un viaje por toda Europa, se compra un mapa de Suramérica. No importa cuanta pasión tenga, ni cuanto entusiasmo le ponga a la tarea de visitar la torre Eiffel, o la torre inclinada de Pisa, o el Arco del Triunfo, nunca llegará porque no tiene el mapa correcto.

lampara1 ¿Has aclaro ya el motivo que impulsa tu vida?

Estas entradas pueden ayudarte a profundizar un poquito más en el tema:

Lo que la vida espera.

La necesidad de soñar.

¡Propósitos, propósitos, propósitos!

¿Tienes un “por qué”?

11 de julio de 2011

Disciplina – II

Que-es-una-meta «La verdadera disciplina no se impone. Sólo puede venir del interior de nosotros mismos»

Dalai Lama

Hace algunos años, mientras escuchaba una charla sobre administración del tiempo, el exponente hizo una pregunta: “¿Qué es la disciplina?” Luego de preguntar a dos personas antes, se dirigió a mí. Mi respuesta fue: “La disciplina es un profundo Sí en nuestro interior que nos permite decir No a todo aquello que puede distraernos de nuestras metas”. Me vio, incrédulo por la respuesta que le había dado y, sin hacer ningún comentario, hizo la misma pregunta a otra persona que dijo: “La disciplina es un conjunto de normas que se establecen para que realicemos las actividades”. “Eso, – replicó el expositor – eso es lo que andaba buscando, un conjunto de normas”.

Como tú has notado, mi respuesta no es original mía. De hecho, no pretendo que las ideas expuestas en este sitio han nacido exclusivamente en mi cabeza, porque rápidamente podrás constatar que las personas de excelencia de todos los tiempos han vivido de una manera extraordinaria, y es de esos seres que aprendemos cómo vivir por encima de la mediocridad.

En mi humilde opinión, aunque las normas son importantes, ellas solas nunca podrán darnos la disciplina necesaria para alcanzar nuestros ideales, sencillamente porque son prácticas que no se pueden aplicar indistintamente a todo el mundo. Es más, creer que las normas garantizan nuestra disciplina es fijar nuestra atención en motivadores externos y, como vez tras vez nos lo ha ratificado la vida, si no nos hacemos responsables de nuestros propios pensamientos y motivaciones, no podremos alcanzar nuestro máximo potencial.

Un ardiente Sí en nuestro interior es estar enamorados de nuestro sueño, y por ese amor comprometernos a su realización. Cuando amamos nuestro ideal, entonces creamos las normas y prácticas necesarias para alcanzarlo. Lo curioso es que estas normas que creamos no se parecen a las sociales, porque la disciplina no se impone… nace en nuestro interior, nace de encontrarle sentido a lo que hacemos, nace del “por qué” que nos hace enfrentarnos a cualquier “cómo”.

Adaptado de mi e-libro, “En la Búsqueda de la Excelencia”, pp. 168

7 de julio de 2011

Disciplina – I

perseverar1 «La disciplina es el alma de un ejército. Hace formidable a un pequeño grupo, le da fuerza a los débiles y sube la autoestima de todos»

George Washington

No se puede subestimar el poder de la disciplina, porque con ella se alcanzan las alturas a las que aspiramos. Los hombres y mujeres ilustres de la historia han sido muy disciplinados para realizar aquello en lo que habían puesto todas sus esperanzas. Algunos de ellos llegaron a hacer afirmaciones como que “el genio es 1% de talento, más 99% de transpiración”, porque creían que aunque tenemos habilidades naturales muy importantes a la hora de buscar nuestros ideales, sólo el desarrollo constante de dichas habilidades puede hacer una diferencia real.

Pero, ¿puede alguien ser muy organizado y no ser disciplinado? Sencillamente, sí. La disciplina no tiene que ver con organización, por muy importante que sea esta. La organización es el deseo que tenemos de realizar nuestras actividades sin pérdidas de tiempo, es poner en un papel los horarios para realizar esta o aquella tarea; pero sin disciplina, todo eso es sólo un buen deseo sobre el papel.

Nuestra autodisciplina nos fortalece, puede subir nuestra autoestima, puede hacer de nuestras familias y organizaciones entidades formidables. Y esta autodisciplina surge del compromiso que tenemos con nuestros sueños.

Inmediatamente viene la organización, el poner en primer lugar lo verdaderamente importante para nuestra vida, y como somos personas disciplinadas podemos llevar a cabo aquello que nos proponemos.

En la siguiente reflexión vamos a profundizar un poco más al respecto de esta virtud tan importante para quienes mantenemos nuestros pasos por la senda de la excelencia.

Tomado de mi e-book “En la Búsqueda de la Excelencia”

27 de junio de 2011

¿Hacia dónde estamos yendo?

¿Hacia dónde vamos? ¿Alguna vez te has preguntado por qué sigues corriendo, a dónde quieres llegar, y si valdrá la pena el costo? Tal vez cuando miras hacia el frente, al horizonte, al futuro, escuchas muchas voces (bien intencionadas, incluso) que te dicen que ese camino que has escogido no es el camino, que estás desperdiciando tus talentos, que bien podrías hacer esto o aquello, pero no lo que sueñas, eso no, porque es demasiado loco, demasiado arriesgado… y miras hacia atrás, y te entran ganas de volver a la comodidad de no contrariar a la sociedad, de no arriesgarte a ser visto de menos, o con recelos, porque intentas alcanzar tus ideales.

Ad astra per aspera

Pero pongamos los pies sobre la tierra. Cuando soñamos con nuestros ideales todo nos parece maravilloso, idílico; hasta que miramos a nuestro alrededor y nos damos cuenta que hay más tropiezos de los que imaginamos. Estos tropiezos toman varias formas, pero quiero agruparlos en tres grandes bloques para considerarlos mejor:

1. Las dificultades propias de la obra que queremos emprender. Todo sueño lleva consigo su propia cuota de sacrificio, es algo inherente a él, y debemos ser capaces de decidir estar dispuestos a pagar ese precio. Algunos dirán que hay que saber exactamente cuál es el precio a pagar, pero esto no es del todo posible. Podemos intuir algunas cosas, pero la vida dejaría de ser una aventura si supiéramos todas las respuestas.

2. Nosotros mismos. Sí, nuestros temores y ansiedades, o nuestras dilaciones. Pero no hay manera de evitar los temores y ansiedades. Si no hacemos nada, siempre temeremos ser mediocres y fracasados, y tendremos la ansiedad de ver que otros alcanzan sus sueños. Si hacemos algo, podemos temer fracasar en el intento, pero cuando lo intentamos con todas nuestras fuerzas el fracaso se convierte en un peldaño. Winston Churchill dijo una vez que el éxito consiste en ir de fracaso en fracaso.

3. Los demás. Porque siempre habrá personas que, bien o mal intencionadas, intentarán frenarnos y nos pintarán el cuadro más oscuro de la situación. Sin embargo, si elevamos un poco más la vista, hacia nuestros ideales, seguro que podremos ver un rayo de luz, tenue tal vez, pero que nos hará continuar por sobre las sombras de la multitud que nos cierra el paso.

El camino para nuestra realización seguro que será áspero, tiene que serlo. ¿Por qué? Porque esa es la forma en que nuestros objetivos se van puliendo y nuestro carácter va tomando brillo. Es cierto que esto no resulta popular en nuestros días, en especial cuando vemos a personas muy adineradas (a las que parece no faltarles nada), con caracteres deformes y personalidades defectuosas… Y con todo, es por esos mismos ejemplos que se hace tan necesario elevar los ideales más allá de las convenciones actuales, hacia la excelencia del carácter.

Así que, ¿hacia dónde estamos yendo? Solo nosotros (cada uno en particular) podemos responder a esta pregunta, porque es una cuestión de elección: Elegir la búsqueda de la excelencia continua, o elegir acomodarnos y mezclarnos con la masa. No se trata de esnobismo, sino del trabajo humilde que se realiza en silencio, dando siempre lo mejor de nosotros a la tarea que amamos.

