25 de marzo de 2011

Sobre la Adversidad y la Prosperidad – Breve ensayo.

duque_de_la_rochefoulcaud “Se necesitan virtudes más grandes para soportar la prosperidad que la suerte adversa” - François De La Rochefoucauld

La prosperidad y la adversidad han sido temas muy importantes para la humanidad en su historia. No es un secreto que muchas veces nuestros esfuerzos se encaminan a escapar de la adversidad para alcanzar un nivel aceptable de prosperidad. Pero, ¿por qué motivo François De La Rochefoucauld sentenció que es necesario tener virtudes más grandes para lidiar con la suerte próspera que con la adversa?

En este escrito quiero proponer algunas ideas para formar un marco de referencia que nos permita evaluar la situación dichosa y la desdichada, a fin de decidir si De La Rochefoucauld tenía razón.

La desmitificación de la Adversidad… y la Prosperidad.

No solo en el cristianismo, sino en muchas religiones, se ha leído entre líneas una especie de glorificación de lo adverso. Es como si ser el más pobre, el más desdichado en esta vida, fuera una especie de garantía para un mundo inmaterial en donde los papeles por fin se invertirán respecto a los ricos. Ese pensamiento llevado al extremo produjo movimientos sociales reaccionarios, que usaron la violencia para adueñarse aquí y ahora de lo que solo era una promesa distante. El resultado: nuevos ricos que se olvidaban pronto de su propio origen, aunque seguían usando la jerga popular.

Al otro lado del espejismo, una especie de reinterpretación en la que ser prósperos es la meta máxima, y qué mejor manera de demostrar la bonanza que con la cantidad de cosas que podemos producir y consumir. Entonces nos envolvemos en una loca carrera en la que hasta el más desposeído es capaz de tener en sus manos celular, televisor, televisión por cable, además de otros muchos objetos que no nos pertenecerán hasta que terminemos de pagar nuestros créditos en dos o tres años (o más en algunos casos).

Así que es importante para nuestra reflexión, destacar de una vez que ni la adversidad, ni la prosperidad son virtudes en sí mismas, ni pueden darnos virtud. Son meras condiciones, que cumplen una función a lo largo de nuestra vida, pero que en sí mismas no son nada más que situaciones limitadas en tiempo.

 vaca flaca - 2 La suerte Adversa.

Todos hemos oído la historia de la vaca. Bueno, al menos yo he oído unas dos versiones de esa historia, pero quiero contar lo esencial a fin de que nos sirva de guía para examinar la desgracia y calamidad. Una familia muy pobre se alimenta de la leche de su vaca flaca, entonces un día llegan dos viajeros extraños. Luego de pasar la noche con los pobrecitos campesinos, el más viejo de los extraños, que denota mayor sabiduría, le pide a su compañero que despeñe a la vaca. Aunque el joven racionaliza por qué no debe hacerlo, termina obedeciendo, y después de haber consumado el acto se retiran sin despedirse de quienes los habían alojado. Un año más tarde, cuando el joven extraño se decide a ir a ver qué ha sido de la pobre familia, en lugar de tierra estéril y chozas en ruinas, ve una hermosa y creciente granja. ¿Qué ha pasado?

Examinemos ahora la desgracia. Antes de la muerte de la vaca flaca, ya vivían en una suerte de adversidad, sin embargo, la familia se había acostumbrado tanto a esa condición que la habían perpetuado. No les importaba pasar momentos de hambre, su vaca era toda la esperanza que necesitaban. Acomodados a esta condición calamitosa, ¿podría decirse que exhibían alguna virtud? No, hasta que enfrentaron una desgracia mayor. Entonces, cuando su vaca yacía muerta, descubrieron que vivían auto-engañados, pero también descubrieron que podían usar su tenacidad, su perseverancia y su creatividad para hacer algo nuevo. Esta frase lo resume muy bien: “La adversidad es como un fuerte viento que nos arranca todo menos las cosas que no pueden ser arrancadas. En ella nos vemos como realmente somos” – Arthur Golden.

Así, en mi opinión, la adversidad sirve para descubrir cómo somos en realidad, qué virtudes necesitamos aprender. Pero, no podremos aprender si nos hemos habituado a vivir en la desgracia. Acomodarse a la calamidad no es para nada una virtud.

AFIRMACION-PODEROSA-DE-PROSPERIDAD-EL-PODER-DE-ATRACCION-EL-SECRETO-PARA-ATRAER-PROSPERIDAD-EN-ABUNDANCIA-PROSPERIDAD-UNIVERSAL La Prosperidad.

