7 de enero de 2008

Aprovechando el 2008.

Es un verdadero placer para mí saludarte en este nuevo año, amigo y amiga de la excelencia. Estoy alegre de que podamos iniciar juntos una nueva aventura, pues se nos ha dado todo un libro con páginas en blanco, para que durante 12 meses escribamos nuestra propia historia, tal y como queremos que sea contada.

Debemos reconocer que a lo largo de un año, no todo sale como nosotros hemos planeado, pero lo importante de iniciar un año, es que podemos respirar hondo y aventurarnos a los nuevos desafíos que deberemos enfrentar, cada día, a cada minuto.

Buenos deseos y metas.

En este momento es preciso que podamos tener muy claro que esperamos del 2008. No, no debemos esperar que todo suceda porque "debe" suceder; nosotros tenemos un papel muy importante que cumplir en la realización de nuestras metas.

Permíteme referir, en breve, una conversación que escuché por accidente. Hace casi un año, mientras regresaba a casa de la universidad, oí que un hombre de mediana edad, quizás 30 ó 35 años, hablaba con una señorita de no más de 26, y le decía (con un cierto aire de satisfacción) que él era de las personas que no planeaban su vida, porque simplemente hacía las cosas tal y como le venían con determinación y valor; luego, prosiguió a enumerar un sin fin de situaciones en las que su "virtud" de no planificar nada le había hecho adelantarse.

Claro está que no podemos juzgar a aquel hombre por sus determinados puntos de vista, pero sí que podemos sacar algunas lecciones. En primer lugar, la determinación y el valor son dos virtudes que, en mi forma de ver, están íntimamente relacionadas con una planificación clara y objetiva de lo que queremos hacer en la vida. Sólo basta con imaginar a Alejandro Magno, intentando conquistar el mundo con determinación y valor, pero sin un plan para seguir. Es evidente que, sin un plan, cualquier virtud de la que podamos echar mano, sirve poco más que una botella de agua vacía. Allí está la botella y también la sed, pero le falta el contenido, lo más importante, el agua.

En segundo lugar, planificar es como tener un plan de vuelo; no trabajamos sobre las inclemencias del tiempo o los problemas técnicos, sino sobre el destino al que queremos llegar. Tener un plan no significa que todo sucederá, milimétricamente, como lo hemos bosquejado en el papel, aunque es deseable tener resultados de suma precisión; pero lo que sí significa, es que podremos reconocer cuándo nos hemos salido del curso de acción para volver con mayor facilidad a él. Con esto resulta aún más cierto que no tener metas claras, aunque sean sencillas o parezcan pequeñas, es gastar muchos recursos, tiempo, esfuerzo, sin poder prever si valdrá la pena al final de todo.

Y en tercer lugar, un buen plan sirve para hacer una posterior evaluación de calidad. En el último artículo de 2007 abordamos una breve reflexión sobre la necesidad de evaluar y planificar, y en esta primera entrega de 2008 quiero que tengamos claro en nuestra mente que esas actividades forman una espiral ascendente. La planificación y la evaluación no pueden existir una sin la otra, de allí que, al tener planes claros podremos evaluarnos con claridad. Imagina este ejemplo: Al principio del año tu decides que debes mejorar tus calificaciones en la universidad y escribes esta meta: "Quiero obtener buenas calificaciones en este semestre de estudio". Con sinceridad, cuando termines el semestre, podrás evaluar tu rendimiento con objetividad. Ni siquiera podrías iniciar con un plan sobre esa meta. Pero imagina que escribes: "Mi meta para este semestre es lograr calificaciones de 8,5 en actividades y parciales". Entonces, el segundo paso es planificar cómo (con qué nuevos hábitos, con qué actividades), vas a lograr alcanzar tus calificaciones de 8,5. Lo emocionante es que cuando termine el semestre, tendrás una base sólida sobre la cual autoevaluarte, porque podrás medir si estás por sobre tu meta o por debajo de ella, verás tu plan y decidirás qué acciones dieron resultados y cuáles no.

Una palabra final.

Como personas de excelencia, estamos llamados a aprovechas este nuevo año. La forma más sencilla de lograrlo es teniendo un buen plan. No temas si es un plan con una o dos metas. Lo que importa es que te tomes un tiempo para planificar tu vida durante 2008. Y cuando lleguen las tormentas, los reveses que siempre desafían nuestros nervios, las oportunidades que aparecen de "improvisto", recuerda que la vida es emocionante, con altos y bajos; pero tu plan seguirá siendo la mejor guía de la que puedas disponer.

Gracias por compartir un nuevo artículo conmigo, para mí es uno de mis mayores placeres poder compartir contigo algunas líneas. Mi deseo es que disfrutes del nuevo año y hagas de tu vida algo extraordinario durante este año.

Ten un día lleno de grandes detalles, ellos hacen que la vida no sea monótona. Hasta la próxima entrega.

1 comentario:

Luciana Estela Contrera dijo...

Me ha encantado este post. Muy bien elaborado.
Desde ya que coincido contigp, la planificación es la base de una vida productiva.
Aunque soy de las personas que intenta equilibrar la planificación con la espontaneidad. Creo que la planificación funciona para el éxito pero es la espontaneidad es la que promueve felicidad. El equilibrio de las dos realmente hacen de nuestra vida algo especial.

Muy bello el blog. Me gustaría que pases por el mío si así lo deseas. Yo por mi parte seguiré pasando por aquí. Muchas gracias!

Luciana.

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