25 de mayo de 2016

Creatividad e Innovación en la empresa

CREATIVIDAD E INNOVACIÓN EN LA EMPRESA

Por: Rebeca  Galindo Lopez

Para el autor: Mauro Rodríguez Estrada

Nos dicen que sin la creatividad estaríamos en los comienzos de la Edad de Piedra, viviendo en la selva y comiendo raíces. Todo lo que hay en el Cosmos puede dividirse en dos grandes reinos: la naturaleza y la cultura. Todo lo que no es natural es artificial o arte-facto, es decir, fruto de la acción transformadora del hombre. En un momento dado, la ropa que vestimos, el lápiz que usamos para escribir, el libro que leemos, el piso que nos sostiene y probablemente hasta la luz de la estancia, son obra del hombre, testimonio, beneficio y usufructo de las capacidades creativas del horno Faber.

El ser humano, según dijo Aristóteles, es acto y potencia, es decir, realidad y posibilidad. En parte somos y en parte podemos ser. Estamos abiertos a nuevos y originales desarrollos.

La innovación es importante porque la lección ha sido clara: los rezagados simplemente tienden a la extinción. Cuando el mercado cambia, necesitas cambiar con él A no ser que seas pionero y entonces serás tú el que lo cambie.

Creatividad e Innovación en la empresa

En mi opinión el concepto que mejor nos ayuda a comprender esta nueva época es el acuñado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman: “Lo líquido”. Y sus numerosas obras así lo reflejan. Tiempos líquidos, amor líquido, modernidad líquida, miedo líquido… En sus propias palabras: “Ha desaparecido la modernidad sólida. Ha llegado la época líquida. Cualquier gestión de una crisis crea nuevos momentos críticos, y así en un proceso sin fin. En pocas palabras, la modernidad sólida fundía los sólidos para moldearlos de nuevo y así crear sólidos mejores, mientras que ahora fundimos sin solidificar después”.

La creatividad puede ser sinónimo de plenitud y de felicidad. El buen pintor goza pintando; el buen organizador disfruta organizando; el buen matemático se deleita resolviendo ecuaciones. Producir cosas nuevas y valiosas es fuente de gozo supremo. Al crear, el hombre se realiza y vence la angustia de la muerte. Albert Einstein se oponía a que se rindieran honores a los grandes sabios e investigadores, arguyendo que en descubrir y producir algo nuevo tenían ya suficiente recompensa.

Pero no sólo el proceso creativo implica hondas satisfacciones; también los resultados, es decir, las creaciones propiamente dichas. Éstas vienen a ser una dilatación y una prolongación de la persona a través del tiempo y el espacio. El arquitecto permanece en su edificio y el escritor en su libro aun cuando físicamente los separen miles de kilómetros, o la muerte haya segado la vida de estos autores. De este modo, la creatividad aumenta el valor y la consistencia de la personalidad, favorece la autoestima y consolida el interés por la vida y la presencia en el mundo.

En todas las épocas la creatividad ha sido el motor del desarrollo de los individuos, las organizaciones y las sociedades. Pero en el momento actual han surgido situaciones que acentúan y extreman la importancia de la creatividad para el hombre de finales del siglo xx.

Una época de cambios múltiples y acelerados, un mundo de mutaciones caleidoscópicas. Lo que funcionó bien en la generación de nuestros padres suele funcionar mal en la nuestra, lo que nos sirve a nosotros tal vez no les valdrá a nuestros hijos dentro de 30 años. Quien está preparado sólo para reproducir modelos, pronto irá a remolque. Hace un siglo una persona rutinaria y conservadora podía sentirse bien; hoy, la sociedad valora el cambio y necesita a los  promotores del mismo. En la actualidad muchas empresas venden 80% de productos que hace apenas diez años eran sencillamente desconocidos. Los entendidos en mercadotecnia afirman que una empresa que no es capaz de introducir siquiera un producto nuevo cada cinco años, está en grave peligro de quebrar y desaparecer.