4 años de viaje PD: Gracias por acompañarme durante estos 4 años de Vivir la Excelencia. Es un gusto compartir con ustedes, leer sus comentarios, y saber que puedo servirles. Poco a poco vamos configurando nuevos proyectos, siempre con la misión de servir a cada uno de ustedes que se acercan a esta ventanita de mi casa a leer un poco. Les deseo mucha prosperidad y que cada día, al levantarnos, nos inspire el ideal de seguir avanzando, de seguir viviendo la excelencia, porque esto es un camino, no una meta; es un ideal, un horizonte, que cada día nos va haciendo más fuertes y mejores.

Atentamente,

Gerson E. A. Arenivar

22 de junio de 2011

Una vida de constante crecimiento.

2avanzar «Hay una cosa que quiero que recuerden. No quiero recibir mensajes que digan que nos estamos manteniendo en la misma posición. Nosotros avanzamos constantemente»

George Patton

Hoy es un día para mejorar cualquier área de nuestra vida que necesita ser mejorada, o en la queremos perfeccionarnos. Hoy, que nos hemos levantado, tenemos la oportunidad de elegir vivir una vida de excelencia. Hoy podemos renunciar a la idea de la escasez, para vivir una vida abundante que constantemente nos eleve en nuestro potencial.

En la vida encontramos ejemplos poderosos que nos aleccionan en contra del estancamiento. Tal como la frase que encabeza estas consideraciones nos dice, debemos avanzar constantemente, incluso si somos considerados por otros como expertos en lo que hacemos. La verdad es que siempre se puede mejorar, y hace algunos años leí una historia que me inspiró mucho. Un periodista le preguntó al chelista español Pablo Casals: “Señor Casals, tiene noventa y cinco años y es el más grande chelista que haya existido. ¿Por qué practica todavía seis horas al día?” La respuesta fue muy sencilla, digna de un hombre de excelencia: “Porque creo que estoy mejorando”.

Cuando emprendes el camino de la excelencia, sin importar cuánto éxito coseches durante la travesía, sabes que aún queda mucho por andar. Eso es lo que te diferencia de los demás. Tus talentos no son diferentes, tienes la misma inteligencia, pero sigues creciendo mientras otros deciden que ya es suficiente para ellos. mejorar-crecer Ese “ya es suficiente” nace de creer que hay que conformarnos, porque todo es escaso en la vida, así que basta con lo que ya tenemos. Sin embargo, tú sabes que tienes todavía mucho potencial, que las oportunidades nunca se acaban, que la vida es tan abundante que sólo podrás detenerte realmente el día que mueras. Mientras tanto, te das cuenta de que estás mejorando.

13 de junio de 2011

Alejando al invierno.

chicatriste1 «La risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano»

– Víctor Hugo –

Al permitir que las negras nubes de la preocupación se manifiesten en nuestro semblante, perdemos algo más precioso que nuestra apariencia, perdemos nuestra serenidad. Pero al sonreír, ése sólo hecho es como dejar que un rayo de luz atraviese una habitación totalmente oscura y así se puede saber que más allá existe un lugar iluminado.

Lo curioso es que si buscas en Internet fotografías de los hombres y mujeres más ilustres de la historia, casi todos ellos han sido retratados de forma solemne y seria. Esto ha creado una imagen que no es real respecto a ellos, como si para hacer grandes cosas y triunfar en la vida debiéramos ser sombríos o calculadores, o tan solemnes y serios que ni una sonrisa pueda escaparse de los labios.

Claro que eran seres muy serios, solemnes y trabajadores, pero también sabían disfrutar de la vida, sabían reír de sí mismos, sabían sonreír a los demás. Tal vez no era tan evidente porque sus vidas estuvieron dedicadas al trabajo, al estudio, al experimento. Y, tal vez no han sido comprendidos, porque su placer no derivaba del mismo lugar del que provenía el de las personas sin ideales.

La sonrisa del ser excelente nace de la satisfacción, no sólo de la tarea realizada, sino de la experiencia que vive en el camino del desarrollo constante. Sabe que debe defender sus opiniones, pero no debe esgrimirlas como verdades absolutas y, cuando encuentra nueva evidencia, es capaz de Nacimiento del sol reconocer sus fallos y seguir avanzando. Esto le causa placer, esto lo hacer sonreír, pues la vida es un experimento que no acaba nunca. ¿Por qué malgastar la vida quejándose? El hombre y la mujer con altos ideales también tienen problemas, pero se levantan con optimismo, sonríen y permiten a su mente ver soluciones que de otro modo no podrían ver. Alejar el invierno de tu vida comienza con una sincera sonrisa, inténtalo.

(Tomado de mi e-book “En la búsqueda de la excelencia”, pp. 130)

7 de junio de 2011

Ataca a la dificultad.

20080301_optimismo «La mejor forma de vencer las dificultades es atacándolas con una magnífica sonrisa»

Sir Robert Baden Powell

Ante la frase de hoy es muy posible una reacción bastante escéptica como la de “seguro que nunca se enfrentó a verdaderos problemas”; o “el que dice eso no tiene idea de lo que yo estoy pasando con mis problemas”; o “lo que quiero son soluciones, no consejos de cómo sonreír”. Todas esas reacciones son sumamente validas, pero me gustaría plantear un par preguntas: ¿Qué ganamos con espaciarnos en las cosas negativas que nos pasan? ¿Cuánto bien nos hacemos a nosotros mismos cuando cedemos a la desesperación y permitimos que la angustia nuble nuestros sentidos y pensamientos?

Francamente, la mejor forma de evitar caer en la trampa de creer que somos las víctimas de un destino aciago, es sonreír, sincera y auténticamente. La verdadera sonrisa, como la verdadera risa, son características saludables. Pero cuidado con la risa falsa, esa que denota ser una mueca solamente, con mucho ruido, pero vacía.

Sonreír con sinceridad sólo está al alcance de los seres de excelencia, porque saben que nadie puede quitarles su paz, su seguridad. Después de todo, PAZ no es ausencia de problemas, sino tranquilidad en medio de la tormenta. Esto no es automático, especialmente porque casi todo lo que nos rodea nos ha enseñado a quejarnos, pero si miras a la naturaleza, verás cosas diferentes: verás al árbol mantenerse firme frente al vendaval; verás al pájaro cantar, aunque retumban los truenos. Sinceramente, ¿es tan mala tu vida que no puedas hacer un alto y buscar en tu corazón una razón para sonreír de verdad?

Pronto el alba irrumpirá con sus hermosos rayos de luz y calor,dientes

Aunque por un momento debamos pasar la noche oscura y

Zumben los vientos impetuosos; pronto, pronto reinará el amor.

(Tomado de mi e-book “En la Búsqueda de la Excelencia”, pp. 128)

1 de junio de 2011

Lo que la vida espera.

manno «En realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros»

Víktor E. Frankl

Existe mucha literatura que nos advierte en contra de la mediocridad. Dicha literatura parece tener algo en común: nos dice que el hombre mediocre se pasa la vida esperando recibir. El problema no radica en sí en que quiera recibir, sino en su incapacidad de producir ideales, bienes, progreso que valga la pena, pues vive quejándose de no tener el dinero, el coche, la casa, la familia que quiere, entre otras cosas.

Sin embargo, el hombre y la mujer de excelencia no se preocupan tanto de lo que la vida pueda darles, su misión es darle a la vida una existencia plena. Los grandes hombres y mujeres de la historia, muchas veces tuvieron que enfrentar hambre, tristeza y dolor. Incluso tuvieron que enfrentar pérdidas muy sentidas, pero no se amilanaron, porque sabían que en nuestro paso por el mundo, una vida plena es la mejor renta que podemos pagar. No sin luchas, y a veces hasta obligándose a seguir en pos de sus sueños, estos seres excelentes nos legaron el mundo en el que vivimos.

