21 de enero de 2009

Proactividad en acción-I.

Hace ya varias publicaciones hice una promesa. Prometí que nos detendríamos a considerar un poco más eso de la proactividad. En el artículo “Que sea proactivo” hablamos un poco sobre la libertad y la responsabilidad, dos palabras que son muy importantes para las personas proactivas, pero hoy quiero que veamos el contraste con el otro tipo de personas mencionadas en ese artículo: las reactivas. Aunque ya dijimos algo sobre ellas, creo que es importante que ahondemos un poco más en su psicología y a partir de allí veamos por qué es tan importante vivir una vida proactiva. De hecho, en estas líneas ya se ve mi intensión: lo que pretendo decir es que ser reactivos o proactivos tiene que ver con nuestro estilo de vida, no se trata de técnicas aisladas o pensamientos aislados, sino de la forma en que hemos decidido vivir nuestras vidas.

El lenguaje de las personas reactivas.

desmotivado Sí, las personas reactivas tienen un lenguaje muy especializado, diseñado meticulosamente para deslizar la responsabilidad de sus vidas hacia otras personas, y entre algunas palabras que son propiedad de estas personas están:

 

  1. Yo soy así…” Es decir, no tengo la culpa, nací con este temperamento, mis abuelos eran así, mis padres me mal educaron, mi ambiente es hostil… estoy determinado por todo lo que me rodea.
  2. Nunca voy a cambiar…” Es decir, no puedo, soy débil como para intentar el cambio, y de hecho, eso de cambiar me asusta, porque significa renunciar a las viejas y tradicionales formas de hacer las cosas y buscar vivir una vida de ideales… no puedo hacer eso.
  3. Tengo que hacer…” Es decir, no quiero hacerlo, pero me lo han impuesto y… ni modo, trabajo es trabajo y hay que hacerlo. La verdad es que esta tarea me la han puesto porque le caigo mal al jefe, pero, ¿qué puedo hacer?
  4. Me vuelve loco…” Es decir, no tengo control sobre mis emociones, pero tú sí, y si tú no me tratas bien yo enloquezco. Tú tienes el poder para desquiciarme, yo no tengo la culpa.
  5. No puedo hacer nada…” Es decir, no tengo oportunidades, nadie me apoya, nadie cree en mis propuestas, y qué voy a hacer yo si todos me dan la espalda.
  6. Si…” Es decir, si llueve no puedo hacer lo que me había propuesto, si hace sol no puedo salir porque me lastima la vista, si hace viento… ni hablar. Si tengo, algún día, alguna oportunidad, haré lo que me había propuesto.

Bien, creo que con estos ejemplos es suficiente. Como lo has notado mi querido amigo y mi apreciada amiga, este es un lenguaje desarrollado para decirle al mundo “yo no soy responsable de lo que me pasa en la vida”, porque ciertamente es más fácil decir “no soy responsable” que decir “soy irresponsable”. Pero, ¿cuánto bien nos hacemos a nosotros mismos viviendo una vida como esa? ¿Podemos alcanzar nuestros objetivos de vida de esa manera?

¿Hacia dónde nos conduce la reactividad?

La respuesta a esta pregunta es: hacia una espiral descendiente de mediocridad. ¿Quién quiere vivir dependiendo de los errores de los demás? ¿Quién quiere vivir dependiendo del qué dirán? ¿A caso nos volvemos más maduros con una vida reactiva? En mi opinión, nos evitaríamos muchos males si nos sacáramos la estaca de los condicionamientos sociales, psíquicos y ambientales y nos hiciéramos realmente responsables de nuestra vida.

Ahora, ¿quieres saber por qué una persona proactiva vive un estilo de vida mucho más efectivo? En la segunda parte de este artículo hablaremos de ello, hasta entonces.

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