25 de diciembre de 2007

Momento de evaluar y planear...

Cuando llega diciembre, especialmente en las últimas dos semanas, parece que un ambiente de reflexión se cierne sobre nosotros, aunque, claro está, siempre hay un montón de formas de distraernos, especialmente por el tono comercial que se ven en las fiestas de fin de año.

Sin embargo, es importante utilizar el fin del año para evaluar y planear. Estas dos actividades nos ayudan a ver con claridad lo que hemos logrado durante el año que ya ha terminado (o que está terminando), mientras ponemos nuestra mirada en el futuro, donde queremos estar luego de doce meses de trabajo el próximo año.

Como tu servidor, he tratado por llegar a ti con artículos valiosos, que puedan servirte mientras te desarrollas profesionalmente en la vida, trabajando por elevar tu propia norma, viviendo una vida de excelencia. No dudo que tú, que lees estas líneas, tienes grandes sueños, esas metas que te has propuesto como tu razón de vivir, objetivos que estás dispuesto a cumplir pase lo que pase, porque sabes que el verdadero éxito es que estés cumpliendo con tu misión en la vida.

¿Qué evaluamos?

evaluacion Pero llega el momento de sentarse frete a la mesa de trabajo y evaluar. Esta autoevaluación debe ser franca y medir nuestro avance, no cuánto hemos avanzado (al principio, aunque es necesario saber el cuánto) sino si hemos avanzado. La mayor utilidad de este balance es decirnos que no nos hemos estancado, por eso debe ser franco, porque puede ser que, en nuestro bienintencionado deseo de no sentirnos frustrados, queramos alterar aunque sea un resultado. El hecho es que mientras más íntegros somos con nosotros mismos, mejor capacitados estamos para enfrentar los desafíos de descubrir que hay áreas de nuestra vida que necesitan cambios dramáticos, mientras que en otras áreas somos muy fuertes.

Además de medir si hemos avanzado o no, la autoevaluación nos ayuda a saber, específicamente, en qué cosas debemos mejorar y a cuáles hay que prestarles más atención. De lo que se trata es de establecer parámetros guiadores, a fin de no volver a cometer los mismos errores o, si los cometemos, que podamos saber cómo reaccionar a tiempo para que sus efectos se neutralicen con rapidez.

También, esta evaluación personal, nos hace más responsables con nosotros mismos, después de todo, sólo las personas responsables pueden optar a un estilo de vida de excelencia, ya que son dueñas de sus propios pensamientos, decisiones y actos. Viktor Frankl nos dice que

"sólo puede respondérsele a la vida, siendo responsables de nuestra propia vida",

y hay una gran sabiduría en dicha frase.

¿Qué planeamos?plan

Es innegable el hecho de que no podemos predecir el futuro, pero la verdad está de nuestra parte cuando afirmamos que podemos construir nuestro propio futuro.

Reconozco que hacer esta afirmación nos enfrenta a un dilema: el de todas aquellas cosas que no podemos controlar y que, sin embargo, afectan nuestra vida (directa o indirectamente). Pensemos en el desempleo, el siempre alto costo de la vida, la violencia en las calles y en las casas, el gobierno, los vecinos, etc. De hacer una lista de situaciones que no podemos controlar, nos daríamos cuenta de que tendríamos que gastar mucho tiempo y esfuerzo sin siquiera atisbar a lejos un final para la numeración de quejas. Sin embargo, es pese a esa gran lista de inconvenientes, o quizás gracias a ellos, que nosotros podemos decidir vivir construyendo nuestro propio futuro.

Napoleón Hill nos dice:

"Todo lo que la mente humana pueda concebir y creer se puede lograr."

Esto es verdad tanto para lo positivo como para lo negativo. Lo que pensamos se hace realidad. Recuerdo que hace un par de años, mientras asistía a un seminario sobre motivación dictado por el Dr. Pablo Perla, él nos contó una historia muy interesante: Pigmalión era un gran escultor en Grecia y un buen día hizo la estatua de una mujer. No bien hubo terminado con la estatua se enamoró de ella, y comenzó a tratarla como si fuera una persona. Todos los días le traía flores, la vestía, le hablaba de su amor y de cómo deseaba que viviera con él, hasta que, de pronto, la estatua le habló. La había tratado tanto como a un ser humano, que se convirtió en un ser humano. De allí, el Dr. Perla, nos contó sobre el efecto pigmalión, es decir, el efecto de que las personas se convierten en lo que nosotros pensamos de ellas. Ahora, si es posible que con nuestras actitudes y pensamientos influyamos sobre otra persona, imagina cuánto influimos sobre nosotros mismo con lo que dejamos que domine nuestra mente.

