14 de agosto de 2007

Las Cuentas Bancarias del Líder – parte II.


En esta entrega vamos a abordar la segunda cuenta bancaria más importante que todo líder debe tener con mucho saldo a favor. Y si hemos trabajado conscientemente en incrementar nuestra cuenta de la integridad, será mucho más fácil hacer crecer la “Cuenta de las Relaciones”.


¿Qué es la Cuenta de las Relaciones?


Como notamos en la parte 1 de este artículo, nuestra cuenta de la integridad tiene una sola sucursal y se centra esencialmente en el desarrollo de nuestro carácter, autoestima, habilidades y demás características que nos convierten en auto-líderes sumamente competentes y de calidad.


La Cuenta de las Relaciones, por otro lado, tiene múltiples sucursales, tantas como deseemos o podamos tener, y se centra en todas aquellas personas con las que entramos en contacto, ya sea contacto familiar, personal, laboral/profesional, etc. Manejar esta cuenta (y hay que aclarar que es bastante compleja) requiere de mucho carácter, pues nunca ha sido fácil tratar con otras personas que tienen sus propios motivos, deseos, sueños e ideales, que seguramente no tienen nada que ver con los nuestros. Sin embargo, es vital para nuestro progreso contar con las personas apropiadas e interactuar con ellas en un ambiente propicio.


Los seis depósitos que trataremos para fortalecer nuestra cuenta de las relaciones son sólo una introducción a un tema más amplio que abordaremos en futuras ocasiones, me refiero a la Interdependencia, un paradigma que cuando es implementado explota el máximo potencial de los integrantes de un equipo, convirtiéndolos en generadores colectivos, en vez de quedarse como productores individuales.


Así que, una cuenta de relaciones es nuestra interacción con los demás, por lo que pasaremos a describir brevemente los depósitos principales que podemos hacer en dicha cuenta:


1º Ser leal.


A ninguno de nosotros nos cuesta entender lo que significa ser leal porque cotidianamente buscamos que los demás lo sean con nosotros. Pero ¿qué alcance tiene la lealtad que la convierte en uno de los primeros depósitos a realizar en la cuenta de las relaciones, qué tan amplia es? La respuesta está en lo que hacemos cuando alguien no se encuentra presente.


Una vez, un distinguido conferencista llegó a un lugar a hospedarse porque tendría que dictar una conferencia, pero no gustó de la persona que fue designada para recibirlo y atenderlo, y percibió un mal servicio, por lo que se dirigió al gerente del lugar y le dijo que tenía que decirle algo sobre su empleado. “Ya veo” dijo el gerente, “así que usted tiene una queja”. “Claro que sí”, respondió el conferencista algo irritado, “y quiero que usted haga algo al respecto”. En ese momento el gerente replicó, “Muy bien, permítame llamar a mi empleado, pues creo que no sería justo que tratemos algo que tenga que ver con él y no se encuentre presente”. El conferencista quedo asombrado de la actitud de aquel gerente y aprendió una valiosa lección.


Sin duda, la peor cosa de la que podamos enterarnos (y que nos molesta muchísimo) es que alguien haya estado hablando a nuestras espaldas. Generalmente depositamos nuestra confianza en algunas personas con las que compartimos situaciones que no están disponibles para todos, así que cuando nos son leales seguimos confiando y los consideramos como nuestros mejores amigos. Sin embargo, cuando conocemos a alguien que gusta de divulgar los secretos de otros, o que habla mal de sus amigos cuando estos no están presentes, no lo consideramos como ideal para fortalecer una relación.


2º Cumplir promesas.


Como en el caso de nuestra integridad, nuestras relaciones se fortalecen cuando cumplimos nuestros compromisos con los demás. Por ello alguien ha dicho que hay que ser “tacaños” a la hora de hacer promesas, pero una vez que asumimos un compromiso debemos esforzarnos para cumplirlo a toda costa.


Así que nos serviría recordar que antes de hacer una promesa debemos hacer un balance sobre nuestra capacidad para cumplirla, pero ¿qué pasa si no queremos defraudar a alguien? Para responder esa pregunta hay que hacer otra: ¿Cuándo defraudamos a alguien: cuando no hacemos una promesa o cuando no la cumplimos? Claro, la respuesta es obvia. Es mejor no establecer un compromiso, porque cuando dejamos de realizarlo retiramos una cuota considerable de la cuenta de las relaciones.


3º Disculparse con sinceridad.


A veces sucede que, aunque hayamos hecho todo nuestro esfuerzo, no podemos cumplir una promesa, y entonces, ¿qué podemos hacer para detener el retiro y convertir esa situación en una oportunidad para hacer un depósito? La respuesta es muy sencilla: Nos disculpamos sinceramente.