La vida social y laboral se ha puesto bajo el signo de la competitividad. Vemos por todas partes que las empresas y las organizaciones en general están empeñadas en realizar modelos, métodos y sistemas cada vez más eficientes y más atractivos al público. Quien se duerme en sus rutinas queda fuera de la competencia y se condena a una vida mediocre y gris.

Por otra parte, y en contraste, la mayoría de las personas fuimos educadas en el conformismo. Nuestra familia, escuela o iglesia se empeñaron en ocultarnos, dirigirnos hacia determinados moldes y modelos; hasta cierto punto, nos domesticaron. Casi todas las sociedades quieren sujetos adaptados, “hombres de orden” cuya máxima virtud sea la adhesión a las normas convencionales. La escuela, uno de los mecanismos del sistema social, suele ser autoritaria porque utiliza esquemas de dominación, aun cuando el profesor fulano o zutano no se propongan dominar o afirmen lo Contrario.

A pesar de lo anterior, y a diferencia de las sociedades tradicionales, dominadas por dictadores y manipuladas por aristocracias, las sociedades modernas pugnan por realizar los valores democráticos, de modo que cada día habrá menos masas acríticas silenciadas y silenciosas y más comunidades de ciudadanos ansiosos de expresarse y realizarse como personas. La primera libertad de la democracia es el ejercicio del derecho dé todo mundo a expresarse en forma genuina, original y creativa.

La vida moderna es cada día más compleja, tensa y neurótica. Las Inmensas ciudades son el caldo de cultivo de mil conflictos psicológicos. Aumentan las enfermedades mentales y los suicidios. La gente no parece muy feliz disfrutando las novedades de la tecnología, y cae en el hastío de vivir. Parece confirmarse que el ser humano no es sólo un animal programado para comer bien, descansar y “estar bien”, sino que necesita procesos constantes de desarrollo y de lucha para realizar cosas valiosas y conquistar nuevas metas. En la escala de motivaciones de Abraham Maslow, la última y más elevada es la self-realization, que implica precisamente la expansión de la propia personalidad a través de la productividad y la creación.

Las mismas tensiones de la vida moderna hacen incubar una sorda y latente agresividad que a menudo explota aquí y allá. La persona tensa, agresiva, frustrada, con fuertes impulsos destructivos, no tiene más dilema que crear o destruir. Socialmente hablando, y también en el plano individual, la creatividad es el cauce sub limador de la destructividad, como bien lo explicaron Eric Fromm y Jakob Moreno. “El individuo que no puede crear, quiere destruir. . . El único remedio para la destructividad compensadoras es desarrollar en el hombre su potencial creador” (Fromm). “El neurótico se salva de su neurosis cuando es creador”.

“A medida que logremos desarrollar la creatividad podremos esperar una reducción de las enfermedades mentales y de la neurosis colectiva.

Nos acercamos a la civilización del tiempo libre. La jornada de trabajo, que en el siglo pasado era de 1 4 y 1 5 horas, se ha reducido a menos de ocho horas, y ya no se trabaja los sábados, como se hacía antes. La semana laboral de 90 horas es ahora de 40 y pronto será de 35. Hay periodos de vacaciones que antes no había. Cada vez será mayor el número de horas personales. Quien las sepa usar creativamente tendrá en ello una riqueza de vida, y quien no, caerá fácilmente en el hastío y en la vacuidad.

Asimismo, caminamos hacia la sociedad de la automatización. Lo rutinario, lo repetitivo, el trabajo más pesado, queda para las máquinas. Al hombre podrá reservársele la tarea de pensar y de crear, lo cual está de acuerdo con su superior dignidad. “Somos de raza divina y poseemos el poder de crear”, nos recuerda Dedekind.

Pero quien no se ha adiestrado para pensar y crear, se expone a quedar al margen de este interesante proceso. Hace más de un siglo Marx llamó la atención del mundo desde una nueva perspectiva: “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. A partir de premisas diferentes de las de Marx, Piaget explicó el conocimiento humano como una actuación sobre la realidad. El conocimiento es creación más que contemplación: compone, descompone y recompone, tal como la digestión hace con los alimentos ingeridos. El pensamiento, lejos de ser copia pasiva, es asimilación transformadora y creación continua.