Así que, desde mi punto de vista, el primer paso de una buena planeación es poner pensamientos constructivos en nuestra mente, porque entonces nuestros planes serán constructivos y nos invitarán constantemente al desarrollo.

Luego, claro está, hay que poner por escrito qué es lo que queremos para el nuevo periodo, qué es importante y qué puede ser postergado (con una fecha lo más específica posible), qué esperamos tener y qué estaremos dispuestos a dar para tener.

No importa si el plan parece pequeño, puede ser que sólo tengas dos o tres metas que quieres cumplir a lo largo del año, lo que importa es que lo hagas. En realidad no hay un plan pequeño, porque en el momento que nos decidimos a ser responsables de nuestra propia vida, estamos comenzando a vivir una cultura de excelencia, una cultura que poco a poco se convertirá en nuestro legado para quienes nos rodean.

La evaluación y planeación de nuestra año (y de nuestra vida) es siempre un gran momento, y debe verse con alegría y satisfacción, aunque no conformes, pues crecer es algo que nos sucede todos los días, si estamos dispuestos a pagar el precio. No he tratado en este artículo sobre las técnicas de evaluación y planeación porque hay muchos libros y páginas en la web que lo hacen ya, además, mi propósito es, más bien, hacer una reflexión sobre lo importante que es para nosotros en particular, tomarnos el tiempo para evaluar y planear.

Este es el último artículo de 2007 y sólo deseo haber sido útil a quienes leen estas líneas. Nos vemos en 2008, y recuerda que cada día debe ser vivido en la excelencia, como personas de verdadero éxito, porque lo somos.

Hasta pronto.

11 de diciembre de 2007

Construyendo la Excelencia Personal.


Existe una máxima que es muy conocida y que es excelente para el artículo de esta entrega de “Vivir la Excelencia”. Dicha máxima dice: “Siembra un pensamiento y tendrás un acto; siembra un acto y tendrás un hábito; siembra un hábito y tendrás un carácter; siembra un carácter y tendrás un destino”.

Es una ley muy sencilla, pero es muy poderosa y se ha corroborado una y otra vez en cada una de nuestras vidas. Los hábitos que formamos pueden, literalmente, llevarnos a vivir una vida exitosa o, por el contrario, arrastrarnos al oscuro y frío dominio del fracaso.

Podemos pensar en los hábitos como si fueran la fuerza de gravedad de nuestra vida. Ya sabes, la gravedad es la que nos mantiene con los pies en la tierra y evita que los planetas de nuestro sistema choquen unos contra otros. Es benéfica, da orden y estructura a nuestro planeta. Eso sucede con los hábitos positivos, te dan orden y estructura, te brindan confianza en la realización de tu vida. Pero, cuando nuestros hábitos son negativos, actúan como la fuerza de gravedad evitando que un cohete espacial traspase la atmósfera. Se gastan miles y miles de litros de gasolina, sólo para lograr que la nave espacial logre llegar al espacio exterior. Así, los hábitos negativos, pueden literalmente estancar el avance personal y profesional de cualquier individuo, sin importar la cuna en la que haya nacido.

Destaco estos dos aspectos: el personal y el profesional, porque no son lo mismo, aunque se complementa en gran manera. El hecho es que un hombre o una mujer, pueden ser grandes profesionales, muy competentes, pero al mismo tiempo pueden tener serios defectos de carácter, que menguan su influencia. Es innegable que uno debe cultivar ambas áreas de su vida en forma integral, mas si debiéramos escoger entre una de ellas, la mejor opción siempre es ser la mejor persona que alguien podría conocer.

Y para poder llegar a ser esa clase de persona que todo el mundo conoce por su integridad y dedicación, laboriosidad y perseverancia, no existen atajos, es preciso romper con viejos y perniciosos hábitos y cultivar otros en su lugar, más efectivos, que nos conduzcan al desarrollo continuo. Esa tarea no es fácil, pero brinda satisfacción real a quien decide recorrer el camino del cambio y la mejora continua.

Usando el poder de nuestros hábitos para nuestro propio beneficio.

Ahora, la pregunta que nos debemos hacer es: ¿Qué hábitos puedo formar para que me catapulten hacia el éxito?

No es mi intención sermonear ni dar consejos sin ton ni son, pero si me permites algunas sugerencias, con las que puedes comenzar a trabajar en el desarrollo de hábitos con los que construirás tu Excelencia Personal, te aseguro que no te arrepentirás, porque son cosas sencillas y prácticas que podemos comenzar a hacer ahora mismo.

