20 de octubre de 2016

Necesidad del incentivo vocacional en los estudiantes escolares del Perú

Es de conocimiento ya, que la escuela debe formar integralmente al estudiante, esto es, en el aspecto académico y emocional para su realización como ciudadano pleno y como pieza activa dentro de su comunidad. Sin embargo, creer que este es el único objetivo de la educación, es aceptar una idea errada ya que la noble labor de educar  encierra distintos fines, que generalmente solo se queda en un propósito ilusorio; tal es el incentivo vocacional a los estudiantes por parte de los maestros, que en diversas ocasiones se da de manera precaria o incluso no se desarrolla.

La intención no debe radicar solo en el maestro, también en todos los integrantes que articulan el Sistema Educativo; bajo esta premisa se desarrolla el presente artículo con la finalidad de acrecentar, de alguna manera, la precisa y segura decisión vocacional en los estudiantes escolares.

Bien enfatiza el maestro Luis Jaime Cisneros [1] en su artículo Educación y ciudadanía, motores de una de una democracia“… La educación proporciona a los futuros ciudadanos herramientas suficientes para la construcción de una nueva sociedad. La escuela debe preparar para el cambio”, “La escuela debe conducir a que el ciudadano redescubra en su espíritu creador”, con estas frases destaca la necesidad que hay en las escuelas de promover las inclinaciones vocacionales de los estudiantes escolares, una de las tareas medulares a trabajar para conseguir la realización plena de nuestros alumnos.

Al tiempo de mi experiencia como estudiante en una escuela básica regular, me atrevo a afirmar que en todos mis once años de estudio no recibí ningún test vocacional, más aún la orientación que se recibía por parte de los profesores era escasa; con esto no quiero dar por sentado que ningún docente de alguna manera me ayudó con algún consejo; sí, fueron unos cuatro excelsos educadores que se tomaban el tiempo en guiarnos y dilucidar nuestras  dudas referentes a un futuro que varios de nosotros  no vislumbrábamos con claridad. A esta experiencia la sumo también la obtenida como practicante en instituciones educativas estatales, donde pude observar que el mayor número de estudiantes de los últimos años no tenía una idea bien determinada a lo que quería  dedicarse después de finalizar sus estudios.

Según un estudio estadístico realizado por la agencia de noticias Andina a mediados del 2015, de 300 mil jóvenes que finalizan sus estudios secundarios año a año, solo un 27% de egresados tiene claro su futuro académico; desglosando el porcentaje restante, el 25% del total duda entre dos carreras, un 31% entre tres opciones y el 18% no tiene claro su futuro. Sí, más del 70% de estudiantes egresados no tiene un horizonte vislumbrado que seguir; y considerarlo un problema a la situación presentada es asumir nuestra responsabilidad no solo como maestros y padres, sino también como ciudadanos conscientes de nuestra realidad y de nuestras facultades a cumplir dentro de la comunidad.

Ahora, si bien en el país se ha incrementado de manera exponencial el número de instituciones educativas superiores, eso no garantiza que todo estudiante siga su curso vocacional porque si no ha recibido una instrucción adecuada para descubrir sus preferencias académicas o artísticas no sabrá a qué actividad inclinarse. Tomando en cuenta esta dificultad, también es necesario recalcar que en la concepción general de la población está creer que solo el éxito futuro se consagrará  con una carrera académica universitaria; y sí, es una idea errada ya que en estos tiempos no solo una profesión académica nos puede brindar la felicidad y la estabilidad económica, sino también una carrera artística en cualquiera de sus variantes tiene todas las propiedades para brindar felicidad.

Y sí, soy de las personas que cree fielmente en las inclinaciones vocacionales, sea cual sea, si te dedicas a la actividad que te apasiona lo vas a hacer bien, y eso conlleva a un enaltecedor porvenir. Y es ahí, donde se debe entrar a tallar en la aplicación de una nueva medida educativa consistente en encaminar y reforzar las preferencias académicas o artísticas de los estudiantes, considerando que es una labor del educador, de los padres y de los responsables en organizar las políticas educativas. En síntesis es un trabajo en equipo que no solo se debe realizar con el objetivo de garantizar el bienestar del estudiante, sino también la ventura de la sociedad.

[1] Lingüista peruanos y docente universitario de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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