Además de todas estas razones, cabe añadir una especialmente válida para los países del Tercer Mundo: sufrimos un pavoroso colonialismo cultural, nuestra tecnología es descaradamente extranjera, nuestra ciencia es eco de la de los Estados Unidos, Alemania, Francia y Japón. Basta con ver las bibliografías que se ofrecen en cualquier carrera universitaria. Nuestras corrientes artísticas, salvo honrosas excepciones, llevan el sello de lo importado. México es el país del mundo que más dinero paga al año por concepto de regalías. Los premios Nóbel, aunque no siempre son un criterio infalible, suelen darse a personas notablemente creativas. Pues bien, jamás un Nóbel de ciencias se ha concedido a un mexicano. Nos referimos al de ciencias porque en este campo los premios se otorgan con criterios objetivos y están más libres de diplomacias y de favoritismos.

EL AUTOR ANDRÉS OPPENHEIMER

Nos dice  “¿Qué es lo que genera la creatividad? Más que nada, es la presencia de otra gente creativa. La idea de que la creatividad es algo relacionado con grandes genios individuales es un gran mito. La realidad es que la creatividad es un proceso social: nuestros más grandes avances vienen de la gente de la que aprendemos, de la gente con la que competimos, y de la gente con la que colaboramos. Y las ciudades son verdaderas fuentes de creatividad.

¿Y dónde se congrega la gente creativa?,  La respuesta que encontré  es que no siempre las mentes innovadoras se congregan alrededor de las mejores universidades ni de las grandes empresas. Tras estudiar el caso de Silicon Valley, concluyó que los innovadores tienden a juntarse en lugares que les permiten trabajar “fuera de las reglas de las corporaciones tradicionales, fuera de la burocracia, allí donde pueden controlar los medios de producción y donde les ofrecen capital de riesgo que sea capital, y no deuda”.6 Y, según me comentó en una entrevista, en los años siguientes encontró varios lugares muy prometedores en Latinoamérica.

GLOBALIZAR LA INNOVACIÓN

Cada vez más, la innovación es un proceso colaborativo —muchas veces abierto y público, como en el caso de Jordi Muñoz, Bre Pettis y los makers, o el de los científicos como Rafael Yuste— que requiere estar en contacto cercano y en tiempo real con quienes trabajan en proyectos parecidos en todo el mundo. Y para lograr eso, hace falta globalizar la educación y la investigación, algo que han empezado a hacer —tardíamente, pero en buena hora— países como Chile y Brasil, pero que están lejos de hacer la mayoría de los demás países latinoamericanos. A diferencia de lo que ocurre en Asia, la mayoría de los países latinoamericanos no permiten universidades extranjeras en su territorio, ni tienen convenios de titulación conjunta con las mejores universidades del primer mundo. Lo que es aún peor, muchas universidades latinoamericanas no exigen más que un conocimiento básico de inglés, que —nos guste o no— se ha convertido en la lengua franca de la ciencia y la tecnología mundial. En China, a pesar de ser un país comunista, y de tener un alfabeto diferente, se ha avanzado a pasos agigantados en el aprendizaje de inglés desde que el gobierno fijó la

“internacionalización de la educación” china como una de sus principales metas quinquenales. Hace más de una década, China decretó la enseñanza obligatoria del inglés en todas las escuelas públicas, cuatro horas por semana, desde el tercer grado de la escuela primaria. Y el impacto ha sido inmediato, tal como lo pude comprobar con mis propios ojos en un reciente viaje a China. A diferencia de lo que me ocurría hace quince años, cuando no podía comunicarme con nadie en las calles, ahora muchísimos jóvenes en las grandes ciudades chinas pueden hablar o comunicarse en inglés