1. Lee una hora todos los días. La lectura de buenos libros será de mucho beneficio para tu bagaje intelectual. Más aún, para aprovechar al máximo esa hora de lectura, puedes dedicarla a los temas sobre los que estas estudiando tu carrera, o sobre los que estás ejerciendo tu profesión.

2. Toma tiempo para planificar. No es necesario que tengas hojas elegantemente elaboradas para hacer un plan, sólo necesitas papel y lápiz, y la disposición para sentarte a pensar sobre lo que vas a hacer en la próxima semana; luego, cada día puedes tomar unos diez minutos para evaluar las actividades para ese día específico.

3. Cumple contigo mismo. La verdad es que, antes de pensar en andar cumpliendo compromisos para todo el mundo, es mejor comenzar a cumplir con uno mismo. Eso alimenta nuestra propia integridad.

4. Sé bondadoso y generoso. No dudes en servir a otros, cediendo un asiento, ayudando a un anciano, dando dinero a tu iglesia o centro de caridad. Tu bondad y generosidad son verdaderas palancas de éxito, te canjean una creciente influencia, pues quienes te rodean saben que eres una persona de excelencia.

5. Sonríe. Esto parece muy fácil, pero quienes hemos estado bajo presión nos hemos dado cuenta de lo difícil que es sonreír. Esto debe convertirse en un hábito, pues cuando las cosas no marchan como queremos, merced a cualquier mezcla de circunstancias, una sonrisa sincera puede aliviar nuestro propio corazón. No, no nos volvemos conformistas, sólo reconocemos que hay situaciones que escapan de nuestras manos, pero es nuestra decisión volver a levantarnos y construir de nuevo.

Estos cinco hábitos que propongo son a penas un comienzo, de allí, cada uno irá descubriendo nuevas dimensiones sobre las cuales trabajar en dirección a la excelencia y la calidad personal. Y, como ya lo hemos citado en alguna entrega anterior, Miguel Ángel Cornejo nos recuerda que “vivir en la excelencia, nos hará permanecer en las generaciones futuras”.

Gracias por haberme acompañado una vez más, es mi deseo que juntos podamos construir un futuro más próspero y propositivo, recuerda que puedes dejar tus comentarios.

¡Que tengas un gran día!

6 de diciembre de 2007

A veces es difícil… pero es lo mejor.


Bienvenido a una nueva entrega de “Vivir la Excelencia”, estimado lector o lectora, en esta ocasión vamos a sacar algunas lecciones de otro personaje involucrado en la ingeniosa fábula de Spencer Johnson; me refiero a uno de los liliputienses, llamado, Haw. Pero para sacarle el máximo provecho a esta entrega vamos, a hacerle a Haw algunas preguntas importantes. Espero que esta entrevista exclusiva nos ayude a poner en perspectiva, el periodo de cambio que puede estar ocurriendo en nuestra vida.

Gerson E. A. Arenívar: Bienvenido Haw, es un placer conocerte. Quiero agradecerte por conceder esta entrevista a “Vivir la Excelencia.blogspot.com”, porque con ella nos darás lecciones importantes.

Haw: Al contrario, yo quiero agradecer a Vivir la Excelencia y a ti, Gerson, por permitirme compartir las experiencias con las que he aprendido a ser una persona de excelencia.

GEAA: Pues bien, entonces déjame hacerte la primera pregunta: ¿Cómo es la vida en el laberinto? ¿Es diferente de que ves aquí?

Haw: La vida en el laberinto no es diferente de la de aquí. Todos los días hay que salir a buscar el queso especial para uno, enfrentándose a una serie de desafíos, tomando decisiones que, a veces, no resultan nada fáciles; pero he aprendido a ver todo eso como una emocionante aventura.

GEAA: ¿A qué te refieres con eso de “Queso Especial”? ¿No todos buscan el mismo tipo de queso?

Haw: De hecho, no. Cada uno debe tener su propio queso. Lo maravilloso del laberinto es que, si sabes buscar, hay suficiente queso para ti, del que tú quieres. El laberinto me enseño a tener claro qué clase de queso buscaba, si no, nunca lo encontraría.

GEAA: Ya veo. Eso me hace pensar. Ahora cuéntame sobre tu búsqueda de queso y cómo lo encontraste.

