Dicen que todos nos casamos con la persona equivocada porque cuando nos casamos lo hacemos por las razones equivocadas o porque con el tiempo no sabemos apreciar las imperfecciones de la pareja escogida. Pero cuando ya se ha firmado un papel legal, divorciarse puede ser más problemático que beneficioso por lo que muchas personas se conforman en su matrimonio sin ser quizá, lo que realmente querría.
Cuando te casas, no puedes esperar la felicidad todos los días, la vida no es perfecta y no puedes pretender que así lo sea. Sin embargo, hay parejas que muestran una incompatibilidad tan arraigada, una rabia y una decepción tan intensas, que tenemos que concluir que hay algo más en juego más allá del rasguño normal: parecen haberse casado con la persona equivocada.
Cómo pueden ocurrir estos fallos en la época en la que vivimos, donde el conocimiento y la información es la norma… Y divorciarse es un error bastante costoso. Quizá con un poco de inteligencia en las relaciones esto no pasaría. A continuación vamos a exponer por qué las personas se pueden casar con las personas equivocadas, y es que la falta de entendimiento hacia uno mismo y hacia los demás, es la clave.
No nos entendemos ni a nosotros mismos
Cuando buscamos pareja por primera vez nos centramos más en el deseo, en el aspecto físico y en las idealizaciones que en cómo es la persona en realidad. Realmente queremos encontrar a alguien que tenga unas características que nos resulten aceptables. No es que tales deseos estén equivocados, simplemente no son lo suficientemente precisos y quizá a la larga esas altas o bajas exigencias no nos hagan lo felices que queremos ser.
Las personas somos complicadas, y en muchas ocasiones desequilibrados e inmaduros. Por eso, cuando queremos estar en pareja intentamos controlar cómo nos enfadamos cuando estamos delante de los demás. Pero esto es fundamental comprenderlo antes de tener de pareja a una persona. Es necesario que ponerse al día con sus neurosis individuales. Tienen que comprender de dónde provienen, qué les hacen hacer y, lo más importante, qué tipo de personas los provocan o los motivan.
La idea misma de que podríamos no ser demasiado difíciles ya que las personas deberían hacer sonar las alarmas en cualquier posible pareja. La pregunta es dónde estarán los problemas: quizás tengamos una tendencia latente a ponernos furiosos cuando alguien no está de acuerdo con nosotros, o solo podemos relajarnos cuando estamos trabajando, o somos un poco complicados con respecto a la intimidad después del sexo…
Es este tipo de problemas que, durante muchos años, crean catástrofes y que, por lo tanto, necesitamos saber con anticipación, para buscar personas que estén educadas de manera óptima para resistirlas. Una pregunta estándar sobre cualquier cita romántica es tan fácil como preguntar: ¿Y cómo eres cuando estás enfadado?
El problema es que no es nada fácil conocer nuestras propias neurosis. Puede llevar años y situaciones de las que no hemos tenido experiencia. Antes del matrimonio, rara vez estamos involucrados en dinámicas que sostengan adecuadamente un espejo de nuestros disturbios. Cada vez que las relaciones más casuales amenazan con revelar el lado “difícil” de nuestra naturaleza, tendemos a culpar a la pareja o a otros, menos a nosotros mismos. En cuanto a nuestros amigos, es previsible que no se preocupen lo suficiente por nosotros como para tener algún motivo para sondear nuestro verdadero ser, ellos solo quieren pasar un buen rato con nosotros. Por lo tanto, no nos damos cuenta de cómo somos realmente.
Por nuestra cuenta, cuando estamos solos y furiosos, no gritamos, ya que no hay nadie allí para escuchar y, por lo tanto, pasamos por alto la verdadera fuerza preocupante de nuestra capacidad de furia. O trabajamos todo el tiempo sin comprender, porque no hay nadie que nos llame a cenar, cómo usamos manualmente el trabajo para obtener una sensación de control sobre la vida, y cómo podríamos causar el infierno si alguien intentara detenernos.
Por la noche, todo lo que sabemos es cuán dulce sería abrazar a alguien, pero no tenemos la oportunidad de enfrentarnos a nuestro lado que evita la intimidad y que comenzaría a hacernos sentir frío y extraño si alguna vez nos sentimos mal… Uno de los mayores privilegios de estar solo es la ilusión halagadora de que uno es, en verdad, una persona realmente fácil de vivir. Si no nos conocemos ni a nosotros mismos, ¿cómo podemos elegir bien con quien nos vamos a casar?
No entendemos a los demás
Este problema se agrava porque otras personas están atrapadas en el mismo bajo nivel de autoconocimiento que nosotros. Por muy bien intencionados que sean, tampoco están en condiciones de comprender, y mucho menos informarnos, de lo que les sucede. Naturalmente, intentamos conocerlos. Vamos y visitamos a sus familias, quizás el lugar al que fueron por primera vez a la escuela. Miramos fotos, nos encontramos con sus amigos. Todo esto contribuye a la sensación de que estamos haciendo lo correcto por saber más de esa persona. Pero es como un piloto novato suponiendo que pueden volar después de enviar un avión de papel con éxito por la habitación.
En una sociedad más sabia, las posibles parejas se someterían a cuestionarios psicológicos detallados y se enviarían para ser evaluados por equipos de psicólogos… quizá en el futuro esto ya no suene a chiste. El misterio será por qué le tomó a la humanidad tanto tiempo llegar a este punto.
Necesitamos conocer el funcionamiento íntimo de la psique de la persona con la que planeamos casarnos. Necesitamos conocer sus actitudes o su postura respecto a la autoridad, la humillación, la introspección, la intimidad sexual, la proyección, el dinero, los niños, el envejecimiento, la fidelidad y cientos de cosas además. Este conocimiento no estará disponible a través de un chat estándar. En ausencia de todo esto, somos guiados, en gran parte, por su aspecto. Parece que nos guiamos sobre la personalidad de una persona por su aspecto físico, y así luego vienen los problemas… y los divorcios.
Proyectamos’ una gama de perfecciones en la persona amada sobre la base de solo una pequeña evidencia. Al elaborar una personalidad completa a partir de algunos detalles pequeños, pero enormemente evocadores, pensamos que una persona es de una manera sin darnos cuenta en cómo es en realidad.
El nivel de conocimiento que necesitamos para que un matrimonio funcione es más alto de lo que nuestra sociedad está preparada para tolerar, reconocer y acomodar, y por lo tanto nuestras prácticas sociales en torno al matrimonio son profundamente erróneas… Y por eso, cada vez hay más divorcios.
from Maria Jose Roldan Recursos de Autoayuda http://bit.ly/2Fb0fU0
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