11 de diciembre de 2007

Construyendo la Excelencia Personal.


Existe una máxima que es muy conocida y que es excelente para el artículo de esta entrega de “Vivir la Excelencia”. Dicha máxima dice: “Siembra un pensamiento y tendrás un acto; siembra un acto y tendrás un hábito; siembra un hábito y tendrás un carácter; siembra un carácter y tendrás un destino”.

Es una ley muy sencilla, pero es muy poderosa y se ha corroborado una y otra vez en cada una de nuestras vidas. Los hábitos que formamos pueden, literalmente, llevarnos a vivir una vida exitosa o, por el contrario, arrastrarnos al oscuro y frío dominio del fracaso.

Podemos pensar en los hábitos como si fueran la fuerza de gravedad de nuestra vida. Ya sabes, la gravedad es la que nos mantiene con los pies en la tierra y evita que los planetas de nuestro sistema choquen unos contra otros. Es benéfica, da orden y estructura a nuestro planeta. Eso sucede con los hábitos positivos, te dan orden y estructura, te brindan confianza en la realización de tu vida. Pero, cuando nuestros hábitos son negativos, actúan como la fuerza de gravedad evitando que un cohete espacial traspase la atmósfera. Se gastan miles y miles de litros de gasolina, sólo para lograr que la nave espacial logre llegar al espacio exterior. Así, los hábitos negativos, pueden literalmente estancar el avance personal y profesional de cualquier individuo, sin importar la cuna en la que haya nacido.

Destaco estos dos aspectos: el personal y el profesional, porque no son lo mismo, aunque se complementa en gran manera. El hecho es que un hombre o una mujer, pueden ser grandes profesionales, muy competentes, pero al mismo tiempo pueden tener serios defectos de carácter, que menguan su influencia. Es innegable que uno debe cultivar ambas áreas de su vida en forma integral, mas si debiéramos escoger entre una de ellas, la mejor opción siempre es ser la mejor persona que alguien podría conocer.

Y para poder llegar a ser esa clase de persona que todo el mundo conoce por su integridad y dedicación, laboriosidad y perseverancia, no existen atajos, es preciso romper con viejos y perniciosos hábitos y cultivar otros en su lugar, más efectivos, que nos conduzcan al desarrollo continuo. Esa tarea no es fácil, pero brinda satisfacción real a quien decide recorrer el camino del cambio y la mejora continua.

Usando el poder de nuestros hábitos para nuestro propio beneficio.

Ahora, la pregunta que nos debemos hacer es: ¿Qué hábitos puedo formar para que me catapulten hacia el éxito?

No es mi intención sermonear ni dar consejos sin ton ni son, pero si me permites algunas sugerencias, con las que puedes comenzar a trabajar en el desarrollo de hábitos con los que construirás tu Excelencia Personal, te aseguro que no te arrepentirás, porque son cosas sencillas y prácticas que podemos comenzar a hacer ahora mismo.

1. Lee una hora todos los días. La lectura de buenos libros será de mucho beneficio para tu bagaje intelectual. Más aún, para aprovechar al máximo esa hora de lectura, puedes dedicarla a los temas sobre los que estas estudiando tu carrera, o sobre los que estás ejerciendo tu profesión.

2. Toma tiempo para planificar. No es necesario que tengas hojas elegantemente elaboradas para hacer un plan, sólo necesitas papel y lápiz, y la disposición para sentarte a pensar sobre lo que vas a hacer en la próxima semana; luego, cada día puedes tomar unos diez minutos para evaluar las actividades para ese día específico.

3. Cumple contigo mismo. La verdad es que, antes de pensar en andar cumpliendo compromisos para todo el mundo, es mejor comenzar a cumplir con uno mismo. Eso alimenta nuestra propia integridad.

4. Sé bondadoso y generoso. No dudes en servir a otros, cediendo un asiento, ayudando a un anciano, dando dinero a tu iglesia o centro de caridad. Tu bondad y generosidad son verdaderas palancas de éxito, te canjean una creciente influencia, pues quienes te rodean saben que eres una persona de excelencia.

5. Sonríe. Esto parece muy fácil, pero quienes hemos estado bajo presión nos hemos dado cuenta de lo difícil que es sonreír. Esto debe convertirse en un hábito, pues cuando las cosas no marchan como queremos, merced a cualquier mezcla de circunstancias, una sonrisa sincera puede aliviar nuestro propio corazón. No, no nos volvemos conformistas, sólo reconocemos que hay situaciones que escapan de nuestras manos, pero es nuestra decisión volver a levantarnos y construir de nuevo.

Estos cinco hábitos que propongo son a penas un comienzo, de allí, cada uno irá descubriendo nuevas dimensiones sobre las cuales trabajar en dirección a la excelencia y la calidad personal. Y, como ya lo hemos citado en alguna entrega anterior, Miguel Ángel Cornejo nos recuerda que “vivir en la excelencia, nos hará permanecer en las generaciones futuras”.

Gracias por haberme acompañado una vez más, es mi deseo que juntos podamos construir un futuro más próspero y propositivo, recuerda que puedes dejar tus comentarios.

¡Que tengas un gran día!

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