Cuando enfrentamos los desafíos que salen a nuestro paso mientras nos
encaminamos a nuestros sueños, resulta tentador preguntarnos si vale la pena el
precio que estamos pagando. A veces son las personas más cercanas a nosotros,
aquellos en quienes confiamos, los primeros en invitarnos a ser más sensatos y
no arriesgarnos por algo que parece una quimera. No podemos negar que sea una
ilusión, no hay datos, hechos, cosas concretas… tan solo la intuición de que,
si trabajamos con amor, con entusiasmo y devoción por eso que creemos como
nuestro llamado, los resultados llegaran.
Los desafíos vendrán de todos lados. Nos asaltará la duda y la falta de
confianza propia. La sociedad nos cerrará el paso con sus prejuicios y sus
normas estandarizadas. La ansiedad comenzará a hacer presa de nosotros. Pero,
en lugar de retroceder atemorizados, en lugar de capitular y firmar convenios
en contra de nuestros ideales, podemos elegir dar un paso más.
Como el guerrero que, cansado y herido, casi abatido por la batalla, vislumbra
aún la victoria como el desenlace de un instante de valor, y avanza por ello un
paso a la vez, blandiendo su espada, respirando profundamente entre estocada,
deteniéndose por momentos para contemplar el campo y escoger su próximo
movimiento, sabiendo que puede ser el último, pero sin darle a la muerte la
ventaja de sorprenderlo, porque si ha de morir será cumpliendo su propósito;
así nuestra vida ha de enfrentarse a los sueños que nos harán ser todo lo que
podamos ser.
Con todo, no siempre estarás en la batalla, pues habrá momentos de
tregua, hasta de paz. No dejes entonces de cuidar de tu armadura, no permitas
que el filo de tu espada se embote. Disfruta de esos instantes felices y atesóralos
sin convertirlos en un fin en sí mismo, porque en la lucha ni la victoria ni la
derrota son definitivos, son tan solo medios para que tú crezcas y para que
quienes te rodean también crezcan. Por lo tanto, si las mieles del triunfo te
seducen y te sientes tentado a abandonarte al ocio, vuelve a recordar que
sigues vivo y mientras vivas deberás dar un paso más, pues solo deben
detenerse tus pies cuando la muerte te obstruya el paso, y aun entonces cree
que tu legado perdurará.
2 comentarios:
Gran Mensaje, si dejamos de tomar retos, nunca triunfaremos y solo no fracasa el q no intenta
Es cierto, y justo ese es el problema, el temor al fracaso, por lo que no intentamos; y la verdad es que si fracasamos estamos en el camino de aprender para alcanzar nuestras metas. Gracias por comentar
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