10 de mayo de 2016

La Rana sancochada…

La observación y la historia, nos muestran como algo evidente, que los seres humanos somos dominadores natos. Podría decirse  que experimentamos el impulso y el placer de imponer nuestra voluntad a la de nuestros semejantes y verlos caminar en la ruta de nuestros deseos.

Esta tendencia parece revelar una consciencia animal no superada, cierto egocentrismo instalado y latente, una parte manchada que no impide graduarnos de verdaderos seres humanos.

Hay dos maneras como este patrón dominante, visible en casi todas las edades, puede manifestarse de manera abierta y frontal, pero también puede asomarse de manera solapada.

El esquema encubierto resulta ser muy efectivo, por cuanto reduce la resistencia y opera de manera inconsciente, sin que las personas sepan que están siendo sugestionadas, reclutadas o sometidas. La publicidad subliminal, la fe ciega e incluso la seducción erótica, podrían encajar en esta categoría edulcorada de lavado cerebral.

Que si la olla es calentada a fuego lento, la rana no sentirá el impulso de saltar, pues se irá acostumbrando al cambio de temperatura y terminará por quedar hervida o Cuentan que si se lanza una rana en una olla que contenga agua caliente, la rana saltará de manera inmediata fuera de la olla como una respuesta naturalmente defensiva. Mientras sancochada.

Este acostumbramiento mortal, es trágicamente connatural al ser humano, pues somos seres de hábitos, capaces de adaptarnos a prácticamente todo: desde  vivir en un palacio hasta comer de la basura. Nos rige un mecanismo peligroso que convierte lo repetido en ley.

Pero ese mecanismo adaptativo, maravilloso en cierto sentido, pues nos aclimata en casi cualquier ambiente, tiene un lado oscuro que es la resignación., el adormecimiento, la falta de alerta y de sentido crítico. Cuando dejamos que este letargo de consciencia tome el control, podemos resignarnos a vivir con malas parejas, malos trabajos, malos vecinos o malos líderes.

Por ese riesgo, por esa peculiar vulnerabilidad, resulta especialmente importante no perder la capacidad de respuesta ante todo aquello que nos quite paz, libertad, confianza, alegría, salud o dignidad.

Así como contamos con ese dispositivo anestesiante que nos induce a  someternos, también portamos botones defensivos, con alertas  de autoprotección que nos permiten  decir “No” ante los intentos ajenos por convertirnos en sumimos o anclarnos en la mediocridad. Podemos y debemos librarnos de esas amenazas, vacunarnos, activar la respuesta inmunológica de la consciencia.

Hay que saber diferenciar lo conveniente de lo inconveniente, lo agradable de lo desagradable, lo adecuado de lo inadecuado. Si mantenemos despierta esta capacidad, podremos ser preventivos o reactivos, pero siempre lo suficientemente  autoestimados e inteligentes, como para saltar a tiempo y no sufrir la muerte lenta, conformista  y sonriente de la rana sancochada. Gracias por leerme.

El Dr. Renny Yagosesky es Ph.D en Psicología, Conferencista y Escritor
Twitter e Instagram: @doctorrenny

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