Hay personas que creen que decir “lo siento, me equivoque”, o “perdona, pero no cumplí mi compromiso contigo por…” es un signo de debilidad, pero eso no es cierto. Claro esta que no hay que buscar excusas, estas se notan al instante, y aunque puedan creernos cuando mentimos sobre la razón de nuestra irresponsabilidad, hay alguien que siempre sabe que no hemos hecho lo correcto: nosotros mismos.


Así que hay que recordar que cuando somos sinceros en nuestras disculpas mostramos una grandeza de carácter capaz de despertar confianza y empatía en los demás. Pero debemos tener cuidado para no abusar de este recurso, pues cuando nuestra vida cae en el extremo de evitar la responsabilidad usando disculpas nuestras relaciones se debilitan, cae nuestra integridad y nuestros saldos quedan en rojo. Por lo tanto, seamos equilibrados en el uso de este valioso depósito.


4º Comprender a los demás.


Como podemos notar, los depósitos en la cuenta de las relaciones van de lo simple a lo complejo. Y comprender a los demás en su marco de referencia puede ser un gran depósito, aunque no sea fácil. La habilidad que más se necesita desarrollar para comprender a otros es escuchar. Lastimosamente no existen escuelas para aprender a escuchar, aunque hay muchas para aprender a hablar, pero nos servirá tomar en cuenta que al escuchar a los demás debemos mostrar las siguientes actitudes o características:


Mostrar interés.

Escuchar activamente.

Asegurarnos de que hemos entendido lo que nos han dicho.

Estar atentos al lenguaje corporal de nuestro interlocutor.


Y también puede sernos muy útil tratar de ponernos en los zapatos del otro, pues seguramente nos gustaría que nos presten atención, y aunque no nos digan una palabra, saber que nos han escuchado con sinceridad es un gran alivio, y así podemos aliviar la carga emocional de otras personas.


5º Aceptar sin juzgar.


Ahora bien, es obvio que comprender a otro individuo es sólo la mitad del camino, lo que sigue es estar dispuestos a aceptarlo tal cual es, así como se ha abierto a nosotros.


Tal vez la tentación de decirle lo que “debe hacer” a cualquier persona es una de las más fuertes que debemos enfrentar, porque de alguna manera creemos que nuestras ideas son siempre acertadas. Parece que los consejos, las conclusiones y las ideas están más prestos a nuestros labios que la intención de escuchar, pero eso es cuestión de la forma en que nos han educado, pues como he dicho: no hay (o hay muy pocas) escuelas que enseñen a escuchar, pero sí muchas que enseñan a hablar.


Pero hay que hacer una aclaración: aceptar a los demás tal y como son no significa estar de acuerdo con todo lo que hacen, no se trata de ser paternalistas. Más bien se trata de aceptar su individualidad.


6º Aclarar las expectativas.


Finalmente, para poder dar contexto a los dos últimos depósitos, tenemos un depósito que se pasa por alto justamente porque damos por sentado muchas cosas sobre las relaciones. Pero cuando establecemos una relación es muy importante aclarar lo que se espera de dicha relación.


Las expectativas son como “las letras pequeñas” de los contratos, y deben quedar bien establecidas para que no existan reyertas futuras. Estos problemas pueden surgir por expectativas bajas, irreales, extremistas u ocultas (o por toda una combinación de variables). Cabe aclarar que nunca faltan las expectativas en una relación, es solo que a veces no se hacen palpables.


Se cuenta la historia de una pareja de jóvenes que decidieron unirse en matrimonio a pesar de que no tenían los medios para sostener dicha unión. Los padres de ambos los aconsejaron incansablemente para que lo pensaran mejor y se dieran más tiempo, pero ellos aseguraban que su amor podía ayudarlos a soportar lo que vinieran. Al fin se casaron, y al siguiente día de la boda el muchacho comenzó a salir en busca de trabajo. Sin embargo no encontraba una oportunidad y los alimentos comenzaron a escasear, así que dos semanas después de su matrimonio, una noche que el muchacho volvía de su búsqueda, pidió algo de comer, su esposa dijo que no había nada y él se enfureció. Entonces ella replico: “Pensé que te bastaba con verme para sentirte satisfecho…” Él, bajando la cabeza, dijo: “Sí, es verdad, pero es que tengo tanta hambre que ya ni te veo…”


De nuevo, es vital aclarar las expectativas de nuestras relaciones si no queremos terminar haciendo retiros constantes y debilitando la cuenta emocional que tenemos en las demás personas.


De la teoría a la práctica.


Finalmente debo reconocer que esta área es con la que más necesito trabajar, pero aunque es un ideal no es imposible lograrlo. Sólo necesitamos ser humildes y buscar en nuestro corazón la mejor forma de servir. Esa es, por decirlo así, la manera más práctica de ver estos depósitos: sirviendo a los demás. Siempre que estemos dispuestos a servir estaremos en posesión del secreto para hacer crecer nuestra cuenta de las relaciones.



Hasta la próxima entrega… me despido deseando que tengas un día lleno de éxito.

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