En parte gracias a eso, China, Corea del Sur, Singapur, Vietnam y otros países asiáticos de todos los colores políticos están enviando a muchos más estudiantes a graduarse en ciencia y tecnología en universidades de Estados Unidos, Canadá, Europa y Australia, donde para entrar se requieren aprobar exámenes de inglés. Según el estudio Open Doors del Instituto de Educación Internacional de Estados

Unidos, en 2013 había en las universidades estadounidenses 235 000 estudiantes de China, 97 000 de India, 71 000 de Corea del Sur, 45 000 de Arabia Saudita, 20 000 de Vietnam, 16 000 de México, 11000 de Brasil, 7 000 de Colombia, 6 000 de Venezuela, 2 500 de Perú, 2 400 de Chile y 1 800 de Argentina.28 Otro estudio de los flujos estudiantiles a nivel mundial —y no sólo a Estados Unidos— realizado por la UNESCO llega a resultados similares. China tiene 441 00 estudiantes universitarios en el extranjero; India, 170 000 y Corea del Sur, 113 000. Comparativamente, Estados Unidos tiene 51 000 estudiantes en el extranjero; México, 26 000; Brasil, 23 000; España, 22 000; Argentina, 9 000 y Chile, 7 000, según el informe Global Education Digest 2010 de la UNESCO. Como porcentaje de su población estudiantil, alrededor de 3.5% de los estudiantes universitarios surcoreanos y 1.7% de los de China están estudiando en el extranjero, mientras que sólo 1% de los estudiantes mexicanos y 0.4% de los brasileños y los argentinos están estudiando afuera, afirma el estudio de la UNESCO.

¿Cómo explicar que un país como Corea del Sur, con una población de menos de la mitad que la de México, tenga cuatro veces más estudiantes en las universidades estadounidenses que México, el país latinoamericano con más estudiantes universitarios en Estados Unidos? ¿Y cómo explicar que Vietnam, un país comunista, con otro alfabeto, tenga más jóvenes preparándose en las universidades estadounidenses que México? La primera explicación es que los países asiáticos, desde que China inició su exitoso giro hacia el capitalismo en 1978 y comenzó a reducir la pobreza a pasos acelerados, se han zambullido de lleno en la globalización, mientras que los latinoamericanos nos hemos quedado sentados mirando de lejos, y aferrándonos a viejas ideologías nacionalistas y estatistas del siglo XIX. El otro motivo, según me señalaron varios rectores de universidades estadounidenses, es mucho más sencillo: muchos estudiantes latinoamericanos no tienen la suficiente preparación en inglés como para aprobar los exámenes de idiomas que requieren las universidades estadounidenses.

En Ciudad de México, se han realizado experimentos urbanos fascinantes, como las clínicas de atención médica en las estaciones del metro —por donde circulan diariamente unas cinco millones de personas— donde uno puede hacerse desde un análisis de sangre u orina hasta la prueba del sida. Las clínicas de salud, ubicadas en las principales intersecciones de las vías del metro, han ayudado a reducir la congestión de pacientes en los hospitales y a prevenir enfermedades.

“Han venido desde China y muchos otros países a ver nuestras clínicas en el metro, y todos dicen: ‘¡Qué maravilla!’ ”, Me dijo el doctor Armando Ahued, el Secretario de Salud del Distrito Federal.31 “Hacemos 19 exámenes de laboratorio en el metro para detectar las 66 enfermedades más comunes, y lo hacemos gratuitamente para quienes no tienen seguridad social. La gente se puede hacer un examen de sangre, y pasar al día siguiente a buscar los resultados.”