Los avances de la historia, el progreso (como lo llama José Ingenieros) es el resultado de estos hombres que no se dedicaron a pedir, sino que reconocieron que la vida los interrogaba y decidieron responder con una vida de altos ideales con grandes resultados.

dar Es privilegio de cada uno usar sus talentos para dar lo mejor de sí, así mismo es responsabilidad de cada uno forjar grandes estándares de vida. Lo único que espera la vida de ti es que vivas con propósito, que le des sentido a tu existencia, para lo cual lo único que necesitas es tener un sueño, ir triunfando y aprender cada día los principios elevados que potencian la excelencia personal.

(Tomado de mi E-book “En la Búsqueda de la Excelencia” pp. 70)

20 de mayo de 2011

¿Triunfar o ir triunfando?

triunfar «No se trata de triunfar en la vida, sino de ir triunfando»

Doménico Cieri Estrada

A medida que adquirimos nuevos conocimientos por obra de nuestra inversión en la lectura, y a medida que invertimos en otras áreas de nuestra vida, como el cuidado de nuestro cuerpo, el fortalecimiento de las relaciones importantes, el desarrollo de nuestra espiritualidad (esto último tiene diferentes connotaciones para diferentes personas), nos damos cuenta que nuestra existencia no se trata de alcanzar un triunfo lejano, idílico, sino de ir triunfando todos los días.

El ideal que nos formamos, los sueños que albergamos, son los guías maestros con los que vivimos, mas para acercarnos a ellos hace falta que todos los días demos un paso. Cada uno de estos pasos es un triunfo en sí mismo, que sirve para ir construyendo la gran realización de nuestra vida. Esto tiene que ver con las actitudes que tenemos, con los hábitos que cultivamos, con los pensamientos que acariciamos. Siempre tenemos la oportunidad de pensar en aquello que realmente queremos para nosotros y, concentrando nuestros pensamientos en ello, comenzar a alejar de nuestra vida la actitud que podría limitarnos, o cambiar los hábitos que entorpecen nuestra efectividad.

Lo que la frase escogida para hoy nos dice es que el triunfo no se alcanza si no se ejercita, de allí la necesidad de ir triunfando cada día, pues no es Horizonte necesario hacer una gran cosa para ser grande; hay muchas cosas pequeñas que pueden hacer realmente la diferencia. Si sólo te decides a sonreír hoy, si te decides a ver oportunidades en vez de calamidades, si comienzas a invertir en tu conocimiento, si decides que hoy vas a comenzar a cuidar tu cuerpo, etc., ya estarás triunfando, pues cada decisión que tomamos para ser mejores cada día es un gran primer paso en la senda de la excelencia.

(Tomado de mi E-book - “En la Búsqueda de la Excelencia”, pp. 68,69)

17 de mayo de 2011

Una aventura.

vida imensa «Justo cuando me supe todas las respuestas de la vida, cambiaron las preguntas»

Anónimo

¡Cuán monótona sería la vida si pudiésemos encontrar un libro donde estuvieran escritas todas las respuestas! Por fortuna, la vida está hecha de tal manera que cualquier intento de evadir la aventura sea condenado al fracaso. Las preguntas con las que nos enfrentamos están constantemente cambiando, los viejos métodos sólo sirven de referencia, pero hay que trabajar sobre nuevas ideas. Estas nuevas ideas pueden haber sido expuestas mucho tiempo ha, mas la forma en que las aplicamos ya no puede ser la misma de entonces.

Pero hay una manera segura de caminar por la vida, incluso si no tenemos las respuestas para cada situación. No es una fórmula en sí, sino un estilo de vida: Vivir por Principio. Aunque constantemente el mundo cambia, los principios con los cuales nos volvemos personas excelentes no cambian. Ellos son un verdadero núcleo del que podemos aferrarnos mientras exploramos nuevos modos de ver la vida, y de hacer las cosas, cada vez más efectivos. De hecho, son los principios (como el amor, la integridad, la templanza, la laboriosidad, el desarrollo, etc.) los que nos dicen cuál es la manera más elevada de vivir.

Y ya que la vida es una verdadera aventura, una manera de entender correctamente la función de los principios es pensar que son hitos, marcas dejadas a nuestra vista para que sepamos cuál es el mejor camino. Ellos no nos dicen cuándo hacer, ni cómo, ni dónde, porque responder a esas preguntas es nuestra tarea. Descubrir la manera en que los vamos a aplicar a nuestras singulares situaciones es lo que hace de la vida algo irrepetible.

017 Hito de piedras Nunca podremos saber todas las respuestas, pero no lo necesitamos si sabemos vivir una vida de altura. La autenticidad que imprimimos a nuestra existencia, los ideales que abrazamos, los desafíos que enfrentamos, son todo el equipaje que ocupamos en este viaje.

(Tomado de mi e-book “En la Búsqueda de la Excelencia”, pp. 64-65)

6 de mayo de 2011

Sé un árbol – II.

arbol_humano «El secreto de nuestro crecimiento está en las raíces, en conocer los Principios de Vida»

Gerson E. A. Arenivar

Como lo aclaramos en la lectura anterior, no somos los únicos que sufrimos. A nuestro alrededor hay personas que están pasando, en este mismo momento, por situaciones difíciles (quizás como nosotros mismo); pero, ¿ya te has preguntado por qué hay personas que a pesar de las tormentas se ven tranquilas y hasta felices?

A veces, las respuestas a preguntas como la anterior nos causan problemas, porque nos parecen tan simples que, bueno, nosotros quisiéramos que se nos dé una fórmula más elaborada, más acorde a nuestra inteligencia; sin embargo, la vida nos ha enseñado que las respuestas a las preguntas más difíciles son a menudo respuestas sumamente sencillas. Entonces, ¿por qué una persona puede ser feliz, tener paz y crecer cuando lo azota la adversidad? Porque ha decidido ver la vida (y todo lo que ella implica) como una oportunidad constante de crecimiento.

Lamento mucho si no era la respuesta que esperabas, pero el secreto del éxito, el secreto para volver a levantarnos cuando encontramos tropiezos en el camino y caemos, el secreto para nuestro constante crecimiento, no se encuentra en ninguna técnica o en una simplemente complicada mentalización, aunque ellas pueden tener su lugar; el secreto de nuestro crecimiento está en las raíces, en conocer los Principios de Vida como la integridad, el amor, la fidelidad, la responsabilidad, etc.

Estos Principios no son técnicas ni mentalizaciones, son guías para vivir un estilo de vida elevado y en constante búsqueda de la excelencia personal, familiar y profesional. Cuando ellos sustentan profundamente nuestras vidas, como las raíces del frondoso árbol, nos sirven para alimentar nuestro Rayo arbol carácter y arraigarnos fuertemente a la seguridad que proviene de vivir una vida noble. Esto es un proceso constante, así como el árbol nunca deja de depender de su raíz para ser alimentado. De hecho, cuando un árbol ha caído, es fácil notar que sus raíces no eran lo suficientemente profundas, o que no alimentó bien a su tronco y este se pudrió. Por eso, alegrémonos cuando viene una tempestad, porque si sentimos que tambaleamos, tal vez sea un buen momento para examinar nuestro fundamento y hacer los arreglos necesarios. Sé un árbol.

(Adaptado de mi e-book “En la búsqueda de la excelencia” pp. 36, 37)

4 de mayo de 2011

Sé un árbol – I.

arbolviento_01 «No hay árbol que el viento no haya sacudido»

Proverbio Hindú

La analogía del árbol tiene unas fascinantes relaciones. De ella vamos a ocuparnos en dos reflexiones que ponen de relieve al menos dos aspectos muy interesantes: La firmeza frente a la prueba y de dónde viene esa firmeza.