Ahora, ¿qué es eso que llamamos prosperidad? Tal vez estén de acuerdo conmigo si lo definimos como un estado de progreso, abundancia, bienestar y apogeo. Pero, ¿es realmente lo contrario de la desdicha? Según lo propongo, al decir que ambas condiciones que estamos explorando son meras situaciones limitadas en tiempo, no veo una dicotomía, sino una sucesión. En este sentido, el progreso ha sido la respuesta a los desafíos que se nos oponían, y cuyo resultado es abundancia y bienestar, al mismo tiempo que todavía es devenir, un proceso inacabado por llegar a la culminación de todas nuestras esperanzas, que necesita a su vez nueva oposición (adversidad), a fin de generar nuevo progreso.

El problema de la prosperidad es que puede acomodarnos a lo bueno, apagando poco a poco la llama de nuestra inventiva, de nuestra tenacidad o perseverancia. Pero este problema es real solo cuando nuestra perspectiva de la vida tiene como fin alejar el dolor. Y, de hecho, es este deseo de alejar el sufrimiento el que hace nos habituemos sin importar si estamos enfrentando adversidad o prosperidad.

El punto es que nos gustaría perpetuar toda situación a la que estamos habituados, pues sabemos lidiar con ella. Sin embargo, ¿qué sucede en nosotros o en nuestra sociedad en medio de la prosperidad? Esta frase me parece acertada como respuesta: “Se dice que la prosperidad material trae la cultura y la dignificación del pueblo; mas, lo que realmente sucede es que la prosperidad hace visibles las buenas y malas cualidades de un pueblo, que antes permanecían ocultas” – Ángel Ganivet.

Dicho de otra manera, tal como la adversidad, la prosperidad no nos da virtud, pero descubre lo que hay en realidad en nosotros, esas cualidades buenas y malas que permanecían ocultas.

Resumiendo.

libro-de-oracion-diaria-carta-de-amor-de-dios-creador-prosperidad-universal-229x300 Si la adversidad y la prosperidad sirven para descubrir qué hay realmente en nosotros, ellas mismas no pueden modificarnos. Es decir, el hecho de enfrentar desgracia o bonanza no nos hará diferentes; pero nos mostrará nuestro verdadero ser a fin de que tomemos las decisiones pertinentes de cambio. Después de todo, la virtud es una cuestión de decisión, de carácter, no de situaciones. Una persona íntegra, lo será siempre bajo cualquier circunstancia. Una persona bondadosa lo será con un bocado de pan igual que si tuviera una mesa bufé. Una persona honesta lo será igual si no tiene un solo dólar en su bolsillo o si está haciendo una transacción multimillonaria.

Hasta acá ¿que opinas sobre la frase de François De La Rochefoucauld? ¿Se necesitan virtudes más fuertes para la prosperidad?

En mi opinión, no se necesitan virtudes más grandes para una u otra situación, lo que se necesita, a secas, son virtudes que moldeen nuestro carácter bajo cualquier circunstancia.

11 de marzo de 2011

¿Podemos mejorar… sin excelencia?

 esfuerzo Mejorar es la meta confesa de muchas personas, y hay toda una industria que se encarga de recodarles que todavía no lo están logrando, por lo que necesitan comprar los últimos programas de adelgazamiento, de ejercicio, de alimentación, de pensamiento positivo, etc. Además, para acompañar lo anterior, hay que comprar la ropa que están usando los exitosos (y con la ropa, todos los demás accesorios).

¿Es posible que se haya deificado la figura de cierta gente famosa? Hay chicas que esperan que sus parejas tengan el cuerpo de tal actor, aunque para salir en una película a este actor le hayan arreglado las piernas por medio de programas informáticos. Hay chicos que quisieran que sus novias tengan el cuerpo de aquella actriz (o el rostro, para no ser tan superficiales), aunque esa actriz se haya hecho algunos arreglos que no están al alcance de un sueldo promedio.

Esto me hace preguntar: ¿Se puede mejorar sin pagar el precio de la excelencia? Respondo sin rodeos: . Y se puede verificar no solo a nivel individual; también es posible verlo a nivel de empresas. Pero vayamos por partes.

A nivel personal.

Si todo lo que queremos es tener, sin duda hay muchas fórmulas para lograr todo lo que queramos. Podemos tener dinero, tener un cuerpo perfecto, tener muchos amigos y tener a la mujer de nuestros sueños, e incluso podemos tener mucho éxito. Para ello solo precisamos las técnicas correctas. No quiero decir que no requieran esfuerzo, porque sin duda es necesaria mucha dedicación para seguir sosteniendo esas técnicas; pero el problema es que nunca tendremos todo lo que queremos, sencillamente debido a la economía de consumo en la que vivimos.

De todas maneras, siempre alguien tendrá algo mejor que nosotros, y si nos centramos demasiado en “tener” terminaremos metidos en una carrera de ratoncitos cuya meta final es sortear el laberinto tan solo para encontrar una migaja de queso. El aliciente, sin duda, será esa migajita. El precio a pagar: vivir para siempre en el laberinto.

¿Y en la empresa? imagen_mejora_continua

Existen innumerables sistemas para desarrollar la tan anhelada y ya bastante mecanizada calidad total. Se supone que la calidad es sinónimo de excelencia. Y escribo “se supone” no porque esté equivocada la idea, sino por mi loca premisa de que la calidad es un componente que si ha de tener valor y sentido necesita surgir de la excelencia.

