… Cuando la Fortuna tocó a su puerta, el hombre estaba ocupado con su existencia, intentando hacerse rico, intentando ser feliz, intentando gozar de todos los placeres que podía. La Fortuna se dio cuenta que no había sido oída, así que volvió a tocar un poco más fuerte, pero nadie salió a abrirle la puerta. Viendo a través de una ventana, la Fortuna fue testigo de algo insólito: El hombre, que creía tenerlo todo, estaba viendo una pared con una fogata a su espalda y se reía y se exaltaba con las sombras que en aquella pared eran proyectadas por sus propias manos. Al verlo con mayor atención, la Fortuna se dio cuenta que el hombre estaba desnudo, con el cabello enmarañado y con su cuerpo sucio. Entonces llamó a la puerta más fuerte aún, para ver si lograba sacarlo de su trance. Pero no pudo. El hombre seguía absorto en sus sombras, aunque no parecía ser realmente feliz.
La Fortuna pidió ayuda a la Excelencia, para ver si entre ambas lograban despertar de una buena vez al hombre. Volvieron a tocar la puerta, con fuerza, con insistencia, pero el hombre no se distraía de su juego de sombras. Así visitaron la casa durante días, sin resultados, pero muy intrigadas porque siempre veían el mismo espectáculo, hasta un día, cuando el hombre se puso en pie, caminó desorientado, gritó y dirigiéndose a la pared la golpeó con ambas manos mientras decía entre sollozos: “¡¿Cuándo vendrá la fortuna?! ¡¿Hasta cuándo voy seguir siendo un miserable?!” Luego pareció calmarse, volvió a su asiento y, en un simple ademán, quedó de nuevo extasiado por sus proyecciones en la pared. Frente a ese cuadro desolador la Fortuna tocó una vez más, pero nadie se acercó a abrir la puerta.
Entonces la Fortuna decidió marcharse dejando a la Excelencia como custodia, por si el hombre algún día decidía salir. La Excelencia aceptó la misión, pues cuando el hombre por fin abriera, ella misma podría llevarlo hasta la Fortuna. Y allí quedó, esperando, a la puerta del hombre, bajo el frío indiferente de la indolencia y la ignorancia. Pero el hombre nunca salió. Ahora nos toca a nosotros escuchar que la Excelencia llama a nuestra puerta, ¿vamos a abrir?
(Tomado de mi E-Book “En la Búsqueda de la Excelencia”, del Epílogo, pág. 268-270)
3 comentarios:
hola que tal! permítame felicitarlo por su excelente blog, me encantaría tenerlo en mis blogs de entretenimiento. Estoy segura que su blog sería de mucho interés para mis visitantes !.Si puede sírvase a contactarme ariadna143@gmail.com
saludos
Pocos por no decir casi nadie atendemos a esa llamada.
Gran entrada, me ha gustado.
Gracias por deleitarnos con ella.
Un beso
Ten PAZ.
adiós.
Es cierto, muy pocos o casi nadie atiende a la llamada. Gracias por comentar Lina.
Un Saludo para ti también.
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