Primero nos vamos a ocupar de la firmeza. El proverbio hindú, la frase célebre para hoy, pone de relieve una realidad que a veces dejamos pasar de largo por mera conveniencia: Todos hemos sido (o estamos siendo) sacudidos por el viento de la prueba. Pero, te explico, la razón por la que digo que la dejamos pasar es porque cuando las pruebas vienen a nosotros nos quejamos, sufrimos y esperamos que todo el mundo lo sepa, pero claro que no lo decimos abiertamente, para no parecer unos miserables; mas cuando el viento sopla fuerte en la vida de los demás somos implacables, pensamos que deberían dejar de quejarse, como si nosotros mismos no lo hubiésemos hecho alguna vez.

Ahora, lo que me ocupa en esta lectura es que entendamos que tú y yo no somos los únicos que hemos tenido o tenemos pruebas, pues el viento ha sacudido y sigue sacudiendo muchas vidas. Sin embargo, a pesar de viento, el árbol sigue siendo fuerte. En silencio y casi de manera estoica soporta el vendaval y es allí donde nos deja la gran lección para hoy: Mantenernos firmes, aunque arrecie la tormenta. Es verdad que hay ocasiones en las que sentimos que nuestras fuerzas se agotan, pero recuerda que tú no eres una mota dejada al viento para ser arrastrada por donde él quiera; tú eres un árbol fuerte, y puedes enfrentar la prueba.tormenta_sol_arbol

Todos debemos encarar la tormenta y, sin embargo, mantenernos firmes o caer al final de la misma es una cuestión de cómo la hemos encarado. Pero, para saber cómo enfrentar la vicisitud, es necesario que echemos profundas raíces (y de eso hablaremos en la próxima entrega).

(Tomado de mi E-book "En la Búsqueda de la Excelencia", pág. 34, 35)

20 de abril de 2011

¿Quieres una vida interesante? ¡No te compares con nadie!

comparar Aprendemos el hábito de la comparación desde chicos, porque nuestros padres, o maestros, o algunos otros adultos, sienten una extraña fascinación por decirnos: “Deberías ser más como fulano” o “Si te aplicaras como mengano, entonces…”. Tal vez no podamos culparlos por hacer eso, porque seguro que ellos mismo lo aprendieron a sangre de las tantas veces que lo oyeron (aunque bien han podido ser proactivos). Esa cacofonía va moldeando nuestra visión del mundo, hasta que un día, como seres presuntamente independientes, nos volemos en comparadores compulsivos, haciéndonos a nosotros mismos la medida de todas las cosas: “Nadie hace las cosas como yo”; “Si tan solo tuvieran mi aplicación”; “Si fueran yo…” Pero la realidad es que nadie puede hacer las cosas como uno, ni vivir la vida como uno la vive.

Al otro extremo, si todavía somos demasiado dependientes (o codependientes, que es peor), nuestra compulsión por compararnos toma el siguiente derrotero: “Si tan solo fuera más como fulano”; “Si hiciera las cosas como mengana las hace”; “Quisiera que mi vida fuera como la de…” Pero la realidad es que no podemos vivir la vida de otro, ni hacer las cosas como otro las haría.

El resultado de los dos casos anteriores: Frustración. Asegurada al cien por cien, porque la pretensión de ser tan perfectos es solo perfeccionismo, una idea falsa de control, que poco a poco nos hace perder la paciencia con los demás, aunque nosotros mismos estemos llenos de defectos. O, si nuestro caso es el otro, la frustración está asegurada porque nunca podremos ser exactamente lo que otra persona es.

La función de los modelos.

Con lo anterior no he querido decir que no podamos admirar a alguien y tomarlo como modelo, pero hay que saber qué es lo que imitamos. No imitamos su vida, sino los principios que lo hicieron destacarse. Es a los principios que dirigimos nuestra atención para ver cómo los aplicó en su propia vida para poder hacer lo mismo con nuestra singular existencia. Admiramos el coraje, la paciencia, la tenacidad, el valor, la perseverancia, y otras cualidades y tratamos de aplicar esas virtudes a nuestros propios sueños. Esa es la función de los modelos, mostrarnos qué hicieron ellos para andar su camino, para que ahora nosotros andemos nuestro propio sendero.

En este punto ya no nos comparamos. Nos damos cuenta que hacerlo es inútil. Nuestra meta es avanzar más allá de donde esos modelos dejaron su antorcha, a fin de abrir nuevos caminos, de superar, ya no a otros, sino nuestros propios sueños, nuestros propios ideales.

El gran problema de la comparación es que resulta en esclavitud, porque nos pone a la sombra de otros. De esta manera nos vemos forzados a la mera imitación, lo que limita nuestro verdadero poder, porque “uno de los peores resultados de ser esclavo [sea de la comparación o de cualquier índole] y ser forzado a hacer las cosas, es que cuando no hay quien te fuerce [y en nuestro caso: no hay con quien compararte], comprendes que has casi perdido el poder de forzarte a ti mismo” (C. S. Lewis, los corchetes son míos).

felicidad1 Ahora es tiempo de decidir abandonar la comparación, ya sea para nosotros mismos, o que la apliquemos a otros. Para ello, nada mejor que alentar nuestras metas, nuestros proyectos y ocuparnos en dar lo mejor de nosotros mismos. Este dar lo mejor de nosotros no se mide artificialmente con lo que otros hacen. Este dar más de nosotros, darlo todo, se mide en función de nuestro objetivo, del horizonte al que queremos llegar. Y, además, será bueno recordar la siguiente frase de Henry Fonda: “Todos encontrarían su propia vida mucho más interesante, si dejaran de compararla con la vida de los demás”.

11 de abril de 2011

Un Poco de Insatisfacción.

insatisfaccion En el breve artículo sobre la necesidad de soñar, he dicho que la insatisfacción es un ingrediente importante, y en este texto quiero abordar el tipo de insatisfacción a la que he querido referirme a fin de aclarar mejor cómo los sueños pueden impulsarnos.

Una vez leí una frase cuyo texto no recuerdo bien, pero que daba el siguiente mensaje: Si ves que algo falta, en lugar de criticar porque hace falta, crea algo para suplir la necesidad. Esto me parece muy acertado para ilustrar dos tipos de insatisfacción y sus respectivos resultados en nosotros.

Por un lado, cuando notamos que algo no está bien, que es necesario producir un cambio, es bastante fácil caer en la frustración y criticar. Criticamos al gobierno, a la sociedad, a la falta de oportunidades, a la familia y amigos. Sin embargo, para ser francos, a pesar de todas nuestras críticas nada cambia para mejor. Esto nos envuelve en un círculo vicioso, o peor aún, en una espiral descendente de frustración y más crítica. Entonces nos volvemos violentos, intentando hacer por la fuerza los cambios que creemos necesarios en el mundo. Ese ha sido el fracaso de muchos movimientos políticos y sociales. Y escribo fracaso en tanto los resultados que han dejado en la sociedad: Más pobreza, más inseguridad, y mucho menos oportunidades.

Pero, ¿podemos tomar un enfoque diferente? ¿Y si en lugar de enzarzarnos en el círculo vicioso del criticismo, comenzamos a pensar en lo que podemos crear para superar las deficiencias que vemos a nuestro alrededor? En este caso también nos damos cuenta de que algo no anda bien, que es necesario producir cambios sustanciales, pero en lugar de frustrarnos ponemos manos a la obra, con nuestras capacidades, con los dones que tenemos, e iniciamos algo nuevo.

