El actual mundo competitivo ejerce presión sobre nuestras vidas, no sólo en el ámbito profesional sino también personal, lo cual termina por influir incluso en nuestra toma de decisiones. Aunque se suele hablar de un bienestar, propio de la modernidad, la verdad es que estamos cercados por tensión, lo cual muchas veces hace aparecer síntomas que nos indican que ya estamos al límite.
Muchas veces pareciese que no poseemos equilibrio en nuestro quehacer cotidiano, sino que nos encontramos fuera de sí, y esto repercute en todas las áreas de nuestro día a día. Es en ese momento cuando debemos reconocer la verdad universal que entraña la frase: “si tú no estás bien, nadie lo estará”, pues la verdad es que cuando no logras tener tus emociones en equilibrio, tu productividad se ve afectada.
Cuando estamos al borde de la presión usualmente nos sentimos desanimadas, y solemos buscar culpables en todos lados, bien sea nuestro jefe, nuestros compañeros o incluso nuestros familiares, ya que la idea es reconocer un responsable en todo el desastre, para lograr salir ilesas, aun cuando sabemos que no funcionan así las cosas.
Bajo presión es posible dar un salto de la alegría a la ira, en tan sólo segundos. Y lo peor que los días pierden su toque maravilloso, todos nos parecen iguales de aburridos, el cansancio muchas veces no nos permite dar más de nosotras mismas, llegando al extremo de no saber cómo mantenernos motivados en medio del caos.
Aunque nos parezca que no hay salida, la verdad es que sí existe, y es más simple de lo que pensamos, puesto que consiste en hacer uso de nuestras emociones para inclinarlas a nuestro favor, de forma que podamos tener mayor rendimiento y productividad. La idea es controlar nuestros pensamientos con el fin de alcanzar resultados óptimos.
Todas nuestras emociones generarán otra cadena de emociones por parte de quienes nos rodean. Es decir, cuando me siento mal todo el panorama es gris, pero si aprendo a sonreír, seguramente obtendré otra sonrisa de vuelta, ya que en nuestra interacción cotidiana las emociones de una persona influyen también en las otras. Esto ocurre para bien o para mal, y esta es la razón por la cual debemos transmitir solamente las cosas buenas.
Si realmente deseas tener un mayor rendimiento y una mejor productividad, es necesario iniciar un cambio de actitud que incluya emociones favorables, y hacerlo de manera planificada. Es importante que te levantes del sofá, te coloques tu mejor sonrisa y salgas al mundo. La planificación juega un papel muy importante en esto y no importa cuál sea tu lugar de trabajo, siempre debes planificar.
5 técnicas para tener mayor rendimiento y productividad
- Utiliza bien tus horas. Distribuye, de forma equilibrada, la cantidad de horas que dedicas para ti, para el trabajo y para el entretenimiento.
- Madruga. Si haces esto podrás sacar más provecho del día. Si te levantas más temprano de lo que usualmente lo haces, podrás dedicar minutos para ti, para leer, para desayunar bien, y calmadamente, podrás ponerte al día con los correos, ordenar la ropa lavada, e incluso dedicar unos minutos para estiramiento. Cualquier cosa que te guste te ayudará a empezar el día de la mejor manera.
- Planifica. Es fundamental que recurras a una agenda. La planificación te permite hacer un uso efectivo del tiempo, así no lo desperdiciarás. Dedica 20 o 30 minutos para revisar todas las actividades pendientes y priorizar las que lo ameriten. Con ello, lograrás que el día sea más productivo. Recuerda anotar todo. Al final de la semana podrás observar y medir tus niveles de productividad, así como también podrás ver qué aspectos debes mejorar, o a qué tareas necesitas dedicarle, o restarle, tiempo.
- 4. Una tarea a la vez. Es justo y necesario acabar con el mito de que las mujeres somos multitareas. Si es cierto que podemos ser muy talentosas, pero para poder avanzar con menos probabilidades de error, es necesario contar nuestros pasos. Realiza una tarea a la vez. Tal vez puedas empezar por las que requieran más esfuerzo y luego las más fáciles, así podrás atender cada asunto de la manera que lo requiere.
- Duerme. Sí, esto es necesario. Debes dormir todo lo que puedas. Para esto sí debes darle el tiempo que requiere. De ser necesario, incluye en tu planificación este espacio, recuérdate que debes descansar. Descansar no equivale a perder tiempo, sino a recargar las pilas. Si estás en una oficina, es válido si te pones de píe y das unos pasos, o si trabajas desde tu casa podrías elevar tus pies, relajarte y recitar un mantra.
También tienes la opción de ir al baño, si estás en la oficina, y refrescar tu cuello, así podrás oxigenarte. Activa tu circulación con pequeños ejercicios, girando tus tobillos y tus muñecas. Si te es permitido, podrías tomar unos minutos para escuchar alguna canción que te mantenga motivado.
La idea de todo esto es que puedas equilibrar tu estado emocional, y con ello tu concentración mejorará, lo cual se traducirá en un mayor rendimiento, ya que con una vista clara, es más factible tomar mejores decisiones y solucionar los problemas de manera efectiva.
Este articulo fue escrito por Edith Gómez, editora en Gananci, apasionada del marketing digital, especializada en comunicación online. Se niega a irse a la cama cada noche sin haber aprendido algo nuevo. Le inquietan las ideas de negocio y, más aún, aportar una mirada creativa al pequeño mundo en el que vivimos.
El artículo 5 Técnicas para equilibrar tus emociones e incrementar tu productividad aparece completa en nuestro blog Emprendices.
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