Vivimos en una sociedad competitiva por naturaleza que parece que el más fuerte es el que tendrá éxito en la vida. El débil, sin embargo, parece que siempre quedará recluido en un rincón… pero para nada esta tiene que ser la realidad de las personas. La competencia no tiene que ser algo negativo o tóxico, siempre y cuando se enseñe correctamente a los personas desde que son niños.
Los niños son como esponjas que todo lo absorben, por lo que fomentar una competencia sana en los hijos es necesario para que se conviertan en adultos de éxito y no tóxicos. Es deber de los padres y de los adultos cercanos a los niños que les enseñen qué es la competencia sana en los hijos y se olviden de malos modos, como lo que siempre se ve en los partidos de fútbol.
La competencia sana
La competencia no se trata solo de ganar o perder. Para los niños, significa aprender a compartir y turnarse. La competencia saludable enseña a los niños la empatía, el orgullo que viene con el trabajo duro y la autoestima de saber que hicieron todo lo posible. Pero estos atributos honorables no se desarrollan de la noche a la mañana, requieren práctica y orientación.
Tanto padres como otros adultos que están alrededor de los niños pueden fomentar una competencia sana en los niños. Hay algunos formas de hacerlo y para conseguirlo, es importante poner fuerza de voluntad para que, cuando el impulso llame a los malos modos, simplemente no suceda.
Empatía
Ganar es genial, pero olvidar los sentimientos de los demás puede crear rápidamente una situación en la que un niño es percibido como cruel. Una competencia saludable significa ser una buena amiga y apoyar a los demás, incluso si perdieron.
Una cosa que se les tiene que preguntar a los niños alguna vez es: ‘Si perdieras, ¿cómo te sentirías?’ Los padres también pueden hacer un pequeño juego de roles. Puedes decir: ‘Voy a ser la persona que pierde, ¿qué puedes decirme para hacerme sentir mejor y qué puedo decirte si pierdes para que te sientas mejor?’
Trabajo en equipo
A través de la competencia, los niños aprenden a compartir y turnarse. Pero también hay formas de prepararlos para esto en casa. Jugar juegos de mesa en pareja o en equipo es una manera de enseñar a los niños el trabajo en equipo y a tolerar la frustración que pueden sentir en el momento de perder. Esos momentos son tesoros que se deben aprovechar como oportunidades de aprendizaje y crecimiento personal.
Si estás en un equipo, hazle saber: ‘Me pregunto cómo se sentiría tu compañera de juego si le pasases el balón, la harías muy feliz’. Compartir la alegría del juego les ayuda a comprender que son parte de un equipo y que todo el equipo tiene que trabajar juntos.
Ser una versión mejor con motivación
Los niños con un sano sentido de la competencia aprenden desde una edad temprana que deben hacer todo lo posible y dar todo de sí en todo lo que hacen. Pero, ¿y si no lo sienten así? Inculcar a los niños con una naturaleza competitiva sólida significa preguntarles cuáles son sus objetivos para ellos mismos, no lo que quieren sus maestros o padres.
Si tu hijo no se esfuerza tanto, trata de entender por qué. Por lo general, el problema tiene una raíz, como ser molestado o intimidado. Habla sobre lo que está sucediendo. Y si tu hijo está realmente apático, tendrás que profundizar un poco más.
Puedes usar el futuro como ejemplo con frases del siguiente tipo: ‘Ahora solo tienes 10 años, pero un día serás adulto, ¿qué quieres hacer?’ Puedes usar eso para trabajar hacia atrás para motivarlos a llegar a ese lugar .
Incentivarle
Al igual que los adultos, a los niños les gusta trabajar para alcanzar una meta. Ya sea una hora extra de tiempo frente a la pantalla o un dulce regalo, asociar la competencia con ganar algo que quieren es una buena manera de entusiasmar a los niños a trabajar duro, especialmente si trabajas con hermanos.
Si hay un problema entre hermanos, tienes que pedirles que trabajen juntos para obtener el premio en lugar de competir entre ellos. Si son realmente competitivos, diles que se hagan un cumplido en lugar de burlarse o de insultarse. Cuando son buenos, obtienen un punto, y el sistema de puntos conduce a su premio.
Hazlo un asunto familiar
Para los niños que necesitan un poco más de práctica, el mejor y más cómodo espacio para trabajar es en casa. Una buena manera de hacer fluir esos sentimientos competitivos es organizando una noche de juegos familiares.
Hace que todos se turnen e implementen esas claves sociales importantes. Recomiendo ciertos juegos que implican compartir, tomar turnos y alentar un diálogo sobre sentimientos, como el conecta 4 o el Monopoly. La construcción de esta base para la discusión se aplicará en otras situaciones competitivas a lo largo de sus vidas.
No se tiene que ser bueno en todo, ¡y eso es bueno!
Ganar no lo es todo e intentar ganar en todo puede ser agotador y hacer que los niños sientan que están bajo demasiada presión. Parte de tener un sentido saludable de la competencia es comprender que no vas a ser bueno en todo, y eso está bien.
Para ayudar a los niños que se sienten molestos porque se esfuerzan pero no lo hacen tan bien como los demás, los padres pueden decir: “Eres mejor en X, y todos tenemos diferentes cosas en las que somos buenos, y eso es lo que hace el mundo gire”.
El mensaje que siempre envío es siempre y cuando realmente estén haciendo lo mejor que puedan, entonces no necesariamente importa si eres el mejor. Lo que importa es siempre esforzarse por dar lo mejor de uno mismo.
Con estos consejos y con tu buen ejemplo, tus hijos podrán aprender a tener una competencia sana que les ayudará a vivir una vida mucho más plena y feliz. La competencia tóxica debe quedar fuera de la vida de cualquier persona o familia.
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