¿Qué significa esto? Que en lugar de bloquearnos dando toda nuestra energía al objeto de nuestra crítica, buscamos romper con los viejos paradigmas y comenzamos a pensar de manera diferente. Y en lugar de preguntarnos “¿Por qué se hace esto mal? ¿Mejorará algún día la situación (política, financiera, social, etc)? ¿Cambiarán algún día por fin mi familia, mis vecinos, el país, el mundo?” nos hacemos otro tipo de preguntas: ¿Hay algo que yo puedo mejorar? ¿Qué necesito cambiar en mí para que mi familia, mis vecinos, el país y el mundo cambien? ¿Cuál será mi respuesta creativa (proactiva) a esta situación?

girl-thinking_id3502081_size480 Ahora preguntémonos: ¿Qué tipo de insatisfacción tenemos? ¿Es la que nos incita a criticar o es la que nos impulsa a pensar en algo creativo? Cuando criticamos estamos tomando una actitud en la que, virtualmente, creemos que la vida nos debe: dinero, educación, pareja, etc. Eso nos lleva a ver el mundo en términos de escases, de lo que falta, y la insatisfacción producida nos hunde en la miseria. En cambio, cuando vemos la vida en términos de abundancia, en lo que pensamos es en lo que podemos aportar. Nuestra creatividad sobrepasa los límites, porque podemos ver a la distancia un ideal que suplirá lo que hoy falta. ¿Romántico? Tal vez. Mas, ¿de qué otra manera podemos avanzar?

7 de abril de 2011

La Necesidad de Soñar.

18813_Copia de sueño La imaginación es uno de los dones más preciosos que tenemos los seres humanos. Es nuestra imaginación lo que nos permite crear sueños e ideas, inventar nuevos métodos para hacer las cosas y entusiasmarnos por la aventura de encontrar un camino desconocido hasta entonces.

De niños, no nos resulta extraño salirnos de los límites de lo normal. Nuestra curiosidad por el mundo nos impulsa. Tenemos capacidad de asombro, la suficiente para preguntar hasta el cansancio “¿Por qué?” (Hasta el cansancio de los adultos, quiero decir). De niños es muy difícil que demos las cosas por sentado, y quizás sea por incapacidad, porque no percibimos las relaciones entre ellas; pero, ¿acaso no nos serviría como adultos esa incapacidad, para ser capaces de no dar todo por hecho?

Soñar es un acto fundamental para el desarrollo, incluso si no somos capaces de convertirnos en astronautas, o superhéroes. Es que los sueños nos permiten pensar que podemos superar los límites. A veces estos límites son naturales, como la gravedad, y a veces son sociales, como cuando se etiqueta todo cuanto nos rodea, y aun podemos hablar de límites psicológicos, que vamos construyendo por temor a parecer inadecuados ante la sociedad.

Pero, para que un sueño pueda ayudarnos a mirar más allá de los límites, es necesario estar un poco insatisfechos con lo que se nos ofrece, o con lo que recibimos propiamente. Esa insatisfacción es una revolución, pero no una violenta, no una de armas, sino una revolución de ideas, de nuevas maneras de entender la vida y de hacer progreso.

abrazandoelmundoolaluna Por esto soñamos, para expandir nuestros horizontes, para saber que los límites pueden ser sobrepasados. Habrá un precio que pagar, sin duda, porque un verdadero sueño se nutre de sacrificio. Ese sacrificio nos lleva a nuestros propios límites, y allí, al borde de nuestra propia fuerza, nos toca decidir si realmente queremos alcanzar nuestro ideal.

Y la pregunta al final es: ¿Vas a pagar el precio por tu sueño?

25 de marzo de 2011

Sobre la Adversidad y la Prosperidad – Breve ensayo.

duque_de_la_rochefoulcaud “Se necesitan virtudes más grandes para soportar la prosperidad que la suerte adversa” - François De La Rochefoucauld

La prosperidad y la adversidad han sido temas muy importantes para la humanidad en su historia. No es un secreto que muchas veces nuestros esfuerzos se encaminan a escapar de la adversidad para alcanzar un nivel aceptable de prosperidad. Pero, ¿por qué motivo François De La Rochefoucauld sentenció que es necesario tener virtudes más grandes para lidiar con la suerte próspera que con la adversa?

En este escrito quiero proponer algunas ideas para formar un marco de referencia que nos permita evaluar la situación dichosa y la desdichada, a fin de decidir si De La Rochefoucauld tenía razón.

La desmitificación de la Adversidad… y la Prosperidad.

No solo en el cristianismo, sino en muchas religiones, se ha leído entre líneas una especie de glorificación de lo adverso. Es como si ser el más pobre, el más desdichado en esta vida, fuera una especie de garantía para un mundo inmaterial en donde los papeles por fin se invertirán respecto a los ricos. Ese pensamiento llevado al extremo produjo movimientos sociales reaccionarios, que usaron la violencia para adueñarse aquí y ahora de lo que solo era una promesa distante. El resultado: nuevos ricos que se olvidaban pronto de su propio origen, aunque seguían usando la jerga popular.

Al otro lado del espejismo, una especie de reinterpretación en la que ser prósperos es la meta máxima, y qué mejor manera de demostrar la bonanza que con la cantidad de cosas que podemos producir y consumir. Entonces nos envolvemos en una loca carrera en la que hasta el más desposeído es capaz de tener en sus manos celular, televisor, televisión por cable, además de otros muchos objetos que no nos pertenecerán hasta que terminemos de pagar nuestros créditos en dos o tres años (o más en algunos casos).

Así que es importante para nuestra reflexión, destacar de una vez que ni la adversidad, ni la prosperidad son virtudes en sí mismas, ni pueden darnos virtud. Son meras condiciones, que cumplen una función a lo largo de nuestra vida, pero que en sí mismas no son nada más que situaciones limitadas en tiempo.

 vaca flaca - 2 La suerte Adversa.

Todos hemos oído la historia de la vaca. Bueno, al menos yo he oído unas dos versiones de esa historia, pero quiero contar lo esencial a fin de que nos sirva de guía para examinar la desgracia y calamidad. Una familia muy pobre se alimenta de la leche de su vaca flaca, entonces un día llegan dos viajeros extraños. Luego de pasar la noche con los pobrecitos campesinos, el más viejo de los extraños, que denota mayor sabiduría, le pide a su compañero que despeñe a la vaca. Aunque el joven racionaliza por qué no debe hacerlo, termina obedeciendo, y después de haber consumado el acto se retiran sin despedirse de quienes los habían alojado. Un año más tarde, cuando el joven extraño se decide a ir a ver qué ha sido de la pobre familia, en lugar de tierra estéril y chozas en ruinas, ve una hermosa y creciente granja. ¿Qué ha pasado?

Examinemos ahora la desgracia. Antes de la muerte de la vaca flaca, ya vivían en una suerte de adversidad, sin embargo, la familia se había acostumbrado tanto a esa condición que la habían perpetuado. No les importaba pasar momentos de hambre, su vaca era toda la esperanza que necesitaban. Acomodados a esta condición calamitosa, ¿podría decirse que exhibían alguna virtud? No, hasta que enfrentaron una desgracia mayor. Entonces, cuando su vaca yacía muerta, descubrieron que vivían auto-engañados, pero también descubrieron que podían usar su tenacidad, su perseverancia y su creatividad para hacer algo nuevo. Esta frase lo resume muy bien: “La adversidad es como un fuerte viento que nos arranca todo menos las cosas que no pueden ser arrancadas. En ella nos vemos como realmente somos” – Arthur Golden.

Así, en mi opinión, la adversidad sirve para descubrir cómo somos en realidad, qué virtudes necesitamos aprender. Pero, no podremos aprender si nos hemos habituado a vivir en la desgracia. Acomodarse a la calamidad no es para nada una virtud.

AFIRMACION-PODEROSA-DE-PROSPERIDAD-EL-PODER-DE-ATRACCION-EL-SECRETO-PARA-ATRAER-PROSPERIDAD-EN-ABUNDANCIA-PROSPERIDAD-UNIVERSAL La Prosperidad.

Ahora, ¿qué es eso que llamamos prosperidad? Tal vez estén de acuerdo conmigo si lo definimos como un estado de progreso, abundancia, bienestar y apogeo. Pero, ¿es realmente lo contrario de la desdicha? Según lo propongo, al decir que ambas condiciones que estamos explorando son meras situaciones limitadas en tiempo, no veo una dicotomía, sino una sucesión. En este sentido, el progreso ha sido la respuesta a los desafíos que se nos oponían, y cuyo resultado es abundancia y bienestar, al mismo tiempo que todavía es devenir, un proceso inacabado por llegar a la culminación de todas nuestras esperanzas, que necesita a su vez nueva oposición (adversidad), a fin de generar nuevo progreso.

