17 de junio de 2010

Coherencia, el gran ausente…

rompecabezas Entre los Principios que más se relegan al plano secundario, hay uno que palpablemente se nota ausente en las más variadas situaciones; porque, de hecho, en la vida encontramos oportunidades para mostrarnos coherentes o no con lo que decimos creer. Sí, el principio del que estoy hablando es la coherencia.

Pero, vayamos por partes. Todos los seres humanos, desde el más empedernido religioso hasta el más empedernido ateo, tenemos un sistema de creencias que sostenemos y alimentamos a lo largo de la vida. A medida que crecemos vamos variando nuestras perspectivas y, en consecuencia, modificando o afirmando esos postulados que hemos elegido o que nos han heredado. Sobre si son limitadas o no, eso es una cuestión que podemos discutir, y cada uno se atrincherará lo mejor que puede en sus paradigmas. El problema que queremos abordar viene cuando a pesar de afirmar ciertas cosas como nuestros valores fundamentales, terminamos haciendo lo contrario.

Imagina a un padre que fuma y bebe y cuando ve a su hijo hacer lo mismo le dice que no debe hacerlo. Imagina a un hombre que predica sobre el amor de Dios, pero que no está dispuesto a servir a sus semejantes. Piensa en los muchachos que por la presión de grupo terminan haciendo cosas que, en realidad, nunca harían bajo otra situación. ¿Qué es lo que falta? Coherencia.

Hace poco pude ser testigo de esa gran falta en nuestra sociedad. Mientras viajaba para hacer una diligencia, tuve que hacer una pausa para esperar a un amigo que me acompañaría. Estaba lloviendo y me refugié bajo uno de los toldos que se había preparado en el centro de un parque, donde además estaban cubriéndose de la lluvia unos manifestantes que, según pude dilucidar, estaban preparándose para hacer una marcha ecológica en pro de la preservación de una finca muy grande en peligro de ser urbanizada. Entre ellos me llamó la atención un personaje con su camiseta alusiva al evento, porque mientras esperaba el inicio de la manifestación, sacó un cigarrillo y comenzó a fumar. Iba a salvar una finca, mientras contribuía con la contaminación ambiental por medio del tabaco. ¿Qué es lo que falta? Coherencia.

Luego nos preguntamos por qué no somos felices, por qué sentimos que algo nos falta, y el gran mercado nos ofrece cualquier cantidad de píldoras que parecen calmar por momentos nuestras ansias, hasta que éstas reaparecen y tenemos que volver a buscar el nuevo libro, el nuevo video, las nuevas fórmulas, cuando en realidad bastaría con ser coherentes con nosotros mismos. No estoy diciendo que sea un error recurrir a las nuevas tendencias de la motivación, las técnicas para el éxito y a los gurúes del desarrollo, el problema es que nadie puede enseñarnos a ser auténticos, eso debe venir de adentro, porque la autenticidad y la coherencia se alimentan mutuamente.

incoherencia Así que antes que cualquier otra cosa, tal vez convenga hacer una pausa para preguntarnos si estamos alineando nuestros pensamientos, palabras y acciones, con objetivos claros, una misión significativa y los Principios. Al final, lo más gratificante es saberse auténtico, libre y responsable, aunque eso no siempre resulte ser lo más popular, pero como dijo una vez Galileo Galilei, “la autoridad de mil no vale el humilde razonamiento de un solo individuo”.

Hasta la próxima entrega.

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