Y a nivel personal, sobran los ejemplos de innovadores latinoamericanos que están triunfando, como el peruano Gastón Acurio, el mexicano Jordi Muñoz, el argentino Emiliano Kargieman, el chileno

Alfredo Zolezzi, el guatemalteco Luis von Ahn y otros que hemos reseñado en este libro. Hay muchos otros en Colombia, Venezuela y otros países, tan destacados como ellos o más, que no he incluido en estas páginas por razones de espacio, y porque decidí concentrarme en algunos de los menos conocidos y que están haciendo las cosas más originales. Muchos de ellos, es cierto, están triunfando fuera de sus países natales. El gran desafío, ahora, es crear ecosistemas favorables a la innovación —una cultura que fomente la creatividad, celebrando a los innovadores, admirando a los emprendedores y tolerando sus fracasos— para que puedan florecer muchísimos más como ellos en sus propios países. Se puede lograr, y muy pronto, porque sobra el talento, y porque los pasos para lograrlo —como los cinco secretos que acabamos de mencionar— han sido suficientemente probados en otras partes del mundo.

Las pruebas están a la vista. Hay países de todas las tendencias políticas —desde la dictadura comunista de China, hasta la dictadura de derecha de Singapur, o las democracias como Corea del Sur, Taiwán, o Finlandia— que han prosperado mucho más que los países latinoamericanos en los últimos cincuenta años gracias a que le apostaron a la educación y a la innovación. Estos países producen cada vez más patentes de nuevas invenciones, que multiplican cada vez más sus ingresos y reducen cada vez más la pobreza. Al igual que ellos, es hora de que en Latinoamérica entremos de lleno en la era de la economía del conocimiento, y entendamos que el gran dilema del siglo XXI no será “socialismo o muerte”, ni “capitalismo o socialismo”, ni “Estado o mercado”, sino uno mucho menos ideológico: innovar o quedarnos estancados, o para ponerlo en términos más dramáticos: crear o morir.

INNOVACIÓN A LA MEXICANA DE RAMÓN MUÑOZ GUTIÉRREZ

Nos dice -Lo experimentando no es una época de cambios, sino un cambio de época. Este cambio de época, en palabras del papa

Francisco, se ha generado por los enormes saltos cualitativos, cuantitativos, acelerados y acumulativos que se dan en el desarrollo científico, en las innovaciones tecnológicas y en sus veloces aplicaciones en distintos campos de la naturaleza y de la vida. Estamos en la era del conocimiento y la información, fuente de nuevas formas de un poder muchas veces anónimo. En mi opinión el concepto que mejor nos ayuda a comprender esta nueva época es el acuñado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman: “Lo líquido”. Y sus numerosas obras así lo reflejan. Tiempos líquidos, amor líquido, modernidad líquida, miedo líquido… En sus propias palabras: “Ha desaparecido la modernidad sólida. Ha llegado la época líquida. Cualquier gestión de una crisis crea nuevos momentos críticos, y así en un proceso sin fin.

En pocas palabras, la modernidad sólida fundía los sólidos para moldearlos de nuevo y así crear sólidos mejores, mientras que ahora fundimos sin solidificar después”. Para darnos una idea de las diferentes épocas o eras de la humanidad

En la era agrícola los protagonistas eran los agricultores y campesinos. En la era industrial fueron los trabajadores en las fábricas. En la era de la

información fueron los trabajadores del conocimiento. En la era conceptual los protagonistas están siendo los creadores e innovadores. Podemos observar que todas las etapas han sido impulsadas por el progreso tecnológico. El físico Freeman Dyson llamó a la tecnología “un regalo de Dios”.

En la era de la innovación lo que no podemos perder de vista es el ritmo de la innovación. Vivimos en un mundo de tiempos exponenciales.

Laura Estela Fischer de la Vega y Jorge Espejo Callado

Nos dice Uno de los retos más importantes que enfrenta el Estratega de Mercadotecnia consiste en determinar el ritmo de adopción que los consumidores siguen con las innovaciones que se lanzan al mercado, tanto al inicio como en el futuro inmediato.

Para el estratega predecir el ritmo de la adopción de las innovaciones resulta crítico para tomar decisiones como: (a) estimar las cantidades a producir, (b) calcular el monto de los presupuestos promocionales y publicitarios, (c) determinar las condiciones de precio, etc., igualmente, tanto al lanzamiento como en el futuro inmediato.