El problema de la prosperidad es que puede acomodarnos a lo bueno, apagando poco a poco la llama de nuestra inventiva, de nuestra tenacidad o perseverancia. Pero este problema es real solo cuando nuestra perspectiva de la vida tiene como fin alejar el dolor. Y, de hecho, es este deseo de alejar el sufrimiento el que hace nos habituemos sin importar si estamos enfrentando adversidad o prosperidad.

El punto es que nos gustaría perpetuar toda situación a la que estamos habituados, pues sabemos lidiar con ella. Sin embargo, ¿qué sucede en nosotros o en nuestra sociedad en medio de la prosperidad? Esta frase me parece acertada como respuesta: “Se dice que la prosperidad material trae la cultura y la dignificación del pueblo; mas, lo que realmente sucede es que la prosperidad hace visibles las buenas y malas cualidades de un pueblo, que antes permanecían ocultas” – Ángel Ganivet.

Dicho de otra manera, tal como la adversidad, la prosperidad no nos da virtud, pero descubre lo que hay en realidad en nosotros, esas cualidades buenas y malas que permanecían ocultas.

Resumiendo.

libro-de-oracion-diaria-carta-de-amor-de-dios-creador-prosperidad-universal-229x300 Si la adversidad y la prosperidad sirven para descubrir qué hay realmente en nosotros, ellas mismas no pueden modificarnos. Es decir, el hecho de enfrentar desgracia o bonanza no nos hará diferentes; pero nos mostrará nuestro verdadero ser a fin de que tomemos las decisiones pertinentes de cambio. Después de todo, la virtud es una cuestión de decisión, de carácter, no de situaciones. Una persona íntegra, lo será siempre bajo cualquier circunstancia. Una persona bondadosa lo será con un bocado de pan igual que si tuviera una mesa bufé. Una persona honesta lo será igual si no tiene un solo dólar en su bolsillo o si está haciendo una transacción multimillonaria.

Hasta acá ¿que opinas sobre la frase de François De La Rochefoucauld? ¿Se necesitan virtudes más fuertes para la prosperidad?

En mi opinión, no se necesitan virtudes más grandes para una u otra situación, lo que se necesita, a secas, son virtudes que moldeen nuestro carácter bajo cualquier circunstancia.

11 de marzo de 2011

¿Podemos mejorar… sin excelencia?

 esfuerzo Mejorar es la meta confesa de muchas personas, y hay toda una industria que se encarga de recodarles que todavía no lo están logrando, por lo que necesitan comprar los últimos programas de adelgazamiento, de ejercicio, de alimentación, de pensamiento positivo, etc. Además, para acompañar lo anterior, hay que comprar la ropa que están usando los exitosos (y con la ropa, todos los demás accesorios).

¿Es posible que se haya deificado la figura de cierta gente famosa? Hay chicas que esperan que sus parejas tengan el cuerpo de tal actor, aunque para salir en una película a este actor le hayan arreglado las piernas por medio de programas informáticos. Hay chicos que quisieran que sus novias tengan el cuerpo de aquella actriz (o el rostro, para no ser tan superficiales), aunque esa actriz se haya hecho algunos arreglos que no están al alcance de un sueldo promedio.

Esto me hace preguntar: ¿Se puede mejorar sin pagar el precio de la excelencia? Respondo sin rodeos: . Y se puede verificar no solo a nivel individual; también es posible verlo a nivel de empresas. Pero vayamos por partes.

A nivel personal.

Si todo lo que queremos es tener, sin duda hay muchas fórmulas para lograr todo lo que queramos. Podemos tener dinero, tener un cuerpo perfecto, tener muchos amigos y tener a la mujer de nuestros sueños, e incluso podemos tener mucho éxito. Para ello solo precisamos las técnicas correctas. No quiero decir que no requieran esfuerzo, porque sin duda es necesaria mucha dedicación para seguir sosteniendo esas técnicas; pero el problema es que nunca tendremos todo lo que queremos, sencillamente debido a la economía de consumo en la que vivimos.

De todas maneras, siempre alguien tendrá algo mejor que nosotros, y si nos centramos demasiado en “tener” terminaremos metidos en una carrera de ratoncitos cuya meta final es sortear el laberinto tan solo para encontrar una migaja de queso. El aliciente, sin duda, será esa migajita. El precio a pagar: vivir para siempre en el laberinto.

¿Y en la empresa? imagen_mejora_continua

Existen innumerables sistemas para desarrollar la tan anhelada y ya bastante mecanizada calidad total. Se supone que la calidad es sinónimo de excelencia. Y escribo “se supone” no porque esté equivocada la idea, sino por mi loca premisa de que la calidad es un componente que si ha de tener valor y sentido necesita surgir de la excelencia.

Se puede mejorar en las empresas, estableciendo estándares, mecanizando las normas, y hasta reprogramando a los empleados, pero mientras nuestra idea de calidad se centre más en los mecanismos, o en las máquinas, en los costos y el rendimiento, el resultado será una falta de  compromiso y entusiasmo por parte de los trabajadores.

¿Cuál es la diferencia?

Si es posible mejorar sin ser excelentes, y además con muy buenos resultado, ¿cuál es la diferencia entre mejoría con y mejoría sin excelencia? Más aún, ¿para qué ocuparnos de un concepto tan abstracto e idealista como el de excelencia, si de todas maneras obtenemos los resultados que queremos? Quiero proponer que la diferencia es, simplemente, pasión.

A nivel individual: ¿Tienes pasión por lo que haces? ¿Haces ejercicios, o lees, o trabajas, con entusiasmo? Si no tienes pasión, pronto te faltarán las fuerzas para seguir con ese plan de alimentación o esa rutina de ejercicios. Sin pasión es muy fácil encontrar “motivos” para dejar de hacer algo, no importa cuánto nos beneficie. Pero, ¿qué tiene que ver la pasión con la excelencia? Que la pasión es toda la fuerza emocional que la excelencia necesita para moverse hacia el horizonte trazado. Y como hemos dicho en muchos artículos antes, ser excelentes es tener sueños propios, ser verdaderamente independientes, con capacidad para ser interdependientes, y solo podemos movernos hacia esos sueños con entusiasmo.

A nivel de empresa: ¿Se sienten identificados los empleados con la institución, con la misión y visión de ella? ¿Trabajan con entusiasmo para cumplir con los objetivos de toda la organización? Es posible comprar el trabajo, incluso la voluntad, y hacer que los empleados lo hagan todo bajo el sistema de calidad que esté de moda, pero no se puede comprar su corazón. Es Miguel Ángel Cornejo quien ha dicho que las empresas de excelencia invierten una gran cantidad de horas en capacitar a sus trabajadores. Y la mitad de esas horas de capacitación tienen que ver con hacer mejores personas, que sean buenos padres y madres, buenos ciudadanos.

 Esfuerzo1 Pero quiero ser claro: No estoy en contra de las técnicas y los sistemas, pues tiene su lugar. Son herramientas que deben ser puestas en manos de la excelencia, de la pasión, del sueño de ser mejores no según las normas o conveniencias sociales, sino según nuestra propia realidad.

Esto no es un escrito exhaustivo, y mi anhelo es que nos sintamos impulsados a reflexionar sobre cómo mejorar cada día nuestra vida, teniendo como base el propósito dominante de la excelencia.

4 de marzo de 2011

Amor: El sentimiento.

amor verdadero «El amor es invisible y entra y sale por donde quiere, sin que nadie le pida cuenta de sus hechos»

Miguel De Cervantes Saavedra

Si el amor es un Principio que se encarna en la acción, en el verbo, ¿dónde quedan los sentimientos? ¿Acaso no son importantes? La respuesta es que los sentimientos son el tercer nivel esencial de la escala natural del amor. Y claro que son muy importantes; todos sabemos del impacto positivo que tiene en nuestro cuerpo y pensamientos cultivar sentimientos gratos y lo perjudicial que es mantener sentimientos negativos.