Se puede mejorar en las empresas, estableciendo estándares, mecanizando las normas, y hasta reprogramando a los empleados, pero mientras nuestra idea de calidad se centre más en los mecanismos, o en las máquinas, en los costos y el rendimiento, el resultado será una falta de  compromiso y entusiasmo por parte de los trabajadores.

¿Cuál es la diferencia?

Si es posible mejorar sin ser excelentes, y además con muy buenos resultado, ¿cuál es la diferencia entre mejoría con y mejoría sin excelencia? Más aún, ¿para qué ocuparnos de un concepto tan abstracto e idealista como el de excelencia, si de todas maneras obtenemos los resultados que queremos? Quiero proponer que la diferencia es, simplemente, pasión.

A nivel individual: ¿Tienes pasión por lo que haces? ¿Haces ejercicios, o lees, o trabajas, con entusiasmo? Si no tienes pasión, pronto te faltarán las fuerzas para seguir con ese plan de alimentación o esa rutina de ejercicios. Sin pasión es muy fácil encontrar “motivos” para dejar de hacer algo, no importa cuánto nos beneficie. Pero, ¿qué tiene que ver la pasión con la excelencia? Que la pasión es toda la fuerza emocional que la excelencia necesita para moverse hacia el horizonte trazado. Y como hemos dicho en muchos artículos antes, ser excelentes es tener sueños propios, ser verdaderamente independientes, con capacidad para ser interdependientes, y solo podemos movernos hacia esos sueños con entusiasmo.

A nivel de empresa: ¿Se sienten identificados los empleados con la institución, con la misión y visión de ella? ¿Trabajan con entusiasmo para cumplir con los objetivos de toda la organización? Es posible comprar el trabajo, incluso la voluntad, y hacer que los empleados lo hagan todo bajo el sistema de calidad que esté de moda, pero no se puede comprar su corazón. Es Miguel Ángel Cornejo quien ha dicho que las empresas de excelencia invierten una gran cantidad de horas en capacitar a sus trabajadores. Y la mitad de esas horas de capacitación tienen que ver con hacer mejores personas, que sean buenos padres y madres, buenos ciudadanos.

 Esfuerzo1 Pero quiero ser claro: No estoy en contra de las técnicas y los sistemas, pues tiene su lugar. Son herramientas que deben ser puestas en manos de la excelencia, de la pasión, del sueño de ser mejores no según las normas o conveniencias sociales, sino según nuestra propia realidad.

Esto no es un escrito exhaustivo, y mi anhelo es que nos sintamos impulsados a reflexionar sobre cómo mejorar cada día nuestra vida, teniendo como base el propósito dominante de la excelencia.

4 de marzo de 2011

Amor: El sentimiento.

amor verdadero «El amor es invisible y entra y sale por donde quiere, sin que nadie le pida cuenta de sus hechos»

Miguel De Cervantes Saavedra

Si el amor es un Principio que se encarna en la acción, en el verbo, ¿dónde quedan los sentimientos? ¿Acaso no son importantes? La respuesta es que los sentimientos son el tercer nivel esencial de la escala natural del amor. Y claro que son muy importantes; todos sabemos del impacto positivo que tiene en nuestro cuerpo y pensamientos cultivar sentimientos gratos y lo perjudicial que es mantener sentimientos negativos.

Al hablar del amor como Principio y verbo, de ninguna manera eliminamos su dimensión emocional, pero la ponemos en perspectiva. Tampoco esto trata de hacer una evaluación del amor, pues, como dice William Shakespeare, «es amor bien pobre el que puede evaluarse».

Sin embargo, al revisar varias frases célebres, al leer algunos pocos pasajes completos de grandes autores o pensadores, una cosa parece clara: el sentimiento que despierta el amor es el resultado de decidir entregarnos a él. Al final es el amor el que nos hace a nosotros, es el que nos permite ver la futilidad de todo divisionismo, es el que pone de relieve lo inútil e inhumano que es cualquier guerra, cualquier rencilla y cualquier ilusión étnica.

Es el Principio el que despierta en nosotros la fragilidad que nos permite conmocionarnos ante el sufrimiento ajeno, y es el que nos permite sobreponernos a nuestro propio sufrimiento. Los sentimientos que surgen del verbo amar son más profundos que las explosiones químicas de nuestros cerebros, y también son más duraderos. En este punto, nuestros sentimientos se convierten en señales que nos dicen cuándo nos estamos alejando de una vida plena, porque hay una gran simbiosis entre pensamientos arraigados a Principios elevados y sentimientos agradables y positivos. Esto es lo que permite que veamos la vida en forma abundante y que la disfrutemos al máximo.

Tomado de mi E-book “En la Búsqueda de la Excelencia”, pp. 202-203

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