El modelo parte de la siguiente premisa: los consumidores solo pueden adoptar la innovación una sola vez. Es por eso que se aplica más a los productos durables, como refrigeradores, lavadoras, automóviles, etc., productos donde el consumidor hace una sola compra a lo largo de varios años.

Evidentemente el modelo también puede aplicarse a los servicios de una sola vez como la depilación permanente del bigote, sin embargo, también suele aplicarse a productos de compra repetitiva, solo durante el momento de su lanzamiento al mercado.

La teoría general atrás del modelo de Bass afirma que la información acerca de una innovación se comunica entre los miembros de un sistema social y esto determina el tiempo de adopción. Se sabe que algunos individuos deciden adoptar una innovación independientemente de las acciones de otros; por ser más atrevidos a estos individuos se les da el nombre de innovadores. También se sabe que otros individuos son influenciados a adoptar la innovación cuando ven que más y más gente lo está haciendo, responden a las influencias del sistema social al obtener información de la innovación de aquellos que ya la han adoptado, a estos individuos se les conoce como imitadores.

LA ECONOMÍA CREATIVA – JOHN HOWKINS

Nos dice  –“Para utilizar la creatividad hay que determinar, ante todo, el mejor momento de explotar la naturaleza no rival de las ideas y, en segundo lugar, el momento idóneo para hacer valer los derechos de propiedad intelectual, e introducir las ideas en el mercado de la competencia entre productos. Las dos decisiones son el punto central del proceso de gestión en ese ámbito”.

La creatividad no es ninguna novedad y lo mismo cabe decir de la economía; lo que es nuevo es la naturaleza y el alcance de la relación entre una y otra y de qué forma se combinan para generar una riqueza y un valor extraordinarios. Por “economía creativa” se entienden las operaciones que generan los productos creativos (resultantes). Cada operación puede comportar dos valores complementarios: el valor de la propiedad intelectual intangible y el valor de la plataforma física (de haberla). En algunos sectores, como el de los programas informáticos digitales, es mayor el valor de la propiedad intelectual. En otros, como las artes, el valor unitario del objeto físico es más elevado.

En la economía creativa, los empresarios (a los que a menudo se llama “empresarios creativos”)… recurren a la creatividad para dar libre curso a su riqueza interior. Como los verdaderos capitalistas, consideran que si se sabe gestionar adecuadamente esa riqueza creativa, se generará todavía más riqueza… esos empresarios tienen cinco características en común:

  1. Punto de mira
  2. Enfoque
  3. Buen ojo para los negocios
  4. Orgullo
  5. Prisa

La divisa más valiosa no es el dinero sino las ideas y la propiedad intelectual, que son intangibles y evolucionan constantemente. La gestión de la creatividad aporta una gran contribución a los métodos empresariales oportunos, temporales y específicos.


FUENTE BIBLIOGRÁFICA

OPPENHEIMER  Andres

¡ crear o morir!

EDICION:  segunda  edición digital vintage español, noviembre 2014

copyright © 2014

PAGINAS : 199

LUGAR:   Impreso en  Estados Unidos de América

 

Innovación a la mexicana

MUÑOZ GUTIÉRREZ  RAMÓN

Edición: segunda  edición digital vintage español, noviembre 2015

copyright © 2015

Páginas: 62

Lugar:   Impreso en  Estados Unidos de América

 

MERCADOTECNIA

Estela Fischer de la Vega Laura

Y

Espejo Callado Jorge

Edición: cuarta

Páginas: 309

Lugar: Impreso en México Printed in México

 

MARIO BORCHINO

EL ARTE DE HACER DINERO

Edición: segunda  edición digital vintage español, noviembre 2012

Copyright © 2012

Páginas: 199

Lugar: Ciudad de México

El artículo Creatividad e Innovación en la empresa aparece completa en nuestro blog Comunidad de Emprendedores.



from gelacio Comunidad de Emprendedores http://bit.ly/1NMJXC3
via Emprendices

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