Al hablar del amor como Principio y verbo, de ninguna manera eliminamos su dimensión emocional, pero la ponemos en perspectiva. Tampoco esto trata de hacer una evaluación del amor, pues, como dice William Shakespeare, «es amor bien pobre el que puede evaluarse».

Sin embargo, al revisar varias frases célebres, al leer algunos pocos pasajes completos de grandes autores o pensadores, una cosa parece clara: el sentimiento que despierta el amor es el resultado de decidir entregarnos a él. Al final es el amor el que nos hace a nosotros, es el que nos permite ver la futilidad de todo divisionismo, es el que pone de relieve lo inútil e inhumano que es cualquier guerra, cualquier rencilla y cualquier ilusión étnica.

Es el Principio el que despierta en nosotros la fragilidad que nos permite conmocionarnos ante el sufrimiento ajeno, y es el que nos permite sobreponernos a nuestro propio sufrimiento. Los sentimientos que surgen del verbo amar son más profundos que las explosiones químicas de nuestros cerebros, y también son más duraderos. En este punto, nuestros sentimientos se convierten en señales que nos dicen cuándo nos estamos alejando de una vida plena, porque hay una gran simbiosis entre pensamientos arraigados a Principios elevados y sentimientos agradables y positivos. Esto es lo que permite que veamos la vida en forma abundante y que la disfrutemos al máximo.

Tomado de mi E-book “En la Búsqueda de la Excelencia”, pp. 202-203

27 de febrero de 2011

Amor: El verbo.

dar001 «El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece»

Jacinto Benavente

En la escala natural del amor, según mi opinión, hay tres niveles que es necesario explorar: El primer nivel consiste en aceptar que es, ante todo, un Principio, de eso hemos conversado un poco en las dos reflexiones anteriores. El segundo nivel esencial es la encarnación del primero. No podemos quedarnos en el Olimpo teorizando sobre lo maravilloso que es el Principio del amor, es necesario bajar a la tierra a vivirlo. Esta encarnación es el verbo amar, la acción.

A veces oímos declaraciones tristes del tipo: “se acabó el amor”. Sin embargo, comprender que amar es acción, destruye la lógica sobre la que se basan las declaraciones de ese tipo, porque el amor no depende de las circunstancias, ni de las actitudes de los demás. Amar es una elección personal, es la puesta en práctica de nuestra libertad interior, de nuestro propio valor personal. Y es que la bondad, la compasión, la misericordia, la amabilidad, son los frutos de estar en este segundo nivel, pero que no podríamos tener si no hemos cultivado previamente el Principio. La razón para que esto lleve un orden es muy sencilla: No podemos esperar recibir aquello que no damos, y tampoco podemos dar aquello que no tenemos. Lo interesante es que son las personas inseguras de sí mismas las incapaces de amar a este nivel, por eso pervierten el orden natural y centran sus vidas en la emoción sentimentalista de un momento. Pero cuando amamos como Principio y verbo, comprendemos que el verdadero amor no está en la ausencia de faltas, pues, todos cometemos errores y fallamos; y también nos fallan a nosotros, aun aquellos a quienes más respetamos. Mas estamos seguros, porque nuestra seguridad está en los 060227dar Principios que abrazamos para vivir, así ganamos el valor para poder perdonar y seguir amando. Bien lo ha dicho Leo Roskin: «El débil es el cruel. La amabilidad sólo puede esperarse del fuerte».

Tomado de mi E-book “En la Búsqueda de la Excelencia”, pp. 200-201

25 de febrero de 2011

Amor: La verdad.

fraternidad «El amor es el significado ultimado de todo lo que nos rodea. No es un simple sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación»

Rabindranath Tagore

En mi humilde opinión, cuando descuidamos el conocimiento de este Principio (el amor) estamos perdiendo la oportunidad de avizorar, aunque sea de lejos, el poder que rige todo lo que nos rodea. No podemos negar las atrocidades ocurridas a lo largo de nuestra historia, las hecatombes humanas realizadas por otros humanos; la corrupción e inmoralidad, o la palabra de ofensa que dimos a aquellos más cercanos a nosotros el día anterior. No podemos negar estos episodios oscuros; pero tampoco podemos negar que en medio de estas tinieblas siempre ha brillado un rayo de luz, una sonrisa sincera, una vida ejemplar, un discurso que ha intentado devolvernos a la realidad de nuestra fraternidad.

Tal vez sea demasiado abstracto hablar del amor como un Principio, pero cuando meditamos en ello, poco a poco va tomando su verdadera dimensión en nosotros. No se trata de eros ni filos, es ágape, una conexión con lo sublime. Es aceptar, tolerar, respetar. Incluso, como Principio, el amor no nos pide que sintamos ninguna clase de afecto por aquellos que nos hacen daño, lo que nos exige es que los aceptemos y los respetemos. Para amar a los demás no tienen que gustarnos, sólo necesitamos comprender que son como nosotros. De esta manera el amor es la verdad, pues nos dice que somos hermanos. Manos-amigos-humanidad-fraternidadToda discusión socio-política, económica, religiosa, étnica o de cualquier otra índole carece de sentido frente a este Principio. Una historia lo dice así: Un árabe preguntó a dos compañeros: “¿Cómo saben cuándo ha llegado el día?” “Fácil – dijo el primero – cuando no tengo que usar la antorcha para ver el camino”. “No, – replicó el segundo – es cuando puedes ver el cielo azul y limpio”. “Se equivocan, – concluyó suavemente el que hizo la pregunta – es cuando vemos a los ojos de otro y podemos llamarlo ‘hermano’”.

Tomado de mi E-book “En la Búsqueda de la Excelencia”, pp. 198, 199

23 de febrero de 2011

Amor: El Principio.

amor-rev «Todos hemos nacido para el amor... Es el principio de nuestra existencia, como también es el fin»

Benjamín Disraeli

El Principio que lo llena todo, el que lo motiva todo, el que es también el fin de nuestra existencia, es uno de los principios menos comprendidos en nuestros días. Se lo ha rebajado, se lo ha mutilado, pero a pesar de eso su realidad no puede ser ignorada sin sufrir las consecuencias negativas de abollar la esencia de su significado más amplio. El Principio al que me refiero es el amor.

Este Principio tiene lo que considero, una escala natural; pero antes de examinar los tres peldaños esenciales, es necesario proponer lo que no es este hito tan vital para el desarrollo personal y social-interdependiente.

En primer lugar, el amor no es una práctica. Aunque las normas y prácticas sean importantes en la sociedad, el amor no depende de las reglamentaciones sociales o políticas, está mucho más allá de eso. Tampoco el amor es un valor, por mucho que sea importante valorar el Principio. El hecho es que no depende de nosotros asignarle valía al Principio del amor, pues este se aquilata por sí mismo (y se renueva por sí mismo). Tampoco es un sentimiento ni un proceso químico sin más, por mucho que estimule nuestro sistema nervioso y nos haga segregar la endorfina que tan bien nos hace sentir. El problema real de poner énfasis en el amor como un sentimiento es la variabilidad inherente de las emociones, su inconstancia a la hora de establecer relaciones fuertes y duraderas.

Claro está que todo lo anterior tiene su lugar en el amor, pero ese lugar es secundario. Si queremos vivir una vida plena, excelente, es necesario que aprendamos lo que significa el amor como Principio, porque juntos notaremos que al concentrarnos en la esencia de su sentido y alcance, todo lo demás encajará maravillosamente.

Tomado de mi E-book “En la Búsqueda de la Excelencia”, pp. 196-197.