Haw: Muy bien. Primero debo decir que, encontrar mi propio tipo de queso, fue una experiencia que me exigió aprender a cambiar. Con mi amigo Hem, habíamos estado encontrando pequeñas cantidades de queso durante algún tiempo. Nuestros vecinos, Fisgón y Escurridizo, a veces estaban muy cerca de nosotros. Creo que su instinto les ayudaba mucho. Pero Hem y yo éramos personitas, así que debíamos ser mucho más inteligentes y aprovechar más el laberinto para obtener nuestro preciado queso. Un buen día, llegamos al depósito Q; nuestros ojos se iluminaron, había tanto queso… y notamos que los dos ratoncitos ya estaban allí; pero no importaba porque era muchísimo queso. “Por fin”, pensé, “todo el tiempo y el esfuerzo que hemos invertido, ha dado sus frutos”. Aún recuerdo las palabras de Hem: “Esto es fantástico” –dijo. “Aquí hay Queso suficiente para toda la vida”

GEAA: Pues les fue muy bien, encontraron queso bastante rápido.

Haw: Sí, eso creímos, pero hasta aquí, a penas vamos por la mitad de la historia.

GEAA: ¡Oh!, perdona la interrupción. Por favor, continúa.

Haw: No hay problema. Pasaron algunos días y Hem y yo establecimos la rutina de levantarnos tarde, ir caminando hasta el depósito Q, comer y disfrutar. Al contrario, Fisgón y Escurridizo parecían siempre andar husmeando todo el recinto al principio de la mañana, luego se quitaban sus tenis pero nos los tiraban como ya habíamos hecho Hem y yo, sino que se los colgaban al cuello. Me parecían muy exagerados. Pero un día ya no los vimos. Y para nuestra sorpresa ¡ya no había queso en el depósito! Yo me pregunté si tal vez los dos ratoncitos se habían dado cuenta de algo que Hem y yo no quisimos ver, pero el dolor y la frustración del momento me impidieron pensar; además, Hem estaba quejándose muy ruidosamente. Yo compartía sus quejas, aunque no las expresaba.

GEAA: No hay duda de que fue algo terrible, pero, ¿cómo saliste de esa situación?

Haw: No fue nada fácil, porque pensé que la vida era injusta, al quitarnos el queso que nos había costado tanto esfuerzo. Me sentí frustrado, pero comprendí que si no cambiaba podía extinguirme. Intenté decírselo a Hem, él no quiso escuchar. Yo sabía cómo se sentía, porque me sentía igual, sin embargo, decidí que no dejaría que mis sentimientos nublaran mis pensamientos. Lo invité a salir de nuevo al laberinto y entonces noté que tenía miedo de volver a fracasar. Yo también tenía miedo, pero me hice esta pregunta: “¿Qué harías si no tuvieras miedo?” La respuesta era que saldría al laberinto a iniciar una nueva búsqueda de queso, y lo hice. Al principio me sentí débil, vi callejones oscuros y quise regresar con Hem, me desorienté en un par de ocasiones, hasta que encontré un bocado de queso; me aferré a él, lo comí visualizando todo el queso que me esperaba y, un poco más tarde, encontré otro pedazo de queso, y luego, otro más. Corrí a mostrarle a Hem algo del nuevo queso y a darle un poco también, más no lo quiso. Me dijo: “Quiero mi viejo queso y voy a esperar aquí hasta que me lo devuelvan”. Triste, tuve que dejarlo. Entré al laberinto y seguí buscando, hasta que un buen día, encontré un depósito aún más grande que el que habíamos encontrado antes. Fisgón y Escurridizo estaban allí, siempre con sus zapatos al cuello, listo para la acción. Yo decidí que, esta vez, el cambio no me tomaría por sorpresa. Evaluaría y disfrutaría, comería con mis zapatos siempre listos. Tomaría tiempo para estar con mi familia y me prepararía para cambiar, y disfrutarlo, pues el queso no deja de moverse.

GEAA: Ha sido una entrevista maravillosa, no hay por qué añadir ningún comentario. Creo que mis lectores y yo hemos aprendido hoy, que hay que salir al laberinto y buscar nuestro queso. Sólo una cosa más. ¿Qué paso con Hem?

Haw: La verdad es que no lo sé, pero albergo la esperanza de que decidiera aventurarse al cambio. Sólo pido a quienes han leído esta entrevista, que nunca pierdan de vista su propio queso y que recuerden que si el cambio ocurre, eso no es el fin del mundo. Debemos salir de nuevo al laberinto y estar listos para encontrar más queso.

Hasta la próxima entrega… que tengas un día lleno de éxitos.

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