5 de octubre de 2007

Se supone que sea difícil…



Hace algunos días tuve la oportunidad de ver parte de una película de Tom Hanks; estaba ambientada en la época de la guerra de Vietnam, y trataba sobre la liga de beisbol femenina que se inició en ese tiempo (la película se llama: A League of Their Own).


En una escena que llamó mi atención, la actriz Geena Davis, quien interpreta a la mejor jugadora de beisbol, Dottie Hinson, decide retirarse para irse a vivir con su esposo que ha regresado de la guerra, tener hijos y criarlos. Tom Hanks, el entrenador, pregunta la razón para su retiro ahora que están en la serie mundial y pueden ser campeones. Ella responde con un simple: “se puso difícil”. Entonces Hanks pronuncia lo que considero la declaración de misión de los verdaderos triunfadores: “Se supone que sea difícil, si no cualquiera lo haría”.


El problema de quejarse.

He pensado mucho sobre esa frase desde que la escuche, he visto a mi alrededor las circunstancias que me rodean y me he dicho: Se supone que sea difícil. Pero también he tenido que ver a muchas personas que pasan por la vida y se quejan cuando ésta se pone un poco dura. Hay quienes llegan a considerarse meras víctimas, y lo son, pero no de la vida o las circunstancias, sino de sí mismos, porque simplemente se han sentado a esperar que el viento sople a su favor.

El problema de esperar que el viento sea favorable, en lugar de trabajar por labrar la oportunidad que vamos a aprovechar, es que cuando la oportunidad llega no estamos listos, porque estamos más habituados a esperar.

¿Qué es mejor: avanzar aunque sea un paso por día, incluso si es un poco penoso, o esperar en una estación fantasma a que pase el tren ilusorio de la buena suerte? ¿Quién es exitoso: el que se arriesga y cae en algunos tramos del camino, pero se levanta, o el que cree que puede acertar en una sola oportunidad, pero que no se prepara?

Cuando a alguien con altos estándares de vida le va bien, las personas alrededor actúan de formas variadas: unas se conforman, como si la victoria de esos pocos excelentes se debiera a una disposición especial de las “estrellas” que ellos no tienen; otros, se quejan de que esa “buena suerte” no les tocó a ellos, y piensan que la vida no ha sido justa; pero algunos pocos se dan cuenta de que ahora es el turno de ellos, para crear una oportunidad, para elevar los estándares y perseguir con todas las fuerzas sus sueños. ¿En qué grupo de estos tres nos encontramos?


El problema de quejarse es que las quejas nos atan a las circunstancias, nos vuelven víctimas, nos alienan de las oportunidades, nos desmoralizan frente a los desafíos; luego, simplemente nos conformamos con la “mala suerte” que nos ha tocado.

Aprendiendo.

Pero la buena noticia es que podemos cambiar ese paradigma y comenzar a ver la vida desde otro cristal. Sin embargo, esa decisión requiere valor y, quizás más que eso, voluntad para querer ver de otra manera.

Ahora bien, ¿de quién debemos aprender? Alfred Nobel dijo una vez que “la persona inteligente aprendía del fracaso”. Pero más recientemente, Miguel Ángel Cornejo dijo que “la persona verdaderamente inteligente aprendía del éxito”. Me parece que ambas declaraciones están en lo correcto y se complementan (dejo a cada uno para que las reflexione con calma). Así que tenemos mucho de donde aprender, porque la vida siempre sigue y no podemos darnos el lujo de quedarnos estancados. Hay que comenzar a hacer algo, por pequeño que parezca, para encontrar nuestra propia oportunidad. Y si las cosas se vuelven difíciles, siempre recordemos que “se supone que sea difícil, si no cualquiera lo haría”.

Que tengas un gran día.

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