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17 de febrero de 2011

Un Día a la Vez…

«Nada debería ser más precioso que el valor de cada día»

Johann W. Goethe

La frase de Goethe para hoy me parece relevante por una sencilla razón: Las personas de excelencia viven la realidad del día con todo el entusiasmo del que son dueños. No viven en el pasado, porque aunque puedan tener buenos recuerdos, el pasado es una ilusión. Tampoco viven de la ensoñación sin sentido, porque el futuro es también una ilusión.

Las personas de excelencia aprenden de la experiencia, es cierto, pero reconocen que cada día al que se levantan es muy diferente del anterior, por lo que no creen que los mismos métodos que funcionaron antes puedan volver a funcionar, y buscan nuevos caminos, nuevas ideas. Como son personas guiadas por Principios, saben aplicar éstos a los nuevos desafíos que encuentran en el camino.

Para las personas de excelencia los sueños son importantes, tienen altos ideales y estándares diferentes de la mayoría, pero reconocen que no pueden quedarse de brazos cruzados en una espera insensible, así que se levantan por la mañana dispuestos a acercarse un paso a la vez a su grandioso horizonte.

En esencia, todo lo que tenemos en realidad es este día, por esa razón es imprescindible que le demos el valor que se merece, porque luego se nos va y no volverá a repetirse. Todo pensamiento, toda actitud, debiera reflejar nuestro deseo de aprovechar este día al máximo, para ser felices, para acercarnos un poco más a la realización de nuestra vida, para decir a las personas importantes cuánto las queremos.

iStock_000006546852XSmall Como personas excelentes es nuestro privilegio vivir un día a la vez, disfrutando de lo que nos traerá, aprendiendo de las nuevas experiencias, forjando nuevas ideas. Y si el día no nos va como queríamos, no debemos desesperar, porque no tenemos otro días más valioso que hoy. Es más, cada prueba que enfrentamos nos sirve para evaluar si estamos dispuestos a pagar el precio de vivir un nuevo día. ¿Estás dispuesto?

Reflexión tomada de mi E-book “En la Búsqueda de la Excelencia” pp. 60-61

11 de febrero de 2011

No entregues tu dignidad.

1228163552 «Nadie puede herirte sin tu consentimiento»

Eleanor Roosevelt

Cuando nuestra dignidad no reside dentro de nosotros, sino que dependemos del qué dirán y de las circunstancias para determinar cómo vamos a vernos y a sentirnos respecto de nosotros mismos, es fácil ser heridos.

No estoy diciendo que debemos desconfiar de las personas y mirarlas con recelo. Tampoco estoy diciendo que quienes nos rodean están planeando hacernos daño; pero, debemos recordar que ellos tienen suficiente con sus propias vidas, como para ocuparse también de la nuestra. Además, cuando depositamos nuestra valía en manos de otros, creamos falsas expectativas que nadie, por muy bien intencionado que sea, puede cumplir; es por esa razón que debemos tomar nuestra dignidad en nuestras propias manos de una vez por todas, para aprender a disfrutar el vivir con nosotros mismos.

Hace tiempo escuché esta historia: Gandhi viajaba en un tren junto a un hombre tosco, iracundo, que gritaba por todo e iba escupiendo a cada momento. Mucha gente que había reconocido a Gandhi lo miraba fijamente mientras él seguía al lado de aquel irreverente hombre. Al llegar a la estación y bajarse, otro hombre se acercó a Gandhi y le preguntó: “¿Cómo es posible que haya soportado todo el viaje al lado de una persona como esa?” La respuesta fue: “Muy fácil, cuando me disponía a levantarme pensé: yo sólo debo soportarlo por un par de horas, mientras que él debe soportarse a sí mismo toda la vida”.

No sé si esta historia es cierta, pero la lección es que nada ni nadie puede robarte tu tranquilidad, tu dignidad; y tampoco nadie ni nada puede herirte, a menos que tú lo permitas. Lo que sí dijo Mahatma Gandhi alguna vez fue: «Ellos no pueden quitarnos nuestro autorrespeto si nosotros no se lo damos».

Entrada tomada de mi E-book “En la Búsqueda de la Excelencia”, pp. 50, 51.

tapa de en busca de la excelencia

6 de febrero de 2011

¡Cuidado con el Optimismo… exagerado!

Optimismo1 ¿Se puede ser demasiado optimista? ¿Acaso no es bueno el optimismo en la vida? Francamente, si me hicieras estas preguntas en persona no sabría cómo responderte. Valoro mucho el ser optimistas e intentar ver el lado amable de las cosas, sin embargo, es posible exagerar y olvidarnos de la realidad de la vida.

Tal vez te parezca contradictorio, en especial porque desde Vivir la Excelencia intentamos elevar la vista por sobre la realidad para marchar hacia el horizonte de nuestros ideales. Sin embargo, déjame explicarte un poco a qué me refiero.

Negación de la realidad.

El optimismo exagerado es una distorsión, un autoengaño si se quiere. Es negar que existan cosas que no están bien el mundo. De hecho, esta clase de positivismo es un extremo que linda directamente con el desengaño, la desilusión y el desánimo. Y de este tipo de optimismo hay muchos maestros llamando a nuestra puerta con la promesa de la felicidad duradera, si compramos este o aquel curso costoso, o si practicamos tal técnica que solo ellos nos pueden enseñar por un módico precio muy alto.

Y cuando no se ven los resultados prometidos por esas exageraciones, ¿quién crees que tiene la culpa? Tú, por no haber realizado “correctamente” los tres simples pasos (que curiosamente en el proceso se pueden haber multiplicado hasta el infinito… sí, estoy exagerando un poco). Pero, en realidad, ¿qué hay detrás de esa fanfarria, con la que se publica el último gran descubrimiento del control mental, del secreto para materializar cualquier cosa con solo pensarlo? ¿Podría ser una vedada forma de alejarnos de reflexionar seriamente sobre lo que no está bien en el mundo? ¿Te has detenido a ver qué es lo que virtualmente ofrecen: una vida sin preocupaciones, tanto dinero como cualquier deportista o actor famoso, mujeres (u hombres) por doquier…? Aunque debo admitir que todo eso forma parte de la idea común del éxito, pero la excelencia está mucho más allá de eso, porque tiene que ver con cambiar para ser mejor, no solo para parecerlo.

Transformación de la realidad.

Con lo anterior no quiero decir que esté mal ser optimistas, pero hay que saber serlo. El verdadero optimista también es capaz de mezclar un poco de pensamientos negativos a fin de tener una idea equilibrada del precio a pagar por la realización de sus sueños. No podemos negar el valor de ser positivos, porque alarga nuestra vida y nos favorece al protegernos de enfermedades que pueden surgir en nuestra mente. Pero, mantener el equilibrio, nos da la capacidad para comprender cuándo las cosas no van por buen camino y nos permite actuar a tiempo.

Cuando contemplamos la realidad, como verdaderos optimistas, no tratamos de engañarnos repitiéndonos una cantidad de frases hechas para negarla, sino que emprendemos la búsqueda de la solución, de la mejora continua, aun a costo del sufrimiento personal. ¿Quién dice que un optimista no puede llorar a veces, o gritar o enojarse? Es necesaria la insatisfacción con la realidad presente, si queremos trabajar por transformarla.

Me gustaría compartir tres actitudes que presentan los verdaderos optimistas:

1. Compromiso, con una causa o tarea.positivo 2

2. Sentido de control, frente a las adversidades; es decir, se saben capaces de manejar una situación difícil.

3. Ven los problemas como desafíos, como la oportunidad de demostrar que realmente están comprometidos con su ideal.

La vida es maravillosa, pero a cada paso hay luchas que debemos librar: Hábitos nocivos que quitar, hábitos constructivos que adquirir; relaciones desgastantes que arreglar o dejar, y relaciones satisfactorias que alimentar.

Sinceramente, ¿qué consideras mejor: negar la realidad, o trabajar por transformarla en tu círculo de influencia?

Nos vemos en el